Bosques de la Amazonia brasileña emitieron más carbono del que absorbieron en la última década
Los bosques de la Amazonia brasileña, víctimas del cambio climático y de la actividad humana, emitieron en la última década más carbono del que absorbieron, una inversión inédita, según un estudio sobre este ecosistema crucial para el planeta.
Las cifras de la deforestación de la Amazonía brasileña son aterradoras y a ellas se suman los datos recientes de un fenómeno tan ilógico como alarmante: según prestigiosos estudios científicos la Amazonía brasileña emitió en la última década más carbono del que absorbió, en una inversión inédita de su equilibrio tradicional.
El estudio publicado el jueves en la revista Nature Climate Change examinó la región brasileña, que representa 60% del total de la Amazonia.
Entre 2010 y 2019, este territorio emitió un 18% más de carbono del que absorbió, es decir, 4.450 millones de toneladas frente a 3.780 millones de toneladas.
“El problema de la Amazonía hoy es mucho más grave que los numerosos actos de deforestación”, dice a RFI el geógrafo en la Universidad Estadual do Norte Fluminense, y uno de los expertos que han alertado sobre este fenómeno, Marcos Pediosky. “Hemos publicado el año pasado en la revista Science que hay otro proceso que es la degradación. Recientemente salió un artículo en la revista Nature que ha mostrado que la Amazonía brasileña se ha pasado de sumidero de carbono a emisor por causa justamente de la degradación que es más alta que la deforestación. Son procesos que muchas veces son autónomos. Muchas veces deforestación ocurre después de la degradación”.
El estudio destaca además cómo las «degradaciones» de los bosques contribuyen en gran medida a intensificar este fenómeno.
Contrariamente a la deforestación, que hace desaparecer el bosque, las degradaciones incluyen todo lo que puede deteriorarlo sin destruirlo totalmente, cómo los árboles fragilizados lindantes con zonas deforestadas, pequeños incendios, mortalidad de los árboles debido a la sequía y otros.
“La minería es un ejemplo de degradación”, dice Pediosky. “Hay una situación muy activa de minería de oro en la Amazonía brasileña. Otra forma muy aguda de degradación es explotación maderera. Hay otros actores como el fuego, la ganadería y la soja, porque están relacionados. Cuando se suman estas diferentes formas de degradación superan a la deforestación. Hoy se sabe que hay muchas áreas de la Amazonía brasileña que están muy degradadas, ya han perdido su función ecológica”.
Para cuantificar este problema, los autores del estudio utilizaron un índice de vegetación obtenido mediante observaciones por satélite que permiten sondear el conjunto de la vegetación y no solamente los estratos superiores del bosque.
Concluyeron que las degradaciones del bosque contribuyeron en 73% en las pérdidas de carbono, frente a 27% en el caso de la deforestación, que sin embargo es muy elevada en la Amazonia brasileña.
Sin los bosques, que ejercen como «pulmones» del planeta al absorber entre 25% y 30% de los gases de efecto invernadero emitidos por el hombre, el calentamiento sería mayor. La Amazonia representa la mitad de los bosques tropicales en el mundo.
“La cuestión del pulmón es muy discutible”, dice Pediosky. “La Amazonía es más como un aire acondicionado del mundo. Y eso es grave. Ya ha salido más de carbono de la Amazonía de lo que se puede contener”.
«Prioridad política»
«Esto muestra que la degradación del bosque se convirtió en el principal motor de la pérdida de carbono y esto debería ser una prioridad política», afirma el estudio, que cita el impacto del «cambio de política» acontecido con el gobierno del presidente Jair Bolsonaro, acusado de haber fragilizado la protección de la Amazonia.
«Todos conocemos la importancia de la deforestación de la Amazonia en el cambio climático. Pero nuestro estudio muestra que las emisiones asociadas con las degradaciones del bosque pueden ser todavía más importantes», dijo en un comunicado otro autor del estudio, Stephen Sitch, de la Universidad británica de Exeter.
«La degradación es una amenaza generalizada para el futuro de la integridad de los bosques y requiere una atención urgente por parte de la investigación», abogó.
El estudio muestra igualmente la aceleración de la deforestación en la Amazonia brasileña en 2019, año de la llegada al poder de Bolsonaro y también de una fuerte sequía: se perdieron 3,9 millones de hectáreas, es decir, 30% más que en 2015, y casi cuatro veces más que en 2017 y 2018.
El estudio se detiene en 2019 y los autores instan a continuar la investigación para determinar el efecto de las sequías y de las políticas del gobierno brasileño, que «favorece la expansión de la ganadería en detrimento de la conservación del bosque».