¿Es esta la solución que necesita el planeta?
Despapelización: entre la hipocresía y las contradicciones ambientales
La idea de proteger los bosques evitando el uso de papel se ha distorsionado en un discurso simplista que beneficia intereses económicos, mientras el verdadero problema ambiental sigue desatendido.
La saludable idea de promover el cuidado de los bosques imaginándolos como gigantescos pulmones que absorben dióxido de carbono y entregan oxígeno, se ha distorsionado hasta niveles ridículos. Como siempre, los argentinos (quizás los humanos en general) del siglo XXI, en nuestro hábito involutivo de leer menos, estudiar menos y pensar poco, somos capaces de resumir una enciclopedia en una sola frase o idea. Así fue como, por falta de información (porque Tik Tok entretiene y las redes sociales desinforman) terminamos acusando al tiket, a la imprenta de obra o al periódico, por cada árbol que cae en el país.
Se buscó crear un verbo apropiado a la síntesis y salió: “despapelizar”. Lo usa hipócritamente el Estado, las empresas, bancos, comercios, compañías aseguradoras y el Chino del barrio. Este último ahorra papel evitando facturar y el primero trasladando el uso de papel a sus proveedores.
Veamos: El Estado provincial les envía todo a sus proveedores en forma digital y les exige que al presentarse a cobrar impriman todo ese papelerío burocrático, más su constancia de CUIT (todas las veces ¿?), más una nota, decreto de adjudicación, etcétera, devolviéndole todo para gestionar sus haberes. Emite y solicita en forma digital, pero exige el físico (papel). No ‘despapeliza’ sino que traslada su uso a terceros, ahorrando fortunas en papel para jactarse.
Hablemos claro. Cuando la compañía de seguros nos dice que a partir de ahora la póliza no se imprimirá más en papel y nos envía un PDF, no nos descuenta ni un centavo por ahorrarse el papel, impresión y sobre plástico. Se trata de negocios, se trata de cerrar un mejor balance a fin de año y de yapa ganar puntos verdes, no de ahorrarle algo al ambiente o al cliente, mientras tanto el ciudadano de a pie renuncia al tiket para salvar al planeta.
Hemos llegado al extremo de que, al pagar con plástico u otras opciones en algunos comercios, antes de imprimir el brevísimo tiquecito nos preguntan ¿le imprimo el tiket? Asimismo, cuando vamos al cajero el sistema nos pide que le ahorremos el papel conformándonos solo con leer los movimientos y saldos en pantalla. Eso está bien. Pero no nos hagan parecer que allí está el gran problema del clima, ni esperen que ignoremos que solo pretenden ahorrar costos, beneficio que no trasladan al cliente.
Otra contradicción es que el argentino renuncia al tiquecito para cuidar los árboles y quema bolsadas de leña dura o carbón en asados y horneados. Para obtener carbón se considera un valor de 5 toneladas de leña para producir una tonelada, aunque en algunas provincias este valor ronda las 3 tn. Quemarlo antes y después demanda oxígeno a mansalva.
En las 165 páginas del Anuario Estadístico Forestal del Gobierno de la Nación Argentina, hay mucho dato para entender mejor el tema, que también podríamos simplificarlo diciendo que la pasta de papel se hace con árboles de bosques cultivados, y solo una parte con bosques nativos “controlados”.
Algunos datos periodísticos:
“Exportación forestal: Entre Ríos despachó más de un millón de toneladas de madera por $3.000 millones - La provincia se transformó en la puerta de salida para la industria forestal de toda la región”. (Infocampo enero 2021)
“Madera sin ley: Unas 300 toneladas de troncos por día salen desde El Potrero a Botnia -
Unos 10 a 12 camiones con patente uruguaya transportan entre 26 y 29 mil kilos de rollizos cada uno”. (Máxima Online. Oct 2021). Rollizos son madera en forma de tronco. Pero resulta que imprimir un folleto, un tiket, o fotocopiar apuntes para el colegio, es una especie de delito ecológico contra el cual hay que militar, como si tan solo eso se fabricara con los millones de toneladas de madera que se utilizan para producir rollizos, madera aserrada, tanino, caucho natural, manufacturas de madera (muebles), corcho y sus manufacturas, pasta de papel, tableros, cartón, papel para embalar, para imprimir y fotocopiar (imprentas y oficinas), servilletas, papel de cocina y de manos; papel higiénico a cuyo uso deberían renunciar los fundamentalistas de la despapelización. O papel tisú y similares, de los que nuestro país exporta regularmente por unos 350 millones de dólares al año.
En 2023 Argentina importó pasta de papel por 218 millones de dólares y exportó papel, cartón y sus manufacturas por 887 millones de dólares. Con los árboles también se produce durmientes para el ferrocarril, postes para alambrados y cableados. A la madera se la usa en la construcción, usos náuticos, y reemplaza al plástico en muchos usos.
Los bosques son los pulmones indispensables del globo. Está clarísimo. Diciendo esta obviedad evitaremos las respuestas irreflexivas de los siempre listos a responder sin analizar con cuidado lo que se dice.
La madera que se consume internamente y también se exporta proviene de especies cultivadas (plantaciones privadas) y nativas de tierras privadas y fiscales con cortes controlados. La mayor parte de los rollizos son cortados en plantaciones de árboles que no respirarían durante cinco, siete o diez años antes del corte, si nadie los plantara para comercializar su madera.
No todo proviene del árbol: Ledesma SAAI, fabrica un producto considerado un biopapel que es realizado con rezago de caña de azúcar y exporta. Papelera Tucumán S.A., tiene una capacidad productiva de 220 mil ton/año, usa como materia prima bagazo de caña de azúcar y produce celulosa y papel de impresión, para la industria editorial, corrugado, envases y tisú.
Otro punto: tan solo en 2023 hubo 4.162 incendios en nuestro país, que afectaron 549.504 hectáreas forestales, lo que incluye bosque nativo y bosques cultivados (29,34%), arbustales (16,64%) y pastizales (40,69%). En el 25,40% de los casos se pudo verificar que fueron intencionales, pero no hay control ni condenas graves, ni inversión para aviones hidrantes.
Por último, habría que desconfiar de los discursos que inventaron los CEOs de medios digitales globales, que prefieren que ya no se lea en papel y que se cierren todas las imprentas de obra, incluso las que imprimen libros, y que todo trámite, compra, venta, arte, educación, graduación o lectura, circule solo por sus redes, para guardarlo en las memorias de sus poderosísimas centrales globales que representan la más grande agresión al ambiente de toda la historia.
¡Claro que hay que plantar más árboles! Al país le falta la prometida campaña del millón de árboles que plantar y cuidar. ¡Claro que no hay que cortarlos solo por razones estéticas o negocios! Pero seamos sensatos y no nos comamos la bobina completa por defender una hojita de resma.
Datos: https://www.argentina.gob.ar/sites/default/files/2018/11/anuario-estadistica-forestal_edicion_2024