El celu: Ese objeto antiguo e incómodo
** Lluvias intempestivas y veredas angostas no se llevan bien. Gente que va y viene encorvando la espalda bajo sus paraguas extendidos. Frente a mí se plantea un conflicto entre dos peatones sensibles que se enredan con sus paraguas. –¡Por qué no mira por dónde camina!, se molesta uno. El otro le responde —y usted por qué no camina por donde mira. Extraña respuesta que después me explicaría Don Leoncio. Sí, era justamente él, que al verme aflojó el tranco como para saludarme y el otro peatón se lo llevó puesto.
** “Le dije que caminara por donde mira” porque, si tanta necesidad tiene de ir mirando su teléfono, bueno, si dicen que sirve absolutamente para todo, que lo use también para caminar como corresponde ¿no le parece? Que ponga el jepe ese, el que te dice por dónde ir.
–M. Es el GPS don Leoncio. Es una sigla. El global positioning system, que en criollo, en calabrés y en correntino significa sistema de posicionamiento global.
_L. Bueno, como se llame, escuché hablar de eso pero no lo preciso, conozco bien mi camino, estas calles ya son mías de tanto haberlas caminado.
–M. ¿Ha escuchado hablar de un tal Bill Gates (Géits)?
_L. Según las mentas el hombre siempre anda armando roscas queriendo apropiarse del mundo…
** –M. Bueno, no es totalmente así, aunque siempre va unos pasos más adelante que los mortales. Lo digo de este modo porque creo que él se siente inmortal, y algo de eso debe haber. Pero voy a que el vaquero Géits acaba de predecir la muerte de los celulares, que serán reemplazados por tatuajes en la piel.
_L. ¿Y qué hay de nuevo?, a mí se me murió el primero que tuve, un día se apagó y chau. ¡De haber sabido que un día me darían a cambio un tatuaje lo guardaba, por lo menos le sacaba algo!
–M. Gates se refiere a la muerte de un concepto, de una herramienta que terminó su ciclo. No se usarán más los dispositivos móviles y para reemplazarlos ni siquiera tendremos que implantarnos un chip bajo el cuero. La ciencia avanzó tanto que se están experimentando implantes que son un tatuaje, con todas las funciones de un Smartphone y mucho más.
Nunca ha sido fácil
** _L. ¡Pero mire usted! Recién estoy tratando de entender para qué es el cosito verde y el cosito azul con una letra efe que me aparecen en la pantalla, y ya me lo quieren cambiar por otra cosa.
–M. Sí, eso me pareció cuando usted dijo que el otro hombre caminaba mirando su “teléfono”. Hoy ya no son tan solo teléfonos. Quizás el que dobló dos tensores de su paraguas dejándoselo como hoja de zapallo castigada por la sequía, iba chequeando su cuenta bancaria en espera de un depósito, o transfiriendo guita de un banco a otro. O se estaba poniendo al tanto de las últimas noticias falsas sobre Ucrania, o tirándole verdura por Tinder a una novia de Venezuela, o conspirando contra algo en Telegram. A propósito, se supone que Telegram asegura mejor privacidad que Whatsapp, pero resulta que pertenece al millonario ruso Pável Dúrov, su fundador, que ahora está comprometido con la guerra sicológica que ha impulsado su país, además de la otra que produce destrucción y muerte.
** _L. Me perdí.
–M. Sé que esto no es fácil para usted. ¿En qué se quedó pensando?
_L. En cuando les mandábamos saludos por la radio de AM a los parientes, o les avisábamos si estábamos con alguien enfermo o pensábamos viajar para allá, para no caerles de sorpresa. Tampoco era fácil, no vaya a creer.
La arrolladora robótica
** –M. No sé si será psicológico o funcional, pero esta semana cuando el fundador de Microsoft anunció la cercana muerte de los dispositivos móviles, al celu que siempre va con nosotros a como se pueda, lo sentimos más pesado, incómodo de llevar, fácil de perder, al alcance de cualquier arrebato. Nos acordamos de todas las veces cuando la batería nos dejó de a pie. De cuando nos hicimos una escapada a la playa, pelados, sin más que el lompa de baño y con el aparatito en la mano sin saber dónde meterlo para darnos un chapuzón. O el último aparato que colapsó llevándose gran parte de nuestros datos, para que aprendiésemos que todo lo que no está en el chip, muere con el equipo.
** Pero tranquilos que hay otros que piensan “en bien de la humanidad”, esforzándose por liberarnos del peso de recordar claves, contraseñas, números de cuentas, de convertirnos en pobres pelagatos por el solo hecho de olvidar los plásticos en casa cuando salimos de compras o de viaje. Se nos asegura que además de funcionar como un Smartphone, la nueva tecnología servirá además para controlar nuestra salud, entre otras cosas. Y quizás para que el gran cerebro global nos controle a cada uno de nosotros. Veremos.
Trivialidades de ocasión
** _L. Lo estaba escuchando con atención y pensando que el progreso tecnológico va tan rápido que a muchos nos pasa por arriba sin saludarnos. Ahí lo tiene a mi compadre el Cantalicio, acordeonista y descompositor…
–M …Querrá decir compositor…
_L. Dije bien, cuando toca descompone las mejores composiciones. Está muy desanimado porque según le han dicho, ahora basta con una computadora para componer piezas de música.
–M. Así es, la robótica da para todo menos para el amor.
** _Ahora que dijo chip, me voy, me acordé que tenía que llevarle chocolate amargo a la Violeta y se me va la hora.
–M. ¿Qué tiene que ver el chip con el chocolate?
_L. Le pone chips a unas masitas de crema que hace para convidar al vecinerío.
–M. Al vecindario.
_L. Yo digo vecinerío para que no se entienda mal, porque conozco al cuñado de un segundo primo mío, que se llama Vecindario Almada.
–M. ¡Vecindario! ¿Cómo pudieron ponerle un nombre así?
_L. Vaya a saber. Éramos tan pobres en esos tiempos que muchos ni almanaque tenían para copiar ¿vió? Pero a usted con eso de copiar del almanaque tampoco le fue muy bien ¿nocierto Egidio?
–M. No se meta con mi nombre tan exclusivo, que me lo puso mi mamá con cariño para que en el futuro nadie me confundiera con otro. Además, llevo el nombre de un santo, en cambio Vecindario es un sustantivo.
** _L. Cambio y fuera. ¿Cómo fue que llegamos a esta conversación?
–M. Aquí llegamos para huir por un momento de la realidad, que es áspera y sombría.
_L. Si gusta seguir la conversada, tengo una prima que se llama Soberbia Goette…
–M. Vaya, vaya, que no va allegar con esos chip de chocolate y las galletitas son como la vida, a la que siempre hay que enriquecerla con chips de dulzura.
_L. Nos vemos. Cualquier cosa me llama, si no le incomoda su celular.