El ombligo está que arde
** Más adelante en esta columna hablamos con don Leoncio sobre su forma de relacionarse con las mujeres; mejor dicho con la única que tiene, la Violeta, pero antes nos pondremos en autos con respecto a las multitudinaria marcha con final escandaloso en Buenos Aires.
** Actos de furia y terror coronaron una marcha… paradójicamente contra la violencia de género. Este podría ser un título para la multitudinaria manifestación que tuvo lugar el miércoles en la Capital Federal, contra la cultura machista, que se replicó en varias capitales de provincia.
Pero ese título sería equivocado, o por lo menos injusto con decenas de miles de mujeres y también hombres que se manifestaron en paz –más allá de que los discursos de sus dirigentes fueron puramente políticos- y luego se desconcentraron pacíficamente.
Se quedaron a cometer desmanes solo las que de tanto querer igualar a los hombres, los superaron.
** Es una pena que la fotografía última de esa tarde fuera de mujeres que son temidas por los hombres; porque la jornada sirvió para registrar testimonios desgarradores de mujeres abusadas y de las que luchan pacíficamente por una sociedad diferente.
** Si la Capital Federal es el ombligo del país, el microcentro siempre en llamas es el ombligo del ombligo. El día anterior habían marchado por allí las organizaciones sindicales y tuvieron un final igualmente desafortunado, donde se repitieron escenas de los ’70. Los violentos llegaron al escenario e hicieron un desparramo, volaron trompadas, palos, micrófonos, puteadas. A los dirigentes del palco les hubiese gustado acusarlos de “infiltrados”, pero esa iniciativa equivaldría a escupir para arriba, porque no se puede decir que el PJ no esté integrado a la CGT, y tanto La Cámpora como el FpV (que asaltaron el palco) son todavía parte de él.
En el reino de Paradoja
** Más allá del final indeseado para la mayoría, la marcha fue histórica demostrando que la dirigencia vuelve a tener una convocatoria masiva. No le hace justicia que los nostálgicos de una revolución a palos y tiros que no hicieron pacíficamente cuando fueron dueños del poder, terminaran siendo funcionales al gobierno de Macri. No está bien visto andar quemando féretros en los palcos.
** Quizás la Argentina sea difícil de entender para los extranjeros que deseen comprenderla. Adentro hemos naturalizado algunas cosas que no tienen pies ni cabeza, que ya no nos asombran a pesar de su anormalidad. Una de ellas es exigirle a un gobierno de centro derecha (más bien una especie de capitalismo populista) que gobierne como izquierda.
Por una vez coincidiré con el periodista Alberto Amato cuando dice “El reclamo gremial estuvo muy bien y fue muy justo, pero contenía una extraña paradoja, muy afín al peronismo, que consiste en exigir a un gobierno no peronista que tome las medidas económicas, sociales y políticas que tomaría un gobierno peronista”.
¿Hacen el amor y no la guerra?
** Si invitásemos a una mujer a escribir sobre el Día de la Mujer, ¿qué nos diría? Seguramente no mucho más de lo que su propia experiencia y entorno le sugiere. Su vida no es igual en Islandia –una de las sociedades más igualitarias- como en la Argentina o en Afganistán. El mundo actual es tan complejo que no vive ni opina igual una mujer musulmana que reside en el segundo cordón de París (fuertemente islamizado), que otra de hábitos occidentales radicada en el centro de la capital francesa, separada por media hora de viaje.
** Algunos ensayos o ejercicios de lógica, evalúan como muy alta la probabilidad de que si las mujeres gobernasen el mundo no habría guerras. Sin embargo, en la mitología, la sociedad matriarcal y guerrera de las amazonas defendía su modo de vida con uñas y dientes… Desde Boadicea (Siglo I) o Juana de Arco (S. XV) hasta Margaret Thatcher la historia no confirma esta teoría. Parece más bien un pensamiento masculino este de considerarlas tan favorables a la paz y el amor, sin disposición para la lucha armada, indiferentes a la ambición, la necesidad, lo inevitable, el odio, los negocios, y otros promotores de conflictos bélicos.
** Aún cuando alguna soñara el sueño romántico de García Márquez, de invertir el costo de una ojiva nuclear para -aunque sólo fuera por un domingo de otoño- perfumar de sándalo las cataratas del Niágara. Aún cuando la presidente de una nación poderosa quisiera construir una aldea con hombres y mujeres que solo comieran del árbol del fruto permitido, finalmente resignaría esa obra para dedicar el dinero a fines urgentes, también muy acordes con su sensibilidad, que no parece ser tan distinta a la del hombre.
Pidió agua y lo tiraron a la pileta
** En otro plano, ese mundo de intramuros que le da techo a nuestra vida familiar, muchas veces funciona de un modo diferente al que representamos al asistir a aquellas marchas. De eso hablamos, ¿con quién?, obvio, con don Leoncio.
** —M. ¿Cómo está el ambiente en su casa, don Leoncio, con este ánimo tan revuelto? Pregunto por esto de las mujeres que insisten con que los hombres limitamos su libertad y su capacidad para realizarse, y otras disconformidades.
_L. Por lo que he visto por televisión el miércoles tienen libertad hasta para tirarles piedras a la policía y pintar toda clase de chanchadas sobre las blancas paredes del Cabildo.
–M. Bueno, eso fue obra de un grupo minúsculo, las otras volvieron pacíficamente a sus lugares de origen. Pero me parece que me está esquivando el bulto. Yo le pregunté por cómo maneja usted esta cuestión en su entorno ¿me entiende?, con doña Violeta.
** L. No tengo mayor problema, vea, mire. Sin ir más lejos para no pagar pasaje al cuete, esta semana la Violeta me dijo de frente march: Mañana es el día de la Mujer, así que no cocino ni limpio.
—M. Uia. Suena como a una plantada, ¿o no?
_L. Yo tranquilo. No hay plantao que dure si usted no le deja crecer demasiado las raíces. Le dije tranquilamente que me doy por anoticiado de su decisión. Le digooo, le dijeee… No hay ningún problema para eso mi prienda, ponga hoy medio pollo al horno para que lo comamos frío mañana y deje todo limpio antes de la noche y ya está.
** —M. ¡Eeeese es mi rotwailer! ¿Y ella qué?
_L. Se lo tomó con humor.
—M. Le hizo un chiste y rieron juntos.
_L. Casi no habló. Sacó de por ahí un delantal, me lo colgó tranquilamente del cuello, me lo ató atrás y me dijo: ‘¡empiece!’.
Cuestión de mandatos superiores
—M. (……) Perdóneme que no pueda evitar reírme don Leoncio, estoy tentado; no quisiera ofenderlo, pero déjeme decirle que se me está cayendo un ídolo.
_L. ¿Qué pasa, tiene un agujero en el bolsillo y lleva ahí una imagen del gauchito Gil?
—M. No, no, no. Me mantengo lejos de la idolatría pagana. Figurativamente el ídolo es usted. Lo tenía como un hombre que en su hogar traza los renglones por donde hay que escribir. Usted me habló de las Sagradas Escrituras hace poco, y bueno, si no le erro, en una parte exhorta: “Mujeres, sujétense a sus maridos”.
** _L. Me da como que usted es uno más de los que solo leen o escuchan lo que quieren oír. Algunos versículos antes de eso que menciona, mangrullero, la palabra de Dios nos manda a amar a nuestras esposas. (Solo para ayudar a don Leoncio en esto, copiamos y pegamos la cita de Efesios 5: 25-33 “Maridos, amad a vuestras mujeres, así como Cristo amó a la iglesia, y se entregó a sí mismo por ella”. N de R)
** —M. ¿Y ?
_L. ¿Cómo ‘y’? ¿cómo ‘y’?, yo tendré poca escuela pero tomo té de ortigas para despejar el cerebro y avivarme un poco. Allí dice que usted tiene que amarla y ella sujetarse a su amor. Y el amor no cachetea ni prepea. El amor más bien da, no pide. Lea bien, se nos manda a dar la vida por ellas, no a quitársela como está pasando todos los días.
** —M. Suscribo sus palabras don Leoncio, es una sujeción al amor, pero me queda una duda, ¿por qué tienen que sujetarse?
_L. Usted pregunta más que gurí chico. No sé. Pero no es la sujeción del milico a su superior. ¿Estuvo enamorado alguna vez?
—M. Estuve y estoy.
_L. Bueno, experimentará que el amor le pulveriza todos los no, solo le quedan los sí, hasta el más pintao se vuelve medio pel….
—M. …No hace falta que sea tan explícito don Leoncio. Pienso que las mujeres tampoco quieren que el hombre sea un flan que se babea de amor. Pero… ¿por qué estamos hablando del amor de parejas, si las mujeres se están sublevando por la cultura machista de la calle? “¡No vamos a tolerar más una actitud, un gesto, una palabra que nos subestime o degrade!”, dijo una de las manifestantes a un canal.
** _L. Buhéh, vamos a tener que cuidarnos mucho. Una lástima porque se van a perder algunas tradiciones lindas de nuestra cultura.
—M. ¿Cómo qué?
_L. Los chistes sobre suegras, por ejemplo.