Por Luis Jacobi (Paralelo 32).- ¿De qué habla el nuevo libro de Daniel Enz (El Nido – Poder, justicia y corrupción en Entre Ríos). Con este título tan descriptivo es sobrado decir que no solo muestra la corrupción sino que describe su trama, con nombres y apellidos, y decodifica el juego del poder.
“En Entre Ríos, uno podría decir que a todo corrupto o corrupta le llega en su momento la tapa de Análisis, esa revista que hace casi 30 años ilumina la provincia”, dice el prologuista de este libro, Prof. Fernando J. Ruiz. Su afirmación es inobjetable. Este medio ha provocado el inicio de muchas causas judiciales de gran importancia institucional, porque al tomar estado público un caso de corrupción, es más difícil que estas cuatro cosas sucedan: que no se judicialice; que se judicialice pero después duerma el sueño de los ‘tiempos de la justicia’; que el caso quede aplastado bajo las chicanas de los defensores; o llegue a un fallo absolutorio cuya fundamentación se escribe intramuros sin vergüenza alguna, que la sociedad no conocerá.
No decimos que esto es lo que pasa, sino que puede pasar y ha pasado muchas veces, pero es menos probable cuando la prensa se ocupa de los detalles y el seguimiento y averigua lo que se quiere ocultar, aportando más pruebas.
No son pocos los “perjudicados” por los libros de Enz que, habiendo vivido siempre de la función pública, no hubiesen podido alcanzar legítimamente tanta riqueza ni siquiera viviendo cien vidas. Unos se ceban y lo muestran, otros quieren ocultar lo inocultable. En el caso que trata El Nido y trató antes El Clan, han sentido tanta impunidad que hasta llegaron a armar una mesa de dinero en un rincón de la Casa de Gobierno de la provincia, para ‘trabajar’ la plata sucia.
Son los que atacan y descalifican al periodista y presionan sobre fiscales y jueces, como si éstos pudieran desentenderse de todas las evidencias publicadas tanto en la revista Análisis como en sus libros, que aparecen uno por año, mostrando los puntos infecciosos del poder entrerriano.
En el caso del exgobernador Urribarri, su cuñado y su hijo Mauro, personajes centrales de esta trama de El Nido, siguen hoy con fuertes vinculaciones para ejercer poder. Existe el poder por cargo y el poder simbólico, porque pueden hablarles a miles de seguidores para persuadirlos con su discurso donde siempre se declararán perseguidos políticos, mientras que los jueces solo pueden hablar por sus sentencias.
Enz desnuda no solo la corrupción de Estado con sus condignos enriquecimientos ilícitos cometidos por segundas y terceras líneas, o parientes del poder; también a los que aún mantienen cierto liderazgo después de 2015. Son figuras que por sus posiciones encumbradas suelen ser ‘canonizadas’ por grupos de seguidores o beneficiarios de sus favores; especie de adoradores que ponen a sus líderes/benefactores en un pedestal, y toda desaprobación que recaiga sobre ellos será negada y maldecida por un aluvión de mensajes en redes. Son las eventualidades que padece todo periodista de investigación.
No es fácil denunciarlos en una provincia, y mucho menos en soledad como probablemente se ha sentido muchas veces este periodista pionero de la investigación en Entre Ríos. No lo hace por placer, más bien le ha costado dolores. Lo hace en ejercicio de una prensa libre que siempre defendió.
¿Acaso similares entramados de corrupción no se tejen en todas las provincias en mayor o menor grado? En todas ellas y en los tres poderes y fuerzas de seguridad, hay tenaces defensores del bien público, de la honradez, de la ética. Esto es felizmente cierto. Pero ¿no hay ‘nidos’ de corrupción en ellas? Es más probable que no haya un periodismo capaz de arriesgarse a hacerlo público y sumar su propia investigación.
¿Persigue a alguien el autor de El Nido, como argumentan los perjudicados de sus delaciones siempre cuidadosamente documentadas? Es evidente que no persigue a los corruptos; los pone en evidencia y deja que la justicia haga lo suyo. Persigue a la corrupción. Para expresarlo bíblicamente: no aborrece al pecador sino al pecado.
Para cerrar, nos permitiremos hacer uso de otra certera definición del profesor Fernando Ruiz: “Para el registro de la historia va a quedar que nadie en esta provincia podrá decir que no sabía, que no se enteró”.