El periodista Nicolás Kasanzew fue testigo de todo lo que se calló y se ocultó durante la guerra de Malvinas
Nicolás Kasanzew fue el periodista argentino que cubrió la guerra de Malvinas para ATC, y bajo extremas condiciones de censura. Hasta que volvió al continente no se enteró cómo salían sus reportes para televisión ni tampoco las notas que enviaba a la revista Siete Días.
Por ser «la cara de la televisión en la guerra» pagó un alto costo personal y tuvo que irse del país para ejercer su profesión. Sin embargo, su trabajo periodístico fue reflejado en dos libros, Malvinas, a sangre y fuego y La pasión según Malvinas.
Este lunes estuvo visitando la ciudad de Viale, donde brindó charlas en las escuelas locales. En una nota exclusiva con Paralelo 32 habló de los más diversos temas. Aquí reproducimos parte de la misma (que saldrá publicada en la edición papel), sobre su cobertura de la guerra de Malvinas.
–¿Cómo llegó a las islas?
–El 4 de abril Daniel Mendoza, aquel famoso periodista con su seducción tan particular, consiguió subirse a un avión y me hizo subir a mí.
–Cómo era el trabajo que hacían.
–Era un trabajo muy difícil, porque me habían asignado un censor, un capitán de Ejército que cuando me acompañaba decía «esto se puede filmar, esto no», y cuando no nos acompañaba, miraba en el viewfinder de la cámara y las cosas que no le gustaban me obligaba a borrarlas. Yo le rogaba que no las borrara, que las guardara él, eran imágenes para la historia, pero fue implacable. Incluso me amenazó con una corte marcial. Ese era el primer filtro. Nosotros después mandábamos el resto del material. Recién cuando vuelvo al continente me entero que mi material pasaba distintos escalones de censura. Mis compañeros de Canal 7 me dijeron que el 90 o 95 por ciento de lo que mandamos fue destruido, no solo no emitido, directamente destruido.
–Además era corresponsal de la Revista Siete Días. ¿Qué pasó con esas notas?
–Escribía mi diario de guerra para Siete Días, que tampoco pude leer durante la guerra. Cuando vuelvo me doy cuenta que a mis notas les habían adosado introducciones triunfalistas. Le reclamé a mi editor y me dijo que si no agregaba eso, no le dejaban publicar nada. No tendría que haber publicado nada, le dije. Por suerte, yo conservo mis manuscritos y los télex que no se pueden falsificar, donde puedo probar que esas introducciones triunfalistas no eran mías.
–¿Por qué cree que la sociedad también se olvidó de la guerra?
–Evidentemente somos un pueblo obscenamente exitista. Perdimos la guerra y todo el mundo dio la espalda. Ese exitismo, sumado a que se intentó mezclar todo, demonizar a las Fuerzas Armadas completas sin separar la paja del trigo. Malvinas coincidió solo cronológicamente con el gobierno militar. En todo lo demás fue distinto. No tenía nada que ver una cosa con la otra. Malvinas fue una guerra noble por una causa justa que nada tuvo que ver con los militares que gobernaban.
– ¿Cuál es su mensaje sobre la Guerra de Malvinas?
– Como en tantas cosas, hay que dar la verdad completa. Dejemos de ver las miserias en Malvinas, miremos la otra cara, el heroísmo de los combatientes, los actos de abnegación. Es una gran injusticia para los combatientes, no reconocerlos. Es una gran injusticia para el país, que le están robando su historia. Nos pasa en otros aspectos también, la visión cerrada. A mí me impacta especialmente lo de Malvinas. Se han suicidado más combatientes después que los caídos en combate. Por el abandono de los diez primeros años, no les dieron una contención. Esto sigue hasta el día de hoy. Ahora hay contención médica en algunas partes y también pensión digna. Pero siguen sin reconocimiento. ¿Dónde está la palmada en la espalda y el agradecimiento?
– ¿No pasa eso también en otros países que perdieron guerras?
– En Nueva York, estaba en la casa de mi primo y se cumplían diez años del fin de la guerra de Viet Nam, una guerra impopular en una ciudad antibelicista. Hubo y desfile y les hicieron un reconocimiento a los soldados que pelearon en Viet Nam, no a los políticos que los mandaron a la guerra. Entonces, yo dije ingenuamente que iban a pasar diez años en Argentina antes que se lograra el reconocimiento para los soldados de Malvinas y van a tener su desfile. Pasaron 35 años y no hubo reconocimiento. El año pasado los incorporaron, con muchas dificultades, al desfile del 9 de Julio.
– Un general inglés declaró que sin la ayuda de Chile no se ganaba en Malvinas.
– Creo que es muy exagerada esa declaración. Es darle demasiada importancia al apoyo de Chile, no fue decisivo. Perdimos la guerra por la ayuda de Estados Unidos y porque nuestros generales capitularon. El secretario de la Marina de Estados Unidos en 1982, John Leman, dijo ‘si nosotros no les hubiéramos dado los misiles Sidewinder L, Inglaterra perdía la guerra’. Encima, el comandante de la fuerza militar británica, Woodward, decía que la flota no aguantaba más. Lo anotó el día que Menéndez decide rendirse. Lo escribió en su libro ‘Los cien días’ donde copia su diario de guerra. El 13 de junio enumera todas las bajas que le causó la fuerza argentina a su flota, y escribe: ‘Si los argentinos pudieran soplarnos, en este momento nos caemos’. En tierra, hay un documental de Malvinas para los treinta años, que se llama ‘El gran juego de Malvinas’, está en Youtube. Allí, los jefes militares ingleses dicen que esperaban con temor el contraataque argentino, porque ya se estaban quedando sin balas y sin pertrechos. Pero no ocurrió nunca el contraataque. Otra cosa que no podían entender los ingleses es cómo el Estrecho de San Carlos, donde desembarcaron, no estaba minado. No hubo contraataque, la mitad de los soldados argentinos nunca entró en combate, no empeñaron la tropa completamente en combate.