Economía
Cultura del resguardo: los argentinos y su singular vínculo con el dinero
La relación de los argentinos con el resguardo de su dinero es tan particular como reveladora. Forjada en el fuego de múltiples crisis económicas, ciclos de hiperinflación, restricciones cambiarias y corralitos bancarios, esta historia de desconfianza y resiliencia ha derivado en una verdadera cultura del ahorro informal. Para millones, proteger sus bienes no es solo una elección: es una necesidad y, en muchos casos, una tradición familiar.
A diferencia de lo que ocurre en buena parte del mundo, donde el sistema bancario cumple un rol central en la administración del dinero, en Argentina muchas personas optan por guardar sus ahorros en efectivo y fuera del circuito financiero tradicional. Según datos del Instituto Nacional de Estadística y Censos (INDEC), al tercer trimestre de 2024, los argentinos mantenían aproximadamente USD 276.818 millones fuera del sistema financiero formal. Una cifra que habla por sí sola sobre la magnitud del fenómeno.
Del colchón a la caja fuerte: las mil y una estrategias caseras
A lo largo de las décadas, el ingenio popular ha dado lugar a una variedad de métodos para resguardar dinero en los hogares. Desde soluciones improvisadas hasta mecanismos más sofisticados, estas estrategias se han transmitido de generación en generación:
Bolsas Ziploc y termos sellados: Muy populares en zonas húmedas del país, son utilizadas para proteger los billetes del deterioro causado por la humedad.
Latas de galletitas y frascos de vidrio: Clásicos atemporales que aún tienen vigencia, muchas veces escondidos en alacenas o sótanos.
Dobles fondos en muebles o cajones: Métodos pensados para despistar a ladrones, a menudo combinados con otros escondites.
Cajas fuertes domésticas: Si bien ofrecen mayor seguridad, no son infalibles y suelen ser blanco prioritario en robos domiciliarios.
Entre la tradición y el mito: creencias que persisten
La cultura del efectivo también ha generado una serie de mitos que, pese al paso del tiempo, siguen presentes en la mentalidad colectiva. Algunos de los más frecuentes incluyen:
"Tener el dinero en casa es más seguro": Aunque evita los vaivenes bancarios, no está exento de robos, incendios o pérdidas accidentales.
"Las cajas fuertes son inviolables": Lejos de ser impenetrables, muchas veces son el objetivo inmediato de los delincuentes en un asalto.
"El dólar en papel no se deteriora": Mal almacenado, puede mancharse, arrugarse o humedecerse, afectando su valor o aceptación en casas de cambio.
"El banco es la única alternativa": Hoy existen servicios privados con alta seguridad, sin exposición pública ni intermediación estatal.
"Solo los ricos necesitan seguridad profesional": Cualquier persona con ahorros en efectivo, documentos sensibles o joyas puede necesitar un sistema seguro.
Crecen las alternativas: cajas de seguridad privadas
Ante este panorama, en los últimos años se ha consolidado una tendencia: el crecimiento de las cajas de seguridad privadas, que ofrecen horarios extendidos, discreción, infraestructura moderna y altos estándares tecnológicos en seguridad. Estas empresas, que operan al margen del sistema bancario, se han convertido en una opción confiable y valorada por quienes desean proteger sus bienes sin correr riesgos innecesarios.
La elección de cómo y dónde guardar el dinero sigue siendo una decisión profundamente personal. Pero en la Argentina, más que en cualquier otro lugar del mundo, esa decisión está atravesada por la historia, la memoria colectiva y una relación compleja con el sistema financiero. Así, entre termos, frascos, cajas fuertes y bóvedas privadas, se escribe día a día una de las facetas más singulares de la cultura económica nacional.