Veinte años sin rastros de la familia Gil
Enero está marcado en la historia de Nogoyá, el trajinar del año tal vez nos hace olvidar, pero cada día 12 del primer mes del año, una madre se encarga de hacer recordar a toda la región que aún espera respuestas certeras sobre el paradero de su hija, su yerno y sus cuatro nietos. María Delia Gallego hoy tiene 65 años y desde los 45 solo pide una cosa: saber qué pasó con la familia Gil, con su familia.
El 12 de enero de 2002 fue la última vez que testigos vieron a Rubén “Mencho” Gill (56), a su esposa Margarita Gallego (26) y a sus cuatro hijos con edades de 3 a 12 años. Fue cuando concurrieron a un velorio a la ciudad de Viale, a partir de allí todo fue misterio, nadie más supo de la familia que residía en la estancia La Candelaria, propiedad de Alfonso Goette (fallecido), en donde trabajaban como puesteros, en el distrito Crucesitas Séptima, al norte del departamento Nogoyá.
Por las limitaciones en las comunicaciones que había en 2002, cuando todavía el celular no era algo habitual y mucho menos para la zona rural, la familia Gill no tenía un fluido contacto con sus familiares. Por eso la denuncia tardó en hacerse y se perdieron tiempos vitales para la investigación.
Hoy la causa es llevada adelante por el Juez de Instrucción y Garantías Gustavo Acosta, quien aún mantiene abierto el expediente que se iniciara en el 2002 por averiguación de paradero.
“Hasta ahora todas las investigaciones han arrojado resultado negativo, sin poder darles respuesta a estas familias acerca de cuál ha sido el destino de la familia Gil. A esta gente no le hemos podido brindar información sobre qué ha pasado con su familia, como se dice, la justicia ha fracasado en este sentido por la falta de respuesta” señaló Acosta y al ser consultado sobre si se podría haber hecho algo mas desde los tribunales de Nogoyá, dijo: “uno siempre hace un repaso y siente que algo faltó, la causa siempre se trabajó y se continuará trabajando porque es una causa abierta, seguiremos investigando como hicimos con el Equipo de Antropología Forense, con las variantes y alternativas que vayan surgiendo”.
“En esta investigación sale muy afectada la familia que espera respuestas, incluso algunos familiares han fallecido sin saber qué pasó con ellos. Son quienes más sufren esta incertidumbre”, lamentó.
La causa Gil es única en el país y en gran parte del mundo, salvo casos relacionados a violencia institucional o crímenes de lesa humanidad, en la dictadura, no hay un precedente o hecho policial similar que iguale esta investigación.
“Trabajando la hipótesis de que aquí hubo un crimen o trabajando la hipótesis de que se fueron a otro lugar, que es la que menos sostenemos desde la justicia, hoy, a veinte años, lamentamos no poder dar respuesta a la familia”, remarcó el juez de garantías de Nogoyá y confirmó que la semana pasada se entrevistó con una persona de la zona de Estancia La Candelaria, “nos aportó datos desde la buena fe, hay fundamentos en lo que nos dijo, sin ninguna intención de querer figurar”, aseveró.
Por último, Acosta adelantó que se está gestionando la posibilidad de generar con organismos nacionales, un ofrecimiento de dinero a modo de recompensa para quienes puedan aportar información útil en la causa.
“Creo que ellos están muertos”
María Delia Gallego, madre de Margarita se resigna a no encontrar con vida a su familia, pero si está convencida de querer saber qué pasó con ellos.
“Todas las excavaciones y rastrillajes que se han hecho, fueron por el frente de la estancia, por detrás no se hizo nada, lo del arroyo, lo de los pozos y los allanamientos, corresponden a la parte de adelante, lo que es el campo en sí no se rastrilló aún”, lamenta Delia y reafirma su teoría: “si estuvieran vivos, tienen muchos medios como para comunicarse, por celular, por internet o como sea, pero ellos no aparecen de ninguna manera, ni en redes sociales ni en bases de datos de ningún organismo. Para mí, a ellos los mataron o los llevaron muy lejos, a lo mejor están enterrados ahí donde nos dijo un testigo. Hay muchos indicios que dan a pensar que están enterrados”, asegura María Delia.
Delia asegura que faltan muchos eslabones protagonistas en esta historia. Para ella hay más gente del lugar que debió denunciar la desaparición o al menos prestar testimonio cuando se supo que a su familia se la había tragado la tierra.
“Quiero darles sepultura y llevar una flor en las fechas que mi hija y mis nietos cumplen años, hoy no tengo nada de eso, todo es inseguro, quiero dejar de pensar en esto, porque esto no es vida”.
Un periodista apunta a Goette
En las últimas horas, se conoció una entrevista que brindó el periodista paranaense Carlos Matteoda a medios provinciales, donde afirma convencido que “Goette sabía el destino de la familia Gil, por una entrevista que hicimos. Y después tuve dos o tres encuentros en privado que el buscó tenerlos, para desdecirse en privado de lo que dijo al aire», explicó.
“Fuimos a su casa, estaba su esposa presente y el dio una versión como si fuera un padre afligido porque se habían ido personas que eran como sus hijos para él. Pero después en privado argumentó otras cosas, como su presunta relación con Margarita Gallego y la presunta paternidad del menor de los chicos”, relató el periodista.
“Siempre intentó resguardar lo que se decía para que no afecte su imagen y la de su familia, siempre habló mal de la familia Gil, además en ese momento encajaron algunas cosas para considerar que esta gente se había ido. La versión de la secta, de un nuevo rumbo laboral o de problemas con los vecinos, fueron versiones que tuvieron su asidero pero con el tiempo se fueron desvaneciendo”.
En la entrevista, Matteoda recuerda que el perfil que el obtuvo de Goette era el del típico dueño de todo, “el avallasaba todo, con sus vecinos, con sus empleados. Era allegado a la cooperadora de la escuela, a la policía del lugar, a tal punto que en uno de los rastrillajes que se fueron a hacer a la estancia, el esperó a la policía con un asado y no se rastrilló nada”. “De cometerse el crimen, sería el crimen más atroz desde el regreso de la democracia. Para colmo, Goette tuvo todo el tiempo del mundo para tapar rastros. No queda bien hablar de un muerto, pero él nos contó una historia al aire con su esposa y su hija y luego me la desmintió, preocupado por lo que iban a decir. Goette quemó la ropa de la familia Gil, avisó a los cuatro meses de la desaparición, cuando jamás le dio más de 10 días de vacaciones”, agregó Matteoda.