El victoriense que tripuló el ARA San Juan
Victoria.- El sub oficial principal Sergio Aníbal Torrigiani (51) fue reconocido recientemente por obtener un premio internacional ‘Miradas Argentinas 2019’ por su otra afición: la cocina gourmet, ya que además de submarinista de la Armada Argentina y ex tripulante del ARA San Juan, es un distinguido Chef Ejecutivo.
Oriundo de Victoria, dejó la ciudad muy joven junto a su familia en busca de nuevos horizontes, primero en Fray Luis Beltrán (provincia de Santa Fe) y posteriormente se afincaría en Buenos Aires donde inició la carrera militar. Esta decisión lo llevaría primero a Punta Alta (Bahía Blanca), a la base naval Puerto Belgrano, allí tuvo oportunidad de navegar en el Portaviones Gurruchaga, y posteriormente hacerse submarinista en Mar del Plata donde está radicado y a la espera de un pronto retiro.
Paralelo 32 dialogó con él sobre esta elección de vida que lo llevó a tripular una de las embarcaciones que tuvo en vilo a todo un país, con un desenlace lamentable para sus 44 marinos héroes y sus familias.
“Uno tiene la potestad de poder embarcar solicitándolo en forma verbal, escrita, designado por un comandante, pero en la última navegación me ofrecí de manera voluntaria, quería hacer un traspaso de experiencia a los jóvenes en este tipo de navegaciones largas (finalmente Torrigiani declinó esta posibilidad dos días antes de zarpar, que es cuando se hacen las pruebas de rigor al submarino, motivada por un viaje imprevisto a Santa Fe donde debía asistir a una audiencia por un familiar –N de R.)”.
Nuestro entrevistado fue tripulante del ARA San Juan en varias oportunidades. “Recuerdo que formé parte de la tripulación en el año 1988 y 1998 (viajes de más de 20 días y hasta 3 meses), además de las comisiones menores entre 5 y 7 días, de las que no se guarda registro oficial”.
El victoriense recuerda que la navegación más breve, de forma oficial, no tocó puerto hasta pasados los 28 días. Además, en sus recorridos, las cartas marinas trazaron curso a cada punto del sur argentino, “El Atlántico lo hemos navegado, algo del Pacífico en algún momento, entre otros destinos”, se limitó a responder.
Su papá jugó en Sportivo Victoria, le decían ‘El Gringo’ Torrigiani, y su hijo cuenta como anécdota que tenía una pegada muy potente, al punto que un día rompió un travesaño en un tiro libre de 35 metros; “Y también desmayó a un arquero de un tiro penal. Tenía una patada increíble según aquellos que lo recuerdan”.
Sin dudas Sergio conserva esas imágenes tan presentes y dispuestas a aflorar en cualquier charla entre amigos. Hay una permanente referencia a sus padres, también a su hijo que espera que pueda acompañarlo en el futuro cercano, y un marcado sentido de los valores devela una personalidad que no esconde con palabras lo que piensa. “La Armada tenía un atractivo especial para mí, y la idea de ser submarinista me llevó a Mar del Plata donde vivo actualmente y pienso quedarme una vez retirado de la fuerza”.
Torrigiani formó parte de la tripulación de la mayoría de los submarinos argentinos, desde el ARA San Luis (a fines de 1987 tras un año intensivo de capacitación), que tiene una mención de honor por haberse desempeñado en el conflicto armado por la soberanía de las Islas Malvinas, al ARA Salta y ARA Santa Cruz: “Navegué en todos los submarinos de nuestra flota. Respecto de la misión fundamental que cumplen estas embarcaciones, es el resguardo del patrimonio de todos los argentinos, y sin ningún tipo de banderas políticas, ellos estaba haciendo eso precisamente”.
El hallazgo de submarino luego de casi un año de la tragedia del ARA San Juan sigue latente en la sociedad marplatense, nuestro interlocutor no niega el impacto que marcó la noticia y menos aún que se alimentó la esperanza durante algún tiempo de recuperar con vida a aquellos 44 héroes. “Es una herida muy difícil de sobrellevar, para las familias fundamentalmente, porque un submarinista generalmente se radica aquí y tiene toda su vida y afectos ligados a esta ciudad. No voy a hablar de culpas ni responsabilidades, porque pudo haberle pasado a cualquiera, tristemente le tocó a esta tripulación y su comandante pero estoy seguro que el submarino estaba en óptimas condiciones, un marino (sea operador o técnico) no sale a navegar si no está seguro de ello”.
Sobre el final, Torrigiani no deja de pensar en aquella imagen que fue esperada por tantos argentinos, “muchas veces pensé en aquellos que miraban al horizonte esperando ver emerger esa silueta de nuestro submarino; fue una tragedia y hay que aprender a vivir con ella. Hoy solamente queda acompañar en lo posible a nuestros compañeros, y valorar a nuestra flota argentina y su bandera, para seguir trabajando codo a codo como siempre lo hemos hecho”.