El odio según “Pepe” Mujica
Luis Jacobi (*)
“En mi jardín hace décadas que no cultivo el odio, porque aprendí la dura lección que me dio la vida, que el odio termina estupidizando porque nos hace perder objetividad frente a las cosas. El odio es ciego como el amor, pero el amor es creador y el odio destruye”, dijo esta semana José “Pepe” Mujica”, ex presidente de Uruguay, al renunciar a su banca en el Senado del vecino país.
En su breve y último discurso público, el líder que predicó con el ejemplo se declaró pasional, pero “una cosa es la pasión y otra es el cultivo del odio, porque hasta hace poco creíamos con pasión una definición de la libertad, y ahora la ciencia nos dice que, si por libertad se entiende seguir los deseos y las inclinaciones, la libertad existe; si por libertad se entiende que somos capaces nosotros de gestar esas inclinaciones y esos deseos, la libertad no existe. He vivido con una definición y me han cambiado todas las letras ahora; a este problema lo tienen las nuevas generaciones. La política tendrá que hacerse cargo, porque la política es la lucha por la felicidad humana aunque eso suena a quimera”.
“Mucha gente nos ha dado el apoyo en estos veinte y pico de años. Tengo que estarles agradecidos a ellos. En política no hay sucesión, en política hay causas, y los hombres pasamos y las mujeres también; algunas causas sobreviven y se tienen que transformar y lo único permanente es el cambio”.
“La biología impone cambios pero también tiene que haber una actitud de cambio, de dar oportunidad a nuevas generaciones, construir, ayudar a construir el porvenir ya que la vida se nos va, es inevitable, pero las causas quedan”.
“He pasado de todo en la vida. Estar seis meses atado con alambre con las manos en la espalda, irme de cuerpo por no poder aguantar en un camión estando dos días o tres. Estar dos años sin bañarme y tener que bañarme con un frasco o una tasa de agua con un pañuelo. He pasado de todo pero no le tengo odio a nadie, y les quiero trasmitir a los jóvenes que hay que darle gracias a la vida. Triunfar en la vida no es ganar, es volver a levantarse y empezar cada vez que uno cae”, concluyó.
En el atardecer de su vida, frente al último horizonte de luz, el viejo y sabio líder deja un mensaje de paz para quienes quieran mirarse en su propio espejo o buscar razones existenciales en estas palabras de un violento redimido, ex guerrillero muy temido a quien la vida le enseñó que cuando buscamos a alguien, buscamos en nuestro entorno algo que está dentro de nosotros, como postulaba Herman Hesse (Premio Nobel que tanta popularidad ganó en la Argentina de los años ’70) en su punto de razonamiento sobre el odio y el por qué odiamos: “Ninguna persona puede ver y comprender en otros lo que ella misma no ha vivido”, en consecuencia, “cuando odiamos a alguien, odiamos en su imagen algo que está dentro de nosotros”.
(*) Periodista. Director periodístico de Paralelo 32