¿Y ahora qué con el currículum?
** Una afirmación expresada esta semana por el presidente de la Nación, desafortunada a criterio de muchos, nos devolvió el recuerdo de viejas iniciativas de Paralelo 32. “Lo que nos hace evolucionar o crecer no es verdad que sea el mérito, como nos han hecho creer en los últimos años”, dijo AF. (Quizás quiso decir en los últimos siglos).
** Viene a cuento que en los lejanos años 80 los estudiantes más esforzados del nivel secundario recibían algún estímulo cuando habían logrado el mayor promedio de su promoción, como también lo recibían los más solidarios con sus compañeros, o los más esforzados que trabajaban y estudiaban o quizás recorrían estoicamente largas distancias bajo lluvias y soles abrasadores, para acceder al aula. Todo esto era, en la vieja cultura que hoy se descalifica, un mérito que merecía el reconocimiento social, y si público, mejor.
** La anécdota es que, a quienes se destacaban por su fuerza de superación se les daba un presente pero ninguna constancia que pudieran exhibir en una pared como un galardón. Se me ocurrió entonces entregarles una especie de diploma “De reconocimiento al Mérito”. Así se llamaba. Dejamos de hacerlo cuando apareció otro periódico entregando una réplica de nuestro diploma en las mismas escuelas y en los mismos actos, pero esa imitación no es el tema de hoy ni merece serlo, porque carece de mérito. Detrás de un mérito siempre hay un valor, y de eso sí queremos hablar.
** Durante tantos años conociendo a estas chicas y chicos egresados de muchas localidades del departamento Paraná y posteriormente de Victoria, estrechándoles la mano, entregándoles un modesto reconocimiento para encuadrar o agregarlo a su currículum si lo desearan y publicando sus fotografías y datos en el periódico, hemos conocido a jóvenes de hogares muy humildes, que años más tarde se hallaban buena situación, porque buscaron las oportunidades y las hallaron.
El mérito puede esperar
** Sorprendió el presidente Fernández al mostrarnos que aquel valor ya no sirve, que de aquí en más será un desvalor o antivalor, al expresar: “Lo que nos hace evolucionar o crecer no es verdad que sea el mérito, como nos han hecho creer en los últimos años. El más tonto de los ricos tiene más posibilidades que el más inteligente de los pobres.Ese tratamiento desigual nos pone en un mal lugar como sociedad. Las mejores sociedades son las que dan la oportunidad de desarrollarse a todos»
Si lo dice el Presidente es porque a partir de la fecha ese pensamiento será una política de Estado.
** Lo inexplicable es que la “meritocracia”, contra la cual ya se había expresado antes el Presidente, en términos políticos significa: “Sistema de gobierno en que los puestos de responsabilidad se adjudican en función de los méritos personales” (definición RAE). Es lo contrario a la “kakistocracia”, vocablo que nos viene del griego (¡qué seríamos sin ellos!) y significa: “Gobierno de los peores; en que la organización gubernativa está controlada y dirigida por gobernantes que ofrecen toda la gama, desde ignorantes y matones electoreros hasta bandas y camarillas sagaces, pero sin escrúpulos”. El término fue acuñado por un tal Michelangelo Bovero, profesor de la cátedra de filosofía política de la Universidad de Turín, en 1944.
** Fuera de esta contradicción, el Presidente vinculó el mérito con la riqueza y lo mezcló con las oportunidades. ¿Quién podría no estar de acuerdo con la oportunidad igualitaria para desarrollarse? A esa igualdad la ofrece desde hace muchos años la escuela pública y las universidades públicas. También el espíritu emprendedor es meritorio y gracias a él muchas personas de origen humilde y educación básica han desarrollado emprendimientos importantes y dieron a sus hijos la oportunidad de una graduación universitaria, cumpliendo el famoso sueño del inmigrante.
La oportunidad y sus excesos
** «¡Igualdad!», oigo gritar / al jorobado Torroba. / Y se me ocurre pensar: / ¿Quiere verse sin joroba, o nos quiere jorobar? (Manuel del Palacio). Ese es el punto. Igualdad de oportunidades es, en un plano trivial y cotidiano, que a los de a pie se nos otorgue el mismo derecho a reunirnos en grupos y sin barbijos cada vez que nuestros gobernantes lo hacen y se ocupan de mostrarlo en fotografías.
** Lo de las oportunidades es incuestionable, nadie podría estar en desacuerdo mientras no sean repartidas a discreción. Si no se las regula en función de mérito seguiremos teniendo a hombres como Máximo Kirchner, cuyo currículum estaba muy flojo de méritos como para convertirse en millonario sin trabajar y hombre fuerte del gobierno nacional. El caso es confirmatorio de la segunda afirmación del Presidente. Máximo carece de estudios terciarios y hay quienes afirman que no terminó el secundario, pero tuvo más oportunidad que muchos pobres inteligentes. Se puede concluir en que llegó a lo que es hoy por exceso de oportunidad, no de méritos.
** No parece una afirmación afortunada decir que el mérito (el esfuerzo por lograr algo) no es lo que nos hace crecer. Lo contrario al mérito también podría llamarse demérito, entendido como falta de valía y de autoestima. El mérito es un valor, y no es posible que la falta de valor, falta de coraje y determinación, sea más propicio a la realización humana.
Claramente no nos referimos al “mérito” de ser linda o fachero, porque la vida es un juego de competencias y capacidades, no un concurso de reinas y reyes que se eligen en las fiestas del estudiante.
La oportunidad de los ñoquis
** ¿Cuál es entonces el estímulo que recibe aquella persona que se jugó por la actividad privada o pública, ya sea creando un emprendimiento y planteándolo como un desafío para sí mismo, para crecer, mejorar la situación de su familia, luchar por mejores resultados, reinvertir y crear trabajo, o aquellos que se esforzaron en formarse para poner su capacidad al servicio del Estado, sin vocación de ñoqui?
** Consideremos además que la desidia, el pesimismo, el desgano, la idea de que robando se gana más que trabajando; de que es mejor negocio cobrar subsidios que intentar algo por la propia dignidad; que es mejor militar políticamente para en algún momento conseguir un nombramiento y asegurarse una vida tranquila, difícilmente se comparan con el mérito, sinónimo de virtud y merecimiento.
** En fin, son puntos de vista de los que cargamos con el defecto de habernos roto el ukelele en una sociedad que ameritaba todo, y vaya uno a saber si aquel estigma psicológico no nos convirtió en unos estúpidos egoístas que se quejan porque todo han tenido que hacerlo a fuerza de méritos personales, y lamentan no poder empezar a vivir de nuevo a partir de ahora cuando las cosas serán más fáciles; donde todos merecemos lo mismo, todos tenemos derecho a todo y obligación de nada, todo se nivela para abajo y el que se esfuerza es un Holandés. ** ¡Un aplauso para el asador!