Sociedad
Día del vendedor de diarios y revistas
Hasta fines del siglo pasado, los diarios aún eran voceados en las zonas de casas bajas, ofrecidos en los semáforos y repartidos a domicilio. Esa imagen ha desaparecido del paisaje urbano, no porque ya no se lea en papel sino que el reparto es más personal, además para “vender” en lugares públicos se debe cumplir formalidades antes inexistentes.
Antes de aquellos cambios que impuso la evolución humana, a quienes hacían ese trabajo se les llamó “canillitas”, porque originalmente, cuando el anarquista Florencio Sánchez escribió la otra teatral “Canillitas”, vocear periódicos por las veredas significaba un trabajo menor que hacían los chicos para llevar una moneda a su casa, donde escaseaba, o personas mayores desocupadas. Hoy se ocupan de este tema mayormente personas adultas, hombres y mujeres, cumpliendo ciertas formalidades registrales y más que nada con kioscos establecidos en puntos fijos. Desde hace muchos años están sindicalizados y vender noticias en soporte papel es un trabajo autónomo como cualquier otro, pero no igual. Esto puede leerse como una contradicción, además, no todos los trabajos son iguales. Está bien, tratemos entonces de ser más claros.
Los diarios son perecederos, su valor se pierde a pocas horas de salidos de la rotativa, durante los 365 días del año, de lunes a lunes, con pocas excepciones, como el día de homenaje a quienes lo venden, Navidad y Año Nuevo. Quien atiende un puesto fijo de venta puede ser reemplazado, tener francos compensatorios, etcétera, pero no el repartidor, que llega a sus clientes lectores también los domingos y feriados, a veces con buen tiempo, otras con lluvias torrenciales, vientos fríos y tormentosos con lloviznas, padeciendo alguna dolencia, leve o grave…
No tiene reemplazo porque solo él sabe en qué rincón dejará el diario, donde quizás su cliente le dejó también el dinero con el importe del ejemplar o de la factura mensual. Solo él es reconocido por el perro de la casa, que lo dejará traspasar la reja hasta la puerta o ventana, solo él es de confianza en la casa, y si manda un reemplazo quizás no sea aceptado por su cliente. El repartidor de diarios y periódicos (ex canillita) es muy cercano a la vida de su cliente, al que quizás le trae los diarios desde hace años, o décadas.
Quedan algunos de éstos, hombres y mujeres. Para ellos, para los kiosqueros y kiosqueras, para los almacenes de cercanía que desde hace algunos años aceptan vender periódicos, nuestro mayor respeto en este 7 de noviembre que honra su labor.