Efemérides
Día del Isleño: Un homenaje a la vida y el trabajo en las islas del Delta
Cada 31 de octubre, en la provincia de Entre Ríos y en otras regiones del Delta, se celebra el Día del Isleño en honor al Primer Congreso de Productores Isleños, realizado en 1936. Esta conmemoración recuerda la dedicación de quienes habitan y trabajan en las islas, conviviendo con el río, sus crecientes y el particular ritmo de vida que este entorno impone.
Vivir en las islas no es para todos. Con el tiempo, se ha producido un marcado desarraigo, ya que muchas familias emigraron en busca de mejores oportunidades. No obstante, algunas persisten en su apuesta por la producción, principalmente en la ganadería, que ha reemplazado en buena medida a la actividad forestal, otrora un pilar de la economía isleña.
La historia de la vida isleña se remonta a hace más de un siglo, cuando inmigrantes europeos y de otros rincones del mundo se asentaron en estas tierras. Con sus costumbres y su fuerza de trabajo, cultivaron la tierra, criaron ganado y adaptaron sus hogares para resistir las crecientes y las duras inundaciones que a veces duraban hasta un año. Estas casas, construidas con elevación, aún son testimonio de la previsión de aquellos pioneros.
Una vida marcada por la emigración y el cambio
Hoy, la vida en las islas ha cambiado drásticamente. Muchos jóvenes han migrado hacia centros urbanos, como Villa Paranacito, cabecera del departamento de Islas del Ibicuy, o hacia ciudades de Entre Ríos y Buenos Aires, en busca de mayor comodidad. José Peter, un productor isleño que sigue apostando a vivir en su lugar de origen, comentó: “El cambio ha sido muy fuerte. Antes, el grueso de los isleños vivía en el interior de las islas; hoy somos muy pocos los que quedamos. El desarraigo ha sido fuerte, mucha gente optó por irse a vivir a centros urbanos por las comodidades que ofrecen.”
Peter, quien siente afortunado de vivir con su familia en las islas, contó la historia de su abuelo, quien llegó desde Europa y, tras una temporada en Buenos Aires, se estableció en Arroyo Sagastume y luego en Brazo Chico. Desde entonces, la familia ha ampliado su campo y continuado la producción en una “vida sana y única”, según sus palabras.
La situación forestal en la región también ha cambiado. Aunque en Entre Ríos existe la Ley N° 25.080 de promoción forestal, Peter advierte que “la producción está muy venida a menos y los pequeños y medianos productores no reciben los beneficios de la ley”. A su juicio, esta legislación es ventajosa solo para las grandes empresas, que se benefician de las exenciones fiscales, pero no para los productores menores, quienes ven mermada su actividad.
La ganadería, nueva base económica de las islas
La constante amenaza de inundaciones desanimó a muchos productores forestales, quienes optaron por trasladarse o cambiar de actividad. Hoy, la ganadería ha tomado un papel protagónico en la economía isleña, con una apuesta mayoritaria por el ciclo completo, lo que ha revitalizado la producción local a pesar de las dificultades.
Otros tiempos, otras islas
La vida en el Delta hace décadas era muy distinta a la actual. José recuerda cómo todo se movía por agua, y la única manera de conectar con otros puntos era a través de lanchas y embarcaciones. “Venían lanchas de pasajeros desde San Fernando y los viajes desde Campana eran cuatro veces a la semana. Se alumbraba con faroles y los aserraderos, que llegaron a ser más de 30, trabajaban con calderas hasta que llegó la electricidad”.
El Día del Isleño representa un homenaje a esta vida única, resiliente y marcada por la convivencia con la naturaleza. Pese al desarraigo, aquellos que eligen quedarse en las islas siguen demostrando que, a pesar de las dificultades, el amor y compromiso por el Delta se mantienen firmes y vivos en el corazón de los isleños.