Sociedad
El impacto ambiental de la inteligencia artificial: energía, agua y residuos
Estudios revelaron que, desde el inicio de la IA, se incrementó el consumo de electricidad y de agua a nivel mundial
El avance de la inteligencia artificial (IA) ha traído consigo importantes desafíos medioambientales. Según investigaciones recientes, el entrenamiento de modelos de IA como GPT-3, desarrollado por OpenAI, implicó un consumo energético equivalente al de una familia tipo durante 23 años, aproximadamente 78.437 kWh. Este dato pone en evidencia el alto costo ambiental asociado al desarrollo y funcionamiento de estas tecnologías.
Un aumento exponencial en el consumo energético
El lanzamiento de ChatGPT el 30 de noviembre de 2022 marcó un punto de inflexión. Según la Agencia Internacional de la Energía (IEA), en 2022 los centros de procesamiento gráfico (GPU) consumieron entre el 1% y el 1,3% de la electricidad mundial. En 2023, el consumo energético de Google, propietario del modelo Gemini, aumentó un 16,2%, reflejando el impacto de los nuevos desarrollos en IA.
Los procesadores GPU, esenciales para entrenar y operar modelos de IA, consumen tres veces más energía que los CPU utilizados para búsquedas normales en Google, según el Instituto de la Ingeniería de España (IIE). Este mayor consumo energético ha generado preocupaciones sobre su sostenibilidad en el tiempo.
Consumo de agua: un recurso invisible pero crítico
El funcionamiento de los centros de datos no solo requiere grandes cantidades de electricidad, sino también de agua, utilizada tanto para producir energía como para refrigerar los equipos. Naciones Unidas para el Medio Ambiente (UNEP) alerta que, a nivel global, la infraestructura de IA podría consumir hasta seis veces más agua que un país como Dinamarca antes de 2027, debido a la necesidad de mantener estables las temperaturas de los servidores.
Residuos tecnológicos: una creciente amenaza
El impacto ambiental de la IA no se limita al consumo de recursos. Los centros de datos generan grandes cantidades de residuos electrónicos, muchas veces con materiales peligrosos como mercurio y plomo. Para fabricar una máquina de dos kilos, se requieren hasta 800 kilos de materias primas, evidenciando la alta huella ecológica de estos dispositivos.
Un estudio de la Universidad de Cambridge y el Instituto de Medio Ambiente Urbano de la Academia China de Ciencias, publicado en Nature Computational Science, proyecta que los residuos tecnológicos pasarán de 2.600 toneladas en 2023 a 2,5 millones de toneladas en 2030. Esto equivale a desechar entre 2.100 y 13.300 millones de unidades de iPhone 15 Pro, un cálculo que subraya la magnitud del problema.
Reflexión hacia el futuro
Aunque los avances en IA prometen transformar diversos sectores, el impacto ambiental plantea preguntas urgentes sobre cómo desarrollar estas tecnologías de manera sostenible. Abordar el consumo energético, la utilización de recursos hídricos y la gestión de residuos electrónicos será esencial para equilibrar los beneficios tecnológicos con la preservación del medio ambiente.
La sociedad enfrenta el desafío de encontrar soluciones innovadoras que permitan mitigar los costos ambientales de la inteligencia artificial, asegurando un futuro en el que el progreso tecnológico no comprometa la salud del planeta.