El valor fundamental de la vocación
Victoria.- El pasado 21 de noviembre se conmemoró en nuestro país el Día de la Enfermería, desempeñar tareas de enfermera/o no es una misión sencilla, requiere de cualidades dignas de admirar. Nuestro Semanario en reconocimiento de este noble trabajo entrevistó a una profesional en la materia.
Marita nació en XX de Septiembre, un pueblito muy chico cerca de Nogoya, siendo muy joven y ante la necesidad de encontrar un trabajo, se inscribió en la Carrera de Auxiliar de Enfermería en la vecina ciudad. En principio era poco lo que conocía de la profesión, pero la necesidad de acceder a un título, ante las escasas posibilidades de trabajo fue la primera determinación. “Tengo que estudiar y voy a iniciar esta carrera”, se propuso. Además la demanda de clínicas y hospitales garantizaba la posibilidad de acceder a un puesto laboral porque no se conseguían enfermeras. Se recibió y la premonición se le cumplió, si bien no comenzó a su lugar de residencia, ingresó a una clínica que se inauguraba en Victoria (Centro Médico) con tan solo 18 años.
Junto a colegas recién recibidas comenzaron a poner en práctica todo lo que aprendieron. Ahí fue el momento en el que despertó su vocación, la responsabilidad de cuidar enfermos, atender las demandas y tutearse situaciones límites Todo esto la fue modelando y le generó mucha responsabilidad. Comenzó a gustarle lo que hacía. Aunque reconoció en ciertos momentos siendo joven le pasaron muchas cosas por la cabeza y ante situaciones límites que la impactaron, se generaron dudas, especialmente si en el futuro podía seguir en esta profesión. Todo pasó y actualmente lleva sobre sus hombros 30 años de enfermera.
Ese centro de cerró, posteriormente paso al Policlínico y finalmente recaló en el Hospital Fermín Salaberry, donde desempeña tareas hace 22 años.
Pero tampoco se conformó con esto, durante toda su etapa laboral siguió estudiando, primero para recibirse de Enfermera Profesional y el año pasado se graduó como Licenciada.
Pasó por varias secciones, desempeño tareas en quirófano, y actualmente está en la Sala de Mujeres. “Amo mi profesión”, sostiene con su voz y con su rostro.
Los controles y las prácticas diarias pasan a ser una rutina, pero no solamente se reduce a eso la actividad. Hay pacientes que no tienen ningún tipo de ayuda, en esos momento tienen que atender, escuchar y contener. “Generan una gran dependencia con nosotros, nos esperan para comentar cosas o charlar porque no tienen muchas veces a nadie que lo visite. En estos casos uno comprende que eso le puede pasar a cualquiera”.
El trabajo se hace en conjunto y forman parte de un equipo, consideró que es fundamental para ser eficientes en el servicio, actualmente se desempeña como Jefa de Servicios de Clínica de Mujeres.
También las tareas se extienden a otras áreas cuando hay que reclamar prácticas médicas, buscar medicamentos y gestionar cosas que faltan, especialmente cuando se trata de enfermos arancelados y la mutual que no cubren un examen o un medicamento. En esos casos solicitamos que lo suministre el hospital. “No me puedo quejar porque en general se cumple con las demandas”, sostiene.
María Bussón (52) oriunda de Nogoya, está radicada en nuestra ciudad desde los inicios de su actividad, está casada y tiene un hijo de 30 años. A pesar de tantos años de antigüedad en la enfermería, aún le falta edad para acceder a la jubilación.
Finalmente y a modo de mensaje para las nuevas generaciones de enfermeras, aseguró que, los que deseen seguir esta carrera, tienen que tener esencialmente vocación y ganas de trabajar, porque se desarrolla mucha actividad dentro de un hospital o clínica. “Yo desde mis inicios abracé la profesión y es lo que me gusta, pero una persona que tiene que hacerlo solo porque necesita trabajar, es muy difícil de adaptarse”.