El Diario despidió a 52 trabajadores y de este modo la patronal de la empresa centenaria hace su reaparición después de seis meses de silencio y quietud. Un silencio y una quietud que implicó la falta de pagos de los salarios, de los aportes. No hubo contacto con un pequeño intervalo allá por enero de este año, cuando los directivos propiciaron la firma de un convenio para el pago en cuotas de los sueldos atrasados.
Se había llegado a un acuerdo que claramente resultaba favorable a la patronal en un punto: permitía cancelar la deuda con los trabajadores en ocho cuotas. Pero eso implicaba el compromiso de cumplir los plazos y comenzar a andar un proceso de normalización en la relación laboral.
El convenio fue firmado entre los directivos y empleados pero cuando llegó el momento de pagar, volvió el mutismo de los empresarios. Este viernes 18 de mayo, los empresarios hicieron su reaparición pero para entregar medio centenar de carta-documentos informando sobre el despido de trabajadores pertenecientes, en parte al sector gráfico, al sector periodístico y al sector de administración.
De esa manera, El Diario vive un capítulo más de una larga agonía y estos despidos se producen cuando se cumple el cuarto día consecutivo sin que el periódico sea editado. Incluso no se imprimió el martes 15 de mayo, día en que el medio cumplía sus 104 años de vida.
Los telegramas son firmados por el abogado Andrés Arias, en su calidad de apoderado de la Sociedad Anónima Entre Ríos y esgrime como argumento la “notoria falta de trabajo y el cierre de la planta impresora”. Los trabajadores se enteraron que había cerrado la planta impresora por esa carta documento, porque hasta el momento nadie en la empresa había dicho una palabra sobre la clausura de la histórica rotativa.
Los despedidos son parte de El Diario, pero también algunos de La Acción, que es un diario más antiguo aún. Nacido en 1912, La Acción fue un periódico vinculado originalmente a la Iglesia, pero que en la década de 1970 fue adquirido por el fallecido empresario Arturo J. Etchevehere, pasó a sumarse a la listas de medios que editaban la sociedad anónima y se comenzó a distribuir en Nogoyá y las zonas aledañas.
La debacle más evidente de El Diario se produjo a partir de 2012, cuando los dos tercios de las acciones son compradas por empresarios ligados al gobierno de Sergio Urribarri. Primero fue el empresario prestamista Walter Grenón, luego el empresario publicista Ramiro Nietto, ambos ligados a los negocios con el Estado. El primero con una “mutual” que presta dinero a empleados públicos y que recupera el capital y los intereses a través del cobro directo que el Estado hace a favor de su empresa, el otro, Nietto, con la filmación de actos de campaña, actos de gobierno y también, a nivel nacional con la televisación de los partidos de fútbol que se hizo durante el gobierno kirchnerista.
La empresa también es de propiedad de parte de la familia Etchevehere. Concretamente de algunos de los sucesores de Luis F. Etchevehere, quien quera director periodístico del medio y falleciera en 2009. Entre los dueños del medio está el actual ministro de Agroindustria de la Nación, Luis Miguel Etchevehere, parte minoritaria de la empresa que tampoco se hizo cargo del pago a sus empleados.
Con el cambio de mano de la mayoría accionaria, el centenario diario fue manejado por hombres allegados al actual diputado provincial Pedro Angel Báez, en momentos en que era ministro de Cultura y Comunicación en la gestión de Urribarri.
Desde entonces, puesto a difundir propaganda política, a censurar actos molestos para el gobierno provincial de entonces y a reemplazar lugares clave por militantes oficialistas, El Diario experimentó una caída del 80 por ciento de su tirada, la caída total de la cartera publicitaria privada, que era muy fuerte al punto de hacer de El Diario una empresa solvente en las décadas anteriores, y a perder casi la totalidad de los suscriptores. Pronto desaparecieron de su esfera nocturna y matinal los canillitas que vocearon El Diario durante un siglo y la planta de personal se vio incrementada por los sueldos que sumó el oficialismo a la empresa.
Todo eso constituyó un cóctel explosivo que perjudicó notablemente a la empresa. Los dueños de la mayoría accionaria intentaron vender la parte suya de la empresa. Hubo negociaciones con el empresario y ex ministro menemista José Luis Manzano, que es uno de los dueños del grupo competidor Uno, pero las tratativas se frustraron.
Los despidos serían parte del acuerdo que los dueños de El Diario hicieron con los empresarios del diario santafesino El Litoral, que se haría cargo del matutino paranaense. De esa manera, la familia Caputto, editora del medio en la vecina capital, sumaría El Diario a su propiedad.
La adquisición de la empresa por parte de la familia santafesina fue desmentida por Federico Caputto, uno de los gerentes del medio, pero luego confirmada por otros integrantes del grupo santafesino. El Litoral ha recibido una fuerte inversión en dinero por parte de empresarios que no aparecen públicamente como tales. Algunas fuentes que indican que el que aporta el dinero es un sindicalista santafesino vinculado a la actividad del turf en todo el país y a la obra social de los trabajadores del sector hípico, Carlos Felice.
Al tiempo en que se produjo la agonía empresarial de El Diario, acentuada por la falta de inversión tecnológica y de innovación periodística que todo medio impreso necesita para sobrevivir en medio de la crisis de los diarios a nivel mundial, se dio un proceso de vaciamiento de los bienes y activos de la sociedad editora.
El Diario era dueño de valiosas propiedades que quedaron en manos de los tenedores de las acciones, a través de operaciones que actualmente investiga la justicia. Así, Grenón y los Etchevehere se quedaron con casas, departamentos, salones, oficinas que eran de la empresa. Se incluye entre las pérdidas de capital la torre de trece pisos que El Diario construyó entre finales de la década del 60 y principios de la del 70.
La impresora Solna, que fue adquirida directamente por El Diario en 1972, por valor de dos millones de dólares, hoy se encuentra inactiva, y el diario se imprimió en los últimos meses en la moderna planta gráfica que El Litoral tiene en sociedad con el Grupo Clarín en la localidad santafesina de Sauce Viejo.
(Nota publicada por corresponsal.com.ar)