El borrador de la historia
130 Aniversario de la ciudad: Personas emprendedoras y testigos del origen de nuestra población
Hemos seleccionado algunos nombres, entre muchos, quizás de valor para trabajos escolares y el conocimiento general. Los conocemos gracias al pionero indiscutido del periodismo crespense, don Santiago Klug. Dos de ellos, Sagemüller y Mohor, fueron grandes emprendedores que hoy siguen vivos a través de sus obras. Otros, vieron con sus ojos como una estepa con vizcacheras, una tierra de vacunos y caballos en estado salvaje, se fue convirtiendo en una población finalmente llamada Crespo, por el nombre del propietario de las tierras, y a su alrededor un vergel de rubios trigos y domesticidad animal.
Don Otto Sagemüller. Nació en Moorse, Budyadingen, del Gran Ducado Oldenburg (Alemania), en 1870. “Mi padre se llamaba Franz Eduard Sagemüller, mi abuelo Juan Anton, mi bisabuelo Franz Eduard, mi tatarabuelo Juan Anton, y así puede usted ir alternando a los ascendientes míos hasta cansarse”, declaró don Otto en una entrevista para la Memoria de LAR en el año 1939.
Llegó a Buenos Aires en 1893 a la edad de 23 años, no como inmigrante sino en misión comercial, trayendo una tropa de 12 magníficos padrillos de productores, soberbios caballos que por entonces solo se conocían en Oldenburg. Venían consignados por la firma Adolfo Bullrich y Cía. Se quedó en el país y poco después decidió radicarse en la incipiente Crespo, donde fundó en 1896 un molino harinero, comienzo de lo que hoy es Alimentos Sagemüller.
Alejandro Mohor. Nacido en 1862 en Stiria, por entonces provincia de Austria, luego devenida en Yugoeslavia y cuando éste país se dividió en 7 nuevos estados, Stiria quedó situada entre Austria y Eslovenia. Fue siempre una región donde se habló alemán e italiano, además de la lengua nativa. Se recibió de bachiller y se dedicó al comercio. Dominaba tres idiomas, francés, inglés y alemán, aprendiendo el español en nuestro país.
Llegó a la Argentina en 1885 desempeñando variadas actividades. En 1909 el entonces gobernador de la provincia de Entre Ríos, Faustino Parera, deseando llevar a la práctica el ensayo de los bancos agrícolas regionales, pensó en Don Alejandro como en la persona más indicada para regentear la primera de esas instituciones, a crearse en Crespo, que gerenció hasta 1924, a la par que era presidente de La Agrícola Regional Coop. Ltda., de cuya fundación fue el propulsor. Falleció en Paraná el 10 de junio de 1935.
Según testimonio de don Pedro Goette, la idea de nuclear a los productores en una cooperativa fue de don Otto Sagemüller, recogida luego por Alejandro Mohor, quien por su experiencia en asociativismo pudo llevarla a la práctica, apoyado por Sagemüller y Luis L. Etchevehere.
Quirico Santiago Gignone. Llegó a la Argentina en 1884 con 25 años de edad, en compañía de su señora Rosa Puzzeto. Como casi todos los inmigrantes italianos, se dirigió primero a Santa Fe. En 1890 vino a Entre Ríos estableciéndose en Crespo, donde según su propio testimonio encontró a las siguientes familias: José Dugone, Juan Género, Francisco Battagliero, Vidal Rodríguez, Juan Mila, Gregorio Gadea, Manuel Gracia, y un criollo de apellido Retamar, además del personal del ferrocarril.
“Claro está que ya existía la aldea San José, que propiamente es el principio de Crespo. Yo he vendido carne allí y otros empezaron sus negocios con los colonos de San José. La planta urbana estaba loteada solamente en dos o tres cuadras de profundidad. Yo mismo tenía arrendado las 150 hectáreas que ahora forman el ‘Salto Oriental’, del mismo don Ignacio Crespo, y lo entregué recién en 1927 a José Battagliero, quien lo sembró de lino y levantó una cosecha muy abundante. Al año siguiente empezó a venderse por lotes y se pobló gran parte”.
“Cuando se estableció la Aldea San José en 1888/89, Crespo dividió 100 cuadras (168,7 manzanas de las actuales. NdeR) para pueblo pero sin alambrar. Yo estaba en un trato de comprar las 100 cuadras pero desistí de la compra por esta razón”.
Alguno pioneros
Don Pedro Goette. Nació en Rusia, colonia Simnowka, el 13 de mayo de 1863. Ya casado con Catalina Wilberg (también descendiente de alemanes como él), emigró en octubre de 1886 en copañía de su hermano Francisco, también con Adán Kihn, Jorge Jacob, Juan Goette, Conrado Goette, Jorge Goette, Santiago Schaab, Santiago Heiss, Matías Klug, y otros 800 inmigrantes más que fueron los que en 1887/88 fundaron la Aldea San José a 1000 metros de Crespo.
Andres Senger. Nació en Laichtling, Rusia, en 1832 y emigró a Brasil en 1877, construyendo un molino harinero en Ponta Grossa (Río Grande do Sul). En 1892 dejó al frente del molino a sus hijos Juan y Felipe y emigró a la Argentina con los otros, Nicolás y Andrés. Fue uno de los fundadores de la Aldea San Rafael, comprando 250 hectáreas de la Sucesión Cuestas.
David Heinze. Nació el 8 de agosto de 1872 en Dreipspitz, Rusia y a los 15 años abandonó su país natal en compañía de sus padres para dirigirse a la Argentina. Llegaron a Diamante el 30 de junio de 1887.
Alfredo Coasollo (hoy Coassolo), nació en 1875 en la provincia de Torino, comuna del Monasterio de Cantalupa (Italia). Con 16 años de edad se embarcó solo en el vapor Manila, arribando al puerto de Buenos Aires en 1891 con 7 liras en el bolsillo y un inmenso entusiasmo de trabajar. En 1892 llegó el resto de su familia. Todos se instalaron en Santa Fe, hasta que su padre, Miguel, decidió venir a Entre Ríos instalándose en 1898 en el campo de Bautista Saluzzio (nacido en Torino en 1855), de una de las primeras familias de origen italiano que colonizaron nuestra zona.
Benito Pérez. Nació en Paraná en 1859, de estirpe gaucha, sus andanzas lo pusieron en contacto con los primeros colonizadores allá por 1878, cuando todo era una inmensa estepa que alimentaba millares de vacunos, caballos y lanares. Se crió en Islatas, donde su padre tenía tierras. “Entre Diamante y Crespo conocíamos todos los ranchos y puestos; creo que no eran más que 10 taperas”, comentó en el año 1939, a sus 80 de edad.
Encarnación Fernández de Celis Nació en Paraná en 1855, contrajo matrimonio con Juan José Alva y después de su muerte contrajo nuevo en lace con Alejandro Celis. Mujer “muy desenvuelta” –se decía en la época-, fue una testigo importante de su tiempo, aportando datos valiosos a la historia de la inmigración en el Departamento Diamante.