Sociedad
El gradual cumplimiento de aquella profecía
Corrían los años 96 al 98 del primer siglo de la era cristiana, cuando un hombre dijo que, hallándose “en el Espíritu en el día del Señor”, oyó detrás de sí una gran voz como de trompeta, que decía: “Yo soy el Alfa y la Omega, el primero y el último. Escribe en un libro lo que ves, y envíalo a las siete iglesias que están en Asia: a Éfeso, Esmirna, Pérgamo, Tiatira, Sardis, Filadelfia y Laodicea”.
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