Sociedad
El puente con Rosario y las posteriores inversiones de capital en Victoria
En Entre Ríos son cada vez más numerosas las ciudades que solo registran crecimiento vegetativo, con personas cada vez más longevas y jóvenes que emigran en busca de mejores oportunidades. Y pocas las que crecen por la generación de ofertas laborales genuinas, locales, que permiten a sus hijos permanecer y arraigarse en el lugar de sus afectos.
No diremos nada nuevo si citamos una de las condiciones fundamentales de la economía y el trabajo: la inversión de capital. Allí donde hay inversión hay crecimiento, como también lo hay –con una dinámica distinta- allí donde existen emprendedores. De ahí el valor de fomentar el emprendedurismo desde los centros económicos y el gobierno municipal.
En el caso de Victoria, con insuficiente inversión privada generando empleo de calidad, se dio una situación atípica con la apertura del soñado camino a Rosario, donde invirtió el Estado. Aquella inversión construyendo un “puente” estratégico para nuestra ciudad y provincia; la conexión directa con la gran urbe rosarina; abrió una enorme oportunidad para el turismo y ante esa perspectiva se multiplicaron las inversiones de capital en Victoria.
Nadie invirtió decenas o cientos de millones de dólares, pero hubo vecinos de la ciudad que arriesgaron invirtiendo en servicios para el turismo, más allá de que algunos proyectos de mayor inversión privada no prosperaron porque prevaleció la presión de algunos sectores en cuanto a cuidar los espacios naturales, que fueron oportunidades perdidas, aunque por una causa muy atendible.
El puente, la unión con Rosario, tuvo un efecto similar a las primeras perforaciones de pozos termales en Entre Ríos. Allí donde en medio del campo se hizo brotar agua termal, alrededor brotaron como hongos las inversiones inmobiliarias, principalmente hoteles y creció la economía. Federación, que parecía una ciudad sin destino, es el mejor ejemplo. Quizás no sea una exageración decir que la unión vial con Rosario fue para Victoria lo que los pozos termales en el noreste entrerriano.
El auge del turismo ‘post puente’ tuvo resultados comparativos confirmados por los censos de los últimos doce o trece años. Tomaremos para comparar al Departamento Nogoyá -solo por cercanía y afinidad-, como patrón de medida.
El Censo 2010, acusó en el Departamento Nogoyá 39.026 habitantes frente a Victoria que sumó 35.767 h. Tenía Nogoyá 9,1% más habitantes en su territorio departamental, contando ya con un par de industrias lácteas importantes.
En 2013, cuando se inauguró el “puente” Rosario-Victoria, ya se había achicado la diferencia porcentual. La proyección ‘estimada’ del Indec para Nogoyá, era de una población de 40.251 h y para Victoria 37.369 h. En este punto trascendente de la historia regional, el cálculo evolutivo poblacional había achicado la diferencia a 7,7% más habitantes entre Nogoyá y la mayor beneficiada con el puente; Victoria. No olvidemos que en esta ciudad ya se veía crecimiento inmobiliario por la expectativa que creaba la autovía durante su construcción.
Nueve años después el Censo Nacional de Población, Hogares y Viviendas 2022, contó 43.195 habitantes en el Dto. Nogoyá y 40.652 para el Dto. Victoria. Nótese el crecimiento poblacional de esta última. Nogoyá había crecido entre censo y censo 12,7% y Victoria 13,7%, achicando aquella diferencia de población total, que quedó en 6,3%. Siendo algo menor en población Victoria, sumó sin embargo en ese lapso 716 habitantes más que Nogoyá (4.885 contra 4.169).
Se cree que la mayor parte de la supuesta inmigración que benefició a Victoria fue residencial, es decir, no de personas que vinieron por oportunidades de trabajo sino en busca de mayor seguridad, tranquilidad, y un ámbito de vida más saludable que el que ofrecen las grandes urbes. Aún así, la inversión local fue evidente y pudo absorber a una camada de jóvenes en edad de incorporarse al campo laboral.
Lo que tratamos de demostrar en este ligero análisis, es el cambio beneficioso que ha tenido Victoria a partir de la apertura del camino sobre el ancho Paraná, lo que demuestra además la dependencia que toda comunidad tiene de la inversión de capital.
Hemos tenido que recurrir a datos de proyección estimada del Indec, en un caso (2013), y en censos oficiales que dejaron algunas dudas en la población, cuyos resultados tardaron demasiado tiempo en aparecer, e incluso aún hoy es difícil obtener información sobre municipios, por lo que hemos tomado datos por departamento.