Ya no da próceres el tiempo
** Para ir entrando en clima, vayamos por la historia de Jack Daniel, nombre que quizás te resulte familiar porque lo has visto en las góndolas de las bebidas menos populares en los supermercados, o en tu casa, en cuyo caso felicitaciones, porque no cuesta menos de cuatro a cinco lucas y no está en Precios Congelados.
No nos interesa complicarnos con la historia sobre quién le enseñó a destilar y filtrar whisky al pequeño Jack allá por la década de 1850 cuando ni diez años de edad tenía; si fue el pastor bautista y tendero Dan Call, o el negro Nearis Green, un esclavo, tal como ahora lo admite y afirma la empresa que sigue fabricando la bebida, para “blanquear” (vea qué contradicción) una historia que se mantuvo oculta.
** La epopeya libertadora de San Martín por toda América no le alcanzó para estar tan presente y vigente en el mundo como Jack Daniel, a quien, para alcanzar la cima, le bastó conocer a un esclavo liberto que era un experto en colar whisky. Se decanta de estas dos biografías, que en el mundo moderno otorga más méritos crear algo para la farra que para la libertad o el bienestar de la humanidad. Ya no da próceres el tiempo, aunque últimamente se ven en Buenos Aires grandes esfuerzos por hacerlos parecer.
** Y ya que la bolilla cayó el Precios Congelados, hablemos. El whisky de aquel vaquero no figura en la lista de 1.247 productos a precios congelados hasta el 7 de enero de 2022 en nuestro país, aunque sí, vas a encontrar en ese listado de “los precios no se tocan”, al popular Old Smügler y también al Chivas Regal, que anda por las tres lucas y media. Un consejo, compralo aunque seas abstemio, aguantalo hasta Reyes y vendelo al día siguiente al precio que alcance cuando se haya derretido el hielo del congelamiento de Feletti, y el dólar a 104 se haya hecho un lugarcito más cerca de los 200 del único dólar que se consigue.
Congelando en pleno verano
** En la lista de los congelados que recién el 7 de enero se podrán poner en el horno (donde seguiremos estando solo los tragasapos del llano), hay nueve marcas de champagne, seis destilados, entre los que se incluye el coñac, ron y vodka, 21 marcas de cervezas, 29 tipos de vinos tinto -malbec y cabernet- y 14 tipos de blanco, siete espumantes, 11 vinos de mesa y cinco whiskys. También bebidas aperitivas y snacks. Como hemos leído algunas ironías sobre esto, dediquémosle un par de párrafos para entenderlo mejor…
** La idea oficial no es que compremos barato sino que parezca que no hay inflación. En cuanto a las críticas a algunos productos incluidos, se explica en que los precios de estas bebidas, los snakcs y tantas cosas más, forman parte del listado de productos alimenticios, bebidas, servicios públicos y privados, esparcimiento, salud, conectividad, transporte, educación, productos de limpieza y cosmética, etcétera, con el que se hace el cálculo de variación de precios. Si están en esta lista es porque la gente los consume, ¿y por qué no?
** Según consta en la página del INDEC, realizan visitas todos los días hábiles y recogen durante cada mes cerca de 90.000 precios de las variedades de la canasta en aproximadamente 4.200 comercios. El seguimiento se lleva a cabo en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y los 24 partidos del Gran Buenos Aires, en comercios seleccionados teniendo en cuenta los tipos de negocios en donde hacían sus compras los hogares encuestados. Aparte de eso está la medición empírica, que no calcula porcentuales pero lo siente sobre el cuero y la tarjeta de crédito; la que lleva la cuenta de cuántos días antes del siguiente cobro se le termina la guita cada mes.
Ni Alberto ni Axel: Maxi 2023
** Y atentos en que en párrafos anteriores la bolilla cayó en próceres, que los hay de bronce y de telgopor, dejemos que el periodista Roberto García hable de algunos que se hallaban en curso y se derritieron como precios de enero, y otros que están siendo candidateados al bronce, o quizás tan solo al bronceado del propio sol de enero en alguna playa de retiro y meditación.
** Escribe García: “Otra vez Cristina debió reparar su testamento: sacó al «chiquito» Kicillof de la sucesión presidencial y le quitó a Alberto Fernández la posibilidad de reelegirse. No tuvo más alternativa la dama que adelantar en la parrilla la cocción de Máximo Kirchner. De un saque y sin anestesia. Víctimas opacadas y apocadas no dan la talla. En su nueva escritura, la Vice pretende ocultar su responsabilidad frente al aluvión de votos anti gobierno y desembocó en su hijo como candidato. Lo ascendió, ante el ocaso de los generales, de aspirante a la gobernación a posible ocupante de la Casa Rosada…
** …Y el vástago sale a las pistas con un discurso de cuño camporista, del no pago al FMI remedando a los Rodríguez Saá, más para blindar hoy el 25% del contingente familiar que para aumentar el número de adeptos. Una elección no deseada de la doctora, aunque ya su hijo supera los 40: no será Kennedy, pero le reservaba un curso más tradicional en la política. Más de uno se asombra del turbión en el proyecto dinástico: Máximo sale ungido, defenestrados sin piedad Alberto y Kicillof, solo por el adverso resultado de las últimas PASO, comicios casi “de juguete” por la nula competencia entre los oficialistas”.
El tablero de ajedrez
** Ausentes del tablero esta semana, el trebejo Alberto (rey en jacke) y el alfil Martín Guzmán. Viajaron para disculparse ante el FMI por los dichos recientes desde los tablados criollos en contra del Fondo, donde aseguraron a gritos “¡minga les vamos a garpar!”. Sonrisas, palmadas y palabras tranquilizadoras: “No se lo tomen en serio, señorías; si no les habláramos así a nuestros muchachos ¿con qué encenderemos la mecha revolucionaria?, pero los verdes van a estar”. Como dice el tango, “ya no me queda más que ir a misa e hincarme a rezar”, y tendrá que ser ante el cura de la Basílica Nuestra Señora de la Piedad, ya que Francisco no nos atiende el teléfono en El Vaticano.
** En fin… ¿y qué pasó con Jack, el del whisky? Un día le metió un patadón a su caja fuerte porque no se acordaba de la combinación para abrirla. Se le infectó el dedo gordo del pié y terminó en una isquemia que en octubre de 1911 lo llevó a la tumba. Sus últimas palabras fueron: “Lo parió, no tenía alcohol a mano para desinfectarme y se me complicó”.