Producir antídotos
El señor Veneno
Daniel Hermann, oriundo de Ramírez, trabaje en el Instituto Malbrán y es uno de los responsables de producir antídotos para picaduras o mordeduras de serpientes, arañas y escorpiones para todo el país.
Ramírez- Bajo el título “El señor veneno”, en la edición del domingo 23 de julio de Mirador Provincial, suplemento de Diario Clarín, publicaron la historia del biólogo Daniel Hermann (42), oriundo de General Ramírez.
La nota lleva la firma del periodista José Prinsich y remarca que el profesional hace 18 años que se desempeña en el Instituto Malbrán de Buenos Aires. Su función es crear el antídoto ante picaduras y mordeduras de serpientes, arañas y escorpiones. “Es un trabajo de riesgo y el peligro de ser mordido por una serpiente está siempre latente. Pero es mi trabajo, es una pasión, y es lo que más amo hacer en el mundo”, expresó el ramirense.
Hermann planteó que “Siempre que podía me cruzaba al campo y me traía algún bichito en un frasco. Vivía pegado a la casa de mi abuela. Entre mi casa y la de ella había un espacio de 50 centímetros. Era el lugar donde guardaba mis bichos para que no los encuentre mi papá o mi mamá y me los tiren. Los guardaba sin saber de su peligrosidad. Ese lugar se transformó en una especie de laboratorio”, recordó.
A Buenos Aires
Cuando terminó quinto grado en la Escuela 13 “Blanco Encalada”, Daniel y su familia se fueron a Buenos Aires. Pese al cambio de territorio, la pasión se mantuvo intacta. Empezó a asistir al Museo Argentino de Ciencias Naturales “Bernardino Rivadavia” con el objetivo de divisar ejemplares y aprender sobre ellos. Pero había una cuestión no menor: eran animales muertos. “Yo quería animales vivos, que se muevan. Así que busqué y golpeé las puertas hasta que me abrieron. Ahí me empecé a contactar con profesionales”, manifestó.
El investigador consiguió permiso para que los miércoles y viernes pudiera ingresar a colaborar en la institución. A su vez, salió un nombramiento para cubrir un cargo en el Instituto Malbrán, dependiente de la Administración Nacional de Laboratorios e Institutos de Salud (Anlis). Daniel presentó toda la documentación para obtener la vacante.
Desde hace 18 años se desempeña en el Carlos Malbrán. Es el encargado del sector serpentario y uno de los responsables de producir antídotos de serpientes, arañas y escorpiones para todo el país.
De su rutina rescata que lo más lindo es no saber qué puede pasar. “No es como una fábrica donde uno sabe que todos los días va a hacer un tornillo igual”. En el laboratorio se extraen los venenos de serpientes yarará, cascabel y coral, y arañas (marrón y viuda negra) y escorpiones, todos los ponzoñosos de la Argentina. Después de un largo proceso, se producen 25 mil frascos anuales de antídotos para abastecer a todo el país.
“Existen muchísimos animales venenosos, que muerden y que pueden inyectar veneno. No hay forma de salvarse si no es con el antídoto específico de este animal. Mi mundo gira en torno a esto. Me cuesta llevar una vida normal porque me la paso viajando. Me meto en la selva, el monte, la Patagonia, la Mesopotamia, un río, arriba de un árbol o dentro de la cripta de un cementerio. Donde haya animales ponzoñosos allí voy a estar. Los agarro, les saco el veneno y los llevo al laboratorio. Es un trabajo de riesgo y el peligro de ser mordido por una serpiente está siempre latente”, sostuvo el licenciado en Biología.
Riesgos
En lo que refiere a su labor diaria, expresó que “todo el tiempo trato de minimizar los riesgos, no hacer movimientos innecesarios o agarrarlas por que sí. Cuando las ordeñamos, por ejemplo, tratamos de hacer todo lo que se pueda en el momento: pesarla, sexarla y medirla”.
“Siempre me apasionaron más las serpientes. En el Malbrán somos el primer eslabón de la producción de antiveneno. De las 137 serpientes que hay en Argentina, solo 11 son de importancia médica. En la zona de Ramírez se pueden encontrar yararás. Después hay un montón de culebras que son inofensivas. Todas las que llamen la atención con coloración no tienen importancia médica (verde, rojo o amarillo)”, agregó.
Destacó que “las yararás son serpientes de color blanquecino con marrón oscuro. Esta serpiente por lo general no se va, se queda enroscada y lista para morder. En cambio, las culebras –que son las inofensivas–se escapan”.
Desde que se inicia el plan, se tarda unos cuatro meses en elaborar el antídoto. Esto se hace con caballos. Se saca el veneno, se prepara en el laboratorio y se lo inyecta al caballo. Luego se le saca sangre a ese caballo. Esa sangre contiene las inmunoglobulinas que van a repeler el veneno que haya en el cuerpo.