Sociedad
El papel de la despapelización
** La cajera del piercing en la nariz, con sus anteojos formales y pelo recogido a manotazos, se mostraba amable y pacífica, casi querendona, la mirada atenta, la energía intacta, con cada cliente que iba guardando sus productos en bolsas de polietileno prohibidas por una ordenanza que se acata pero no se cumple. Todo este escándalo vino a raíz de un tímido reclamo que hice desde mi frecuente falta de ubicuidad, lo admito: ¿No me das un ticket?
** --¿¡Cómo que un ticket!? –estalló como si un ex novio le hubiese pellizcado las nalgas– ¿De qué es el ticket, ah?, ¿de qué está hecho?
_Y qué se yo… siempre fueron de papel…
--¡Claaaaaro! Y lo dice como si fueran de cáscara de banana; de papel son; de-pa-pel; hay que voltear un árbol por cada ticket, pero al señor poco le importa la ecología. Lo veo en su cara, mire esas cejas tan típicas del depredador,… pide un ticket de papel ¿y para qué?, para su propio ego. ¿Nunca oyó hablar de la despapelización? ¡Así está el mundo, el clima como loco y el señorito quiere seguir talando bosques para obtener un ticket que mete al bolsillo y después se lo lavan con el pantalón!!!
** Fue como si el sol se detuviera en el horizonte. Todos los pájaros callaron. A una señora se le cayó de las manos un sifón de vidrio y ni siquiera hizo ruido. Creo que no llegó al piso, se detuvo en mitad de la caída. Miré hacia la fila que se había formado frente a la caja y sentí la energía bélica de una ristra de ojos acusadores que me abrumaban con su silencio. Mirá vos hasta qué punto llegó este asunto de la despapelización –pensé ingenuamente-.