** Sentados sobre este diminuto planeta azul, solo una mota de polvo en el enorme polvaredal de una tormenta caprichosa, por estos días vemos pasar una caravana sin principio ni fin de gurisitos y gurisitas rumbo a los jardines de infantes o aulas con pizarrones verdes. Y uno, que tiene curiosidad por el mañana cercano, piensa en cómo serán sus vidas dentro de veinte años cuando la brecha tecnológica haya profundizado los dos mundos inevitables. Muchos de estos pequeños tendrán acceso a la inteligencia artificial, otros no la alcanzarán totalmente, otros no la entenderán y vivirán una vida marginal, segregados en ghetos, sin posibilidad de sobrevivir con trabajos de calidad. ¿O habrá otras soluciones?

** Estamos viviendo un tiempo cuando la tecnología no espera a las generaciones anteriores como lo hizo hasta poco antes de finalizar el siglo XX. No puede, fluye como en cascada. Es vertiginosa y para afianzarse necesita que se extingan las camadas humanas que están muy lerdas para esperarlas (me incluyo a pesar de mis esfuerzos) y además pesan sobre los presupuestos en un mundo escaso. Y no hablo solo de la selección por edades sino también por capacidades. Los que no puedan seguir este desarrollo vertiginoso no lo pasarán bien, aunque mucho mejor que sus ancestros cuando estaban mal.

** ¿Qué es esto? ¿Nació un profeta? ¿De qué presume el mangrullero? Nada de eso. Hoy es fácil imaginar el futuro porque la humanidad marcha en una misma dirección y es bastante predecible, aunque nada sea seguro porque no son predictibles los cataclismos capaces de cambiar el rumbo del planeta. Y uno es curioso y se pregunta incluso si las mascotas (perros y gatos) son sostenibles en el tiempo porque se están morfando el 15% de los alimentos, que van a escasear, salvo que la élite mundial logre su propósito de acabar con todo lo que consume y no produce. Ya está logrando bajar los índices de natalidad.

La aceleración de los tiempos

** Los grandes cambios tecnológicos del pasado también trajeron sus consiguientes saltos culturales, pero le dieron al mundo mucho tiempo para su adaptación. Los procesos eran lentos. El transistor fue presentado al mundo en 1948 pero usted recién vio una radio a transistores veinte años después. Te lo cuenta un tipo que no podía soñar con ser bombero porque en su pueblo los incendios se apagaban a balde formando fila ante una canilla para recargar.

** La radiofonía había nacido en 1920 pero no como Google o el ChatGPT, al que el mismísimo día de su invención pudieron acceder millones de personas en el mundo que contaban con una compu y conexión a Internet. Y la inteligencia artificial, que consiste en grandes cerebros artificiales muy superiores al humano, que aprenden y razonan cada segundo y están transformando el mundo hora tras hora, así de rápido, no en forma lineal sino exponencial. Todo evoluciona en cuestión de días, de horas, ya no de siglos o décadas.

** Estos pequeños seres que nos inspiran ternura al pasar, muy pronto se verán impulsados fuera de su tiempo de Peter Pan, porque la infancia eterna solo existió en la fantasía de James Matthew Barrie, su creador. Y nadie puede dudar en cuanto a que la vida de los párvulos de hoy será muy diferente cuando tengan unos 25 años. Digo, diferente a los que tienen 25 hoy. Tampoco el nuevo mundo será para todos igual, principalmente para los que abandonen la escuela o no terminen ni el secundario, que hoy mismo ya no habilita para trabajos calificados.

Mi asistente la señora IA

** Para entonces podemos imaginar que el día comienza con un asistente de inteligencia artificial (IA) que personaliza la rutina matutina según el estado de ánimo, la agenda y la salud del joven. Un espejo inteligente le muestra noticias relevantes y recordatorios sociales, mientras sugiere qué ropa usar según el clima y las actividades previstas. El desayuno podría ser preparado por una impresora de alimentos, que crea comidas equilibradas con los nutrientes exactos que necesita. O quizás lo pida a un servicio de delivery, que entrega la comida en drones o robots repartidores. Robots que ya sabrán razonar por sí mismos y quizás estén pensando en armar un sindicato o una logia para someter a servidumbre a los humanos.

** Seamos realistas sin abandonar la perspectiva crítica. Es cierto que el futuro puede traer más avances tecnológicos impresionantes, pero también grandes desafíos. Dependiendo de cómo manejemos los recursos y el impacto ambiental en los próximos años, la vida de los jóvenes en 2045 podría estar marcada por ciertas limitaciones y crisis. Más vale que se preparen para la adversidad y aprendan a tiempo que cuando se es adulto, si hacemos algo mal alguien nos dirá que está mal. Preparémoslos también para afrontar frustraciones.

** Por estos días el país tuvo problemas de cortes de energía eléctrica, baja presión de agua o directamente caños vacíos. Si bien es probable que la energía renovable domine en el futuro, la demanda será altísima. Si nuestros genios no logran desarrollar tecnologías eficientes, como baterías avanzadas o fusión nuclear, podríamos enfrentar apagones frecuentes, aparte de los altos costos energéticos que no todos podrán pagar. Podría producirse una brecha brutal entre quienes pueden pagar y los que no.

A demoler churrasqueras

** En un mundo tan digitalizado y automatizado, una crisis energética afectaría desde el transporte hasta la educación, el acceso a la información, los sistemas de producción, provisión y seguridad, pasibles de ser hackeados. La escasez de agua potable también es vista por los expertos como un problema real que se agravará con el cambio climático. Desalinizar agua de mar o reciclarla será necesario, pero no todos los países tendrán los recursos para hacerlo. Los alimentos sintéticos y de laboratorio podrían volverse la norma, pero su aceptación dependerá de factores culturales y de su accesibilidad económica. La agricultura podría volverse un lujo reservado para quienes puedan pagar productos naturales y orgánicos, porque su forma tradicional de producir tiende a desaparecer gradualmente. Los insectos se multiplicarán libremente y victoriosos gracias a que los propios humanos (algunos) combaten los productos que los controlan. Lo que aún es una incógnita es qué pasará con nuestras idolatradas churrasqueras.

** Después de tanta dependencia de lo artificial, ¿sabrán estos jóvenes del mañana discernir entre lo natural y lo artificial? ¿Encontrarán el equilibrio entre la tecnología y lo esencial? ¿Despertará en ellos un deseo de autenticidad y será tendencia? ¿La amistad será genuina, o distante y conveniente? El año 2050 responderá a estas preguntas.