Bajar la semana laboral sin caer salarios ni rentabilidad
A nivel internacional se está planteando en diversos países y como iniciativa, incluso, de grandes corporaciones transnacionales, una disminución de la semana laboral. En muchos casos se plantea pasar de seis a cuatro días, o de 40/48 horas a 35 horas de trabajo semanal.
El tema ingresó también en el ámbito político y legislativo de nuestro país. En la Cámara de Diputados de la Nación están ingresados y esperan tratamiento cuatro proyectos; en el Senado, uno. En general, reducen la jornada laboral a 6 horas diarias y 36 semanales, que puede llevar a implementar la semana de cuatro días. Sin reducción de salarios, obviamente. Los autores de las iniciativas son:
• Nicolás Del Caño, Myriam Bregman y Alejandro Vilca, del bloque PTS – Frente de Izquierda y de Trabajadores;
• Sergio Palazzo (secretario general del gremio La Bancaria) y Carlos Cisneros, del Frente de Todos;
• Claudia Ormachea (FdT), con proyecto más avanzado en su tratamiento;
• Hugo Yasky (FdT) propone una jornada laboral de 8 horas diarias y 40 semanales;
• En el Senado, Guillermo Snopek (FdT), propone reducir la jornada a 6 horas diarias y 36 semanales, pero excluye los trabajos rurales y el servicio doméstico.
Experiencias y argumentos
El primer experimento sobre semana laboral reducida lo introdujo el gigante del software Microsoft, en 2019 en Japón, con una semana laboral de cuatro días. Últimamente, Unilever, corporación de productos de cuidado personal, anunció que implementará una medida similar en Latinoamérica. Pero en Unilever, la semana reducida sólo se aplicaría a empleados administrativos y una sola vez al mes. No se aplica en plantas de producción, donde sería muy alto el costo de implementar un turno rotativo más.
Quienes justifican la jornada reducida, incluso desde el ámbito empresario, señalan que una jornada menor permite eliminar tiempos muertos y mejorar la productividad, además de ser positivo para los empleados. Se publicó un reciente estudio internacional de la ONG 4 Day Week Global realizado en conjunto con la Universidad de Oxford, Boston College, Universidad de Cambridge y el grupo de expertos Autonomy, entidades de Estados Unidos y del Reino Unido. El trabajo analizó diversas experiencias de jornadas reducidas y señala que la semana laboral de cuatro días puede beneficiar a todas las partes: 46% de quienes lo aplicaron asegura que la productividad se mantuvo en el mismo nivel; 34% informa que ha mejorado ligeramente; 15% dice que ha aumentado significativamente.
Comparaciones
La semana laboral legal vigente en la Argentina tiene un techo de 48 horas semanales. Se estableció en 1929 y es una de las jornadas más extensas, junto con la de Colombia. En México y Chile se estableció la semana laboral en 45 horas; en Brasil, Canadá y Japón es de 40 horas y en Francia, 35 horas semanales. Según datos de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), en Argentina se trabaja, en promedio, 35,1 horas por semana. En el promedio de la cantidad de horas efectivamente trabajadas inciden las altas tasas de informalidad y subocupación que afectan a más de un tercio de los trabajadores argentinos. Por otro lado, la sobreocupación, que incluye a quienes trabajan más de 48 horas semanales, alcanza al 20% de los ocupados.
En muchos países la semana laboral varía significativamente entre empleados y autónomos. En Bélgica, por ejemplo, el número de horas de trabajo para los empleados fue de 39,1 horas por semana, mientras que fue de 52,8 para los autónomos, en 2019, según OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico, dependiente de Naciones Unidas).
Un caso positivo
La compañía de tecnología Quales, especializada en servicios de inteligencia de negocios y con presencia en Argentina, España y Uruguay, comenzó a probar en agosto la jornada laboral de cuatro días y al cabo de tres meses el balance da muy positivo. Quales tiene 9 años en el mercado, entre sus clientes ofrece sus servicios a gigantes como Mercado Libre, Kimberly Clark, AUSA, entre otras firmas. La empresa tiene un total de 150 trabajadores, el 90% reside en Argentina, el resto vive en el exterior. Entre los variados beneficios que ofrece a su personal, uno es poder trabajar desde cualquier parte del mundo. Tiene personal en 11 provincias y más de 22 ciudades; algunos que cumplen su horario desde España, entre otros países. Hace un tiempo empezaron a evaluar si podía ser posible la jornada de cuatro horas. En agosto, luego de muchos análisis, la implementaron.
Cómo hacen: El beneficio es para todos los empleados sin disminución de salarios; el acuerdo se mantendrá mientras no se pierda productividad y se cumplan todos los objetivos. “El cambio de horario no es opcional, depende del proyecto en el que se esté asignado. Nosotros promovemos que todos trabajen en home office (trabajar desde la casa, N. de R.) para que les sea más fácil consignar la vida personal con la laboral”, señaló a BAE Negocios, Judith Irusta, socia de Quales.
El proyecto de Ormaechea
• La duración del trabajo no podrá exceder de 6 horas diarias o 36 semanales para toda persona ocupada por cuenta ajena en explotaciones públicas o privadas, aunque no persigan fines de lucro;
• Quedan excluidos los establecimientos donde trabajen solamente miembros de la familia del titular;
• La jornada nocturna, entre las 21 y las 6 del siguiente día, no podrá exceder de 5 horas y 15 minutos;
• Salvo excepciones dispuestas por ley, queda prohibida la ocupación del trabajador desde las 13 del día sábado hasta las 24 del domingo;
• No podrá ocuparse a personas de 16 a 18 años en ningún tipo de tareas durante más de 4 y media horas diarias o 27 horas semanales.
“Hay que invertir en bienes de capital y en tecnología de organización”
Consultado por Paralelo 32 sobre la reducción de la semana laboral sin bajar sueldos, el economista Damián Di Pace, señaló que “Argentina viene teniendo un problema importante respecto a la productividad, que estuvo cayendo en los últimos años”.
Subrayó que “la hora de trabajo argentino, cayó en términos reales respecto de su nivel de producción, pero también cayó la productividad, fuertemente, respecto a América Latina. Para lograr la reducción de las horas de trabajo, se deben lograr dos inversiones concretas: una en bienes de capital y otra en tecnología de organización. No se puede debatir ninguna baja de carga horaria si no se logran esos aspectos”.
Destacó que la reducción de horas trabajadas “se da en países nórdicos europeos, que están en el sector cuaternario de la economía, que incluye la economía del conocimiento, biotecnología, genética, software; donde el grado de productividad y competitividad es muy grande”.
Inflación contra reducción
Sobre la situación actual, Di Pace reflexionó: “¿Qué nos pasó a la mayoría de los argentinos? Frente a la evolución de la inflación, para recuperar nuestro poder adquisitivo tenemos que trabajar más. Me pasa a mí, que tengo que trabajar mucho más que antes de 2018. Porque no hay que olvidar que la economía argentina viene deteriorándose desde 2018, no desde 2020. Para poder sostener la estructura de mi consultora, el grado de productividad de la economía en relación al nivel de ingresos, cayó fuertemente. Sería una locura que trabaje menos”.
Agregó que para bajar las horas de trabajo, hay que ver sector por sector. “Primero, si se puede o no se quiere; segundo, si se quiere, ¿se puede? Esto no es general, no se puede reducir la carga horaria genéricamente”, argumentó Di Pace.