Diciembre nos pone un poco retros
** “Gira, el mundo gira / en las calles, en la gente / corazones que se encuentran / corazones que se pierden / alegrías y dolores de la gente como yo…” Este terroncito insignificante que creemos tan gigante, al que hemos llamado Tierra y aún no sabemos cómo lo llaman los de afuera, no para de girar y tampoco de bambolearse, y en ese bamboleo nos ofrece climas para todos los gustos.
** Ahora nos toca primavera y luego verano. Igual, llevate un saquito por si refresca, pero ya no se te paspan las orejas. Por alguna razón que desconocemos y que los científicos vinculan con glándulas y su capacidad de escupir hormonas, las estaciones cálidas nos modifican el sistema emocional.
** Moqueamos por las alergias, pero también porque estamos más sensibles. Diciembre nos acentúa la nostalgia. Será porque es el mes que más emociones nos regaló en la infancia, con grandes juntadas de familiares, gustos que podíamos darnos una sola vez al año, una pilcha nueva, la alegría de algún juguete… (no todos pueden entender de qué estoy hablando)
El cuarteto de la felicidad
** Los efectos de la paz del espíritu, que trae alegría y procede de Dios, siguen siendo un misterio y millones lo disfrutan por haber hallado la fuente. Pero carne somos y en el campo material hay un cierto bienestar que se explica en cuatro hormonas que endocrinólogos y neurocientíficos llaman “El cuarteto de la felicidad”: serotonina, dopamina, endorfina, oxitocina. La buena noticia es que no hay que comprarlas en la farmacia; con un poco de buena voluntad las produce nuestro organismo. No son un pase a la vida eterna, pero sí un parchecito para ir tirando y engañándonos un poco.
** Nos energizan, nos mejoran el humor, pero un pasito más allá nos predisponen también a la nostalgia. Parece que el comportamiento humano puede ser modificado, para bien, por la serotonina, la principal del cuarteto, y que segregar mucho o poco de esta hormona depende de la mayor o menor exposición al sol, y ahí juega el verano con más horas de luz natural. Eso te energiza, te da más ganas de laburar, socializar o practicar deportes, hábitos que más serotonina te producen. Según parece, el ser humano es como la gallina, que con más horas luz pone más huevos.
** En el verano hacemos todas esas las cosas que franelean las glándulas que producen hormonas; ejercicios o caminatas, andar en bici, nadar en la Pelopincho, comer chocolate, tomar granadina con los amigos, juntarse con la barra a compartir unas ensaladas de rúcula y tomatitos cherry… :), todo suma.
El regreso de don Leoncio
** La nostalgia nos inspiró a arrimarlo a Don Leoncio a esta ventana semanal. Así fue que lo esperamos a la vuelta de la esquina para uno de esos diálogos de verano que hemos sostenido tantas veces, cuando recorre a sus clientes con su canasta de salames y quesos de dudosa probidad bromatológica.
** —M. Gusto en saludarlo don Leoncio. ¿Cómo se lleva usted con las endorfinas?
_L. No sabría decirle, yo soy más de las milanesas, vió.
—M. Me refería a lo que se ha dado en llamar “El cuarteto de la felicidad”
_L. ¡Pséh!, hubiese empezado por ahí. Músicos, pero músicos que desparramaban alegría, eran los…
** —M. ..Está bien don Leoncio, está bien. Y disculpe que le pregunte esto, pero empieza a subir la temperatura y usted no afloja con los comestibles artesanales, ¿no les afecta el calor?
_L. Los llevo refrigerados.
—M. ¡Si, claro, jeje, canasta de mimbre refrigerada y con sistema controlador de temperatura Pid Platinium.
** _L. No vaya a creer, señorito sabelotodo, que la única forma de hacer las cosas es como usted supone. Todas esas cuestiones nuevas que no tienen ni botones para manejarlas, se pueden reemplazar con maña. Yo refrigero la canasta con mucho menos inversión.
—M. Explíquese, por ahí lo patentamos a su invento.
_L. Ahórrese la picardía, a esto no se le puede atornillar una chapa como a un auto.
** —M. Permiso, ¿puedo mirar bajo ese repasador siempre inmaculado y planchadito?
_L. Me va a cortar la cadena de frío. Mejor le explico. Yo agarro la bolsa de goma, la de agua caliente ¿me entiende?…
—M. Claro, mi mamá la usaba, siga, siga…
_L. …La lleno con agua fría, le echo sal y la congelo. Cuando se hizo hielo la pongo entre mi mercadería y me dura casi hasta que vuelvo pa’ las casas.
—M. ¡Aaaaahhh, pero ese modo de enfriar es mas viejo que hacerle cuatro nudos al pañuelo para usarlo de gorra!
_L. ¿Íp?… (se encoje de hombros) ¿qué culpa tengo yo de que se hayan inventado tantas estupideces a batería para hacer lo mismo que hicimos siempre sin contaminar?
Se nos viene el bicherío
** —M. Debo reconocer, don Leoncio, que en los viejos tiempos la gente se las arreglaba para resolver la falta de tecnología, pero no me los puedo imaginar felices con tantas carencias.
_L. Vea, mire… uno no puede desear lo que no conoce. Cuando la gente sencilla pudo pasar de la lamparita con mecha al farol Sol de Noche, estaba contenta porque había progresado. Cuando llegó la electricidad y no tenían que lavar más ropa a mano ni poner la cerveza a refrescar en el pozo de agua, uno pensaba que no podía pedir nada más. Pero el progreso trae sus cosas y se cobra llevando otras.
** M. Así es, trae grandes cosas y contamina hasta envenenarnos ¿no es así?
_L. Y quéselevaser. Durante millones de años el bicherío se multiplicó a su libre albedrío, nadie lo envenenó, nadie lo paró. Resulta que ahora los insectos, pulgones, hongos… comen cada vez más y estropean lo que no pueden comer, entonces hay lío porque los están envenenando con la fumigación.
—M. Sabio razonamiento don Leoncio. Leí hace poco en un artículo de la La Royal Entomological Society de Londres, que en la superficie terrestre existen unos 10.000 millones de insectos por kilómetro cuadrado, y se multiplican día a día.
_L. ¿Adónde lo leyó?
—M. Déjelo ahí, solo aclaro eso porque en la actualidad de cada cien datos o noticias, ochenta son truchas, para que el lector sepa que consulto fuentes autorizadas.
** _L. Fíjese que un hombre y una mujer engendraban 8 hijos en sesenta años, mientras que una hormiga reina puede vivir 15 y hasta 30 años y de ella, en un solo año salen tantas hormigas como estrellas hay en del cielo, y todas vuelven a poner huevos día a día.
—M. Plagas o agricultura, ese es el punto.
_L. A más plagas, más hambre en el mundo. Yo vengo de la tierra y me gusta lo natural, vea, mire, pero a ponchazos no mantendremos a raya al bicherío, y si perdemos nos comerá hasta las pilchas.
** M. Nos fuimos por las ramas don Leoncio, lo espero en esta misma esquina la semana que viene y la seguimos.