Crespo- De visita a nuestra ciudad, para estar unos días con su familia, y antes de partir a Europa nuevamente para continuar la gira con “El baile”, una coproducción francesa argentina de danza teatro, estrenada en Angers (Francia) el 13 de junio, Paralelo 32 entrevistó a uno de los intérpretes de la obra, el cantante, bailarín y actor crespense Daniel Wendler.

“Somos doce intérpretes argentinos porque la obra, inspirada en un clásico de teatro francés que se llama Le bal y recrea la historia de Francia a través de escenas de baile no habladas, sobre el cual Ettore Scola hizo una película, habla de la Argentina. El productor de la obra, un francés que trabaja en el teatro Le Quai compró los derechos de la película y convocó a la coreógrafa francesa Mathilde Monnier y al escritor argentino Alan Paul para hacer lo mismo pasando del cine al teatro danza, pero inspirado en la Argentina”- dice el entrevistado.

Aunque Daniel no lo comenta, la coreógrafa en declaraciones a medios franceses contó que vio a 150 actores, bailarines contemporáneos para seleccionar a los intérpretes. Por su parte el escritor le proporcionó gran cantidad de material argentino, con trozos de películas, lugares de reunión populares, referencias musicales, información sobre la historia, que a ella le permitieron escribir el guión, pero finalmente el espectáculo va más allá de la historia de la Argentina. Enriquecida por las historias personales de los doce bailarines, la obra eminentemente colectiva explora la mitología de la Argentina con el tango, malambo, chacarera, cuarteto, bailes, fútbol, el rock y la protesta.

Así es como retractando una historia popular de Francia desde la Liberación, la pelota se reinventa en El Baile en Buenos Aires desde 1978 hasta nuestros días.

“La obra – explica el artista local seleccionado en una audición en agosto del año pasado- toma cierta idea del original pero está muy corrida porque es atravesada por una estética contemporánea. El original francés es bastante arquetípico y hay una cosa de base, que el relato es lineal en la sucesión de escenas. Lo que nosotros producimos –explicó- es como un collage a modo de recortes de distintos momentos desde los años 80 en adelante, que vienen a emular cierta idea del folclore entendido más allá de la composición folclórica”. Respecto de El Baile donde es uno de sus intérpretes, Daniel señala que en su desarrollo “aparece cierto imaginario más asociado con lo porteño, pero como sucede que la gran mayoría de los artistas que estamos en Buenos Aires somos del interior, en la obra pasa puntualmente eso. Hay una escena que llamamos cuarteto y está inspirada en cierta gestualidad y musicalidad de autores del cuarteto”.

Se trata de un trabajo de creación colectiva, un formato moderno utilizado en teatro o en danza teatro. “Ya casi no existe la imagen del director que viene y pasa un material a los intérpretes; es más, no existe tanto la imagen netamente del bailarín o actor, es un intérprete- sostiene el artista-. Así sea solamente que baile en la obra, hay un trasfondo más vinculado con el perfil artístico, la mirada en lo que cada uno hace, que lo particulariza y vuelve único. Está el movimiento, puede ser igual para todos, pero cada uno lo hace de un modo particular, más que nada en esta obra que es bien de mixtura de danza teatro”- relata el entrevistado.

“En la dinámica –explica- la directora tira una consigna de improvisación y sobre eso vamos creando y pesquisando el material; ella va seleccionando, se sigue profundizando y probando. El proceso de montaje de una obra de estas características tiene eso de ir buscando, muy de laboratorio”.

¿Cómo surge la selección de los intérpretes?

Fue en audiciones cerradas, donde se llama a un grupo reducido de personas que la asistente o directora conocen. Empezó en abril del año pasado, yo no estaba enterado. Ahí seleccionaron a las chicas y un solo varón.

En agosto abrieron otra audición, yo estaba trabajando en una obra contemporánea y uno de mis compañeros me comenta de la convocatoria. La había visto porque soy freelance, pero pasaba como una convocatoria más. Me inscribo y me convocan para la primera instancia de audición de un día entero de ensayos con Mathilde y muchos colegas de la danza contemporánea. Audicionamos, con distintas consignas, nos dicen que al final quedan 6 o 7 y a la noche me llegó un email para una segunda instancia. Voy a ese segundo día y estaban los que fueron seleccionados en abril. Nos cuentan del proyecto, hicimos unas dinámicas y cuando termina nos dicen que no teníamos el lugar asegurado, pero a la noche me hicieron la convocatoria. Esto fue en agosto de 2016 y empezamos a ensayar en febrero de este año.

Mathilde tiene mucho ojo a la hora de seleccionar intérpretes para sus obras. Aun no sabiendo ella exactamente lo que quiere, sí sabe el perfil de intérprete que va a vibrar en relación a lo que ella proponga.

Hicimos dos periodos de ensayos, primero dos semanas en la Argentina una en febrero y otra en abril y a fines de mayo viajamos a Francia y estuvimos tres semanas más. El 13 de junio se estrenó El Baile.

¿Qué significa trabajar con un a coreógrafa de la trayectoria como Mathilde Monnier y un escritos como Alan Paul?

Con Alan nosotros no trabajamos. Era el encargado de brindar cierta bibliografía a Mathilde, y su mirada respecto de la obra porque la de Mathilde, de nacionalidad francesa, es una mirada extranjera sobre nuestro país, que es lo interesante de la obra también, porque nosotros desde adentro aportamos la nuestra y ahí confrontaron esas cosmovisiones del mundo que me gusta llamar y se articuló una nueva cosa.

El trabajo con Mathilde fue muy codo a codo. Ella es una grande, entonces como todos los grandes de verdad trabajan con cualquier persona. Es muy clara, precisa y minuciosa en lo que quiere. Tiene mucha claridad de lo que no quiere, aún no sabiendo lo que quiere. Sabe dónde no. Enseguida te da pautas para que no vayas hacia donde ella sabe que no. Los lugares a los que sí se puede ir son varios, infinitos. Siempre cuento que estábamos por estrenar y había cosas de la obra que no estaban del todo cerradas. Era muy vertiginoso ese proceso. Creo que ella es una persona que tiene todo el tiempo un interrogante sobre el trabajo que hace, no cierra el material enseguida. Al contrario. Al espectáculo lo va rescribiendo a medida que pasan las funciones, pequeñas cosas, pequeñas modificaciones. Viene y te dice mirá esta escena, cambiala y así hay escenas que directamente sacamos desde el estreno a la fecha.

En cuanto a su experiencia personal sostuvo “para mí fue muy meritorio. Mientras uno está en El Baile no se da cuenta, porque como todo trabajo artístico, el proceso puede ser muy tremendo. Uno pone el cuerpo ocho horas, a algo que a veces vas a un ensayo y no salió nada en toda la tarde. Estuviste probando tres mil veces una escena y no pasó nada y no te cerró a vos, a la directora, a los compañeros, y te vas a tu casa diciendo y esto para dónde va a ir. Como todo proceso es muy caótico montar una obra cuando estás todo el tiempo investigando. Si ya hay una coreografía puesta sería más simple. Es distinto, interesante también”.

En cuanto a su relación con la directora, la coreógrafa francesa Monnier, Wendler destacó “para mí Mathilde es muy generosa y tiene mucha capacidad para manejar grupos. Somos doce bailarines extranjeros para ella, complejo. De hecho yo soy uno de los coach vocal y tengo entrenamiento vocal en cada ensayo y cada función. El Baile tiene un trabajo vocal muy grande, si bien estamos bailando, estamos actuando, poniendo la voz, tiene un trabajo vocal y una partitura vocal fuerte y ella ha sido muy generosa conmigo. Soy uno de los más chicos y desde el día uno de ensayo preguntó si alguien tenía ensayo con voz y me brindó ese espacio también”.

¿Qué se vivió en Angers?

Nunca había viajado a Europa, justo se dio en un momento de mi vida donde quería empezar a hacerlo. Me salió redondo, de golpe. El día anterior a la audición estuve ensayando la puesta coreográfica de una obra, esa semana estaba con un estado gripal, fui con lo que quedaba de mí y quedé en la audición de este proyecto maravilloso.

Al finalizar la primera gira me quedé un mes de vacaciones y pude asistir a festivales en España. Fui a tomar clases a un festival de danzas donde van los mejores coreógrafos y conocí a colegas de todo el mundo. Es muy particular la cultura de cada ciudad europea. En Francia el nivel cultural es altísimo y la importancia y respaldo que se da desde los gobiernos a la cultura y a la educación, es increíble, se trabaja muy bien. Allá los artistas no montan un espectáculo sin que tengan un subsidio o reciban dinero. Acá cuando uno es freelance, es todo terreno, la lógica nuestra es que primero montamos un espectáculo y después vemos cómo solventarlo. Por eso los argentinos son muy pujantes.

Sobre la realidad de los artistas y bailarines en nuestro país, el crespense indica “tengo la suerte que además de bailarín soy actor y cantante y voy zafando un poco. Pero ser artista en la Argentina es muy difícil y ser bailarín creo un poco más, porque hay muchos bailarines y muy pocas vacantes. La carrera del bailarín es corta, hay que estar todo el tiempo entrenando, cuidándose, audicionando, exponiendo el cuerpo a situaciones físicas muy exigentes y en la Argentina no hay demasiadas posibilidades de desarrollo. Del teatro San Martín salen veinte bailarines por año y no tienen donde insertarse”.

En este sentido Daniel Wendler se mostró “muy agradecido porque trabajo mucho, siempre lo hice. Es difícil ser freelance en la Argentina, pero me las voy ingeniando, tomando trabajos. Como hay tantas vertientes, articulo de muchas maneras. También dedico mucho tiempo a enseñar, doy clases particulares de técnica vocal, una veta que siempre me va a acompañar y ahora estoy muy enfocado en mi carrera”.

El Baile le permitió tener un pantallazo muy claro en muy corto tiempo de muchas ciudades de Europa, para abrir horizontes. “Pero además –afirma- nunca visualicé mi carrera en un lugar concreto, creo que habrá tantos lugares como posibilidades me permita también. La idea es trabajar un poco en Europa y seguir estudiando”.

El Baile, una historia argentina sin palabras, no es ni más ni menos que la reescritura de la «bola», la pelota de Ettore Scola, una forma coreográfica para contar la historia de nuestro país a través de la danza, el cuerpo y las canciones.

El espectáculo se enriquece con las historias personales de sus intérpretes, los doce bailarines argentinos de danza contemporánea, entre ellos nuestro entrevistado, el licenciado en actuación, bailarín y cantante crespense, Daniel Wendler.

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