El pingüe negocio de combatir el vicio del pucho
Segundo aumento en el precio de los cigarrillos en lo que va del año. Fue del 6% y 7% según la tabacalera. En la actualidad, las ventas de Philip Morris y Marlboro -las marcas número uno y dos en el país- representan casi 70% del mercado tabacalero argentino, y el tercer puesto del ranking se lo disputan otras dos marcas de origen internacional como Lucky Strike y Camel.
Un gobierno desesperado por plata fresca encuentra en el cigarrillo la mejor e indiscutible razón para abusar de este producto.
Teniendo en cuenta las necesidades fiscales y la situación de emergencia económica y social que atraviesa la Argentina, desde FIC Argentina remarcan que aumentar los impuestos a los productos de tabaco implica una oportunidad de generar recursos para el Estado, al mismo tiempo que cumple con la obligación de proteger el derecho a la salud (¡Bingo!). Y no es ficción. Los números indican que con cada aumento cae el consumo.
“Una suba del 70% al 75% en la alícuota de los impuestos internos a los cigarrillos generaría un aumento del 18% en el precio real de estos productos, una reducción del 7% en el consumo, y aumentaría la recaudación del Estado en $18.000 millones al año, incrementando los recursos para la Nación y las provincias a través de la coparticipación”, declaró Gabriel Giacobone, economista de FIC Argentina. El aumento de impuestos internos a los cigarrillos al 75% es una facultad delegada al Poder Ejecutivo por el Congreso Nacional desde diciembre de 2019.
De esta manera, la suba de los impuestos al tabaco genera un impacto positivo en múltiples aspectos: aumenta la recaudación del Estado, disminuye el costo por atender enfermedades asociadas al tabaquismo y reduce el consumo.
Argentina tiene uno de los cigarrillos más baratos del mundo y el consumo aún es elevado: uno de cada cuatro adultos fuma según la última Encuesta Nacional de Factores de Riesgo (2019). Esta encuesta también reflejó que el 75,8% de la población está de acuerdo con el aumento de los impuestos a los cigarrillos, convirtiendo a esta gabela en el único impuesto aceptado por amplia mayoría popular y debería ir al Guinnes de los asombros.
25 para ti… ¡75 para mi!
Hay quienes aseguran que fumar siempre estuvo al alcance de los sectores más populares, pero fue en otro tiempo cuando la gente de bajos ingresos tenía acceso a cigarrillos sin filtro, con marcas como Colmena, Particulares 12, Florida, Kent…, a quien le daba para más el bolsillo podía optar por Jockey Club, Parliament, Camel, L&M, y varios otros. Eso fue antes que nuestros gobernantes se avivaran de esa luminosa fuente de recaudación rápida y de contribuyentes cautivos.
El caso es que hoy, fumar “un atado” o una caja (box) por día puede significar 5.000 pesos y quemar 40 cigarrillos diarios cuesta el doble. Difícil para alguien que gasta esa suma en un único vicio, hacerle faltar un par de zapatillas a un hijo o la cuota algún electrónico necesario en el hogar.
El caso es que a cientos de miles de fumadores (incluye a todos los géneros) que iban por la vida diciendo que es muy difícil dejar de fumar, el Estado se lo hizo fácil llevando la carga impositiva de los cigarrillos al 75%.
Por cada 100 pesos que se convierten en humo, el gobierno embolsa 75 y el kiosquero se queda con moneditas, teniendo que pagarlos por anticipado a las tabacaleras.