Una de las tantas cosas que se escribirán este fin de semana, pero con mucho amor y agradecimiento: ¡Feliz Día!
(Nicolás Rochi – Paralelo 32) Una semana atrás, un amigo saludó a una vecina con un estridente ¡Feliz Día de la Madre!, ella sonrió y agradeció. Prefirió no explicarle que el saludo le parecía extraño, mientras nos cruzamos una mirada cómplice de vereda a vereda. Yo seguí cortando el pasto, y no pude evitar reírme ya que lo mismo había sucedido con una fiesta familiar en la que, quien invitaba al asado, sumaba esa excusa perfecta para la reunión familiar, pero siete días antes.
Pudo ser un error, pero luego una de mis hijas dijo, ¿Qué día es hoy? y de nuevo la fecha le sonó extraña, ¡¿Y cuándo es el Día de la Madre?! Remató; hasta que en su pantalla de celular apareció ‘Oferta’ Día de la Madre, ella mostró el casi ‘mágico tema’ que se colaba en sus vistas de redes sociales. Y todo quedó más contextualizado.
En familias como las que aún tenemos la suerte de atesorarlas, la madre es ‘la Nona’, ‘la mama’, ‘Abu Nonón’ o ‘la Vieja’; ¡sí! Mi vieja, cariñosamente. Esa que crió con el mismo afecto a propios y ajenos, que se hizo cargo de una mochila que alguien dejó sobre la silla olvidada adrede, mientras cientos de mujeres se esforzaban y se esfuerzan por lograr ese cometido en la vida.
En busca de una ‘madraza’ del corazón intenté, sin suerte, contactar a una que está haciendo todo para adoptar (quizás próximamente hablemos más de este tema tan sensible en nuestra sociedad). Ella se vio conmovida por la mínima posibilidad, encontró que había una esperanza cierta, pero en vez de uno/a eran cinco. Su fuerte creencia la llevó a pensar que si Dios le ponía esa misión le daría la providencia para afrontarla y no dudó. Esos niños están en espera desde hace dos años porque no consiguen justamente quién los adopte por el número que representan en el más literal de los sentidos. Ojalá todo siga bien y lo logren.
Porqué festejamos
Argentina es el único país del mundo donde el Día de la Madre se festeja el tercer domingo de octubre. De hecho, en ese mes únicamente tienen lugar dos celebraciones del Día de la Madre: la de Argentina y la de Bielorrusia, que es el día 13. La diferencia entre ambos es que en el país europeo la fecha se ha establecido de manera fija ese día, mientras que a nivel local, el Día de la Madre se celebra siempre un domingo, independientemente de la fecha precisa.
Si hablamos de orígenes, tiene algunos antecedentes en la Antigua Grecia, donde se rendían honores a la diosa Rea, madre de Zeus, Poseidón y Hades. El filólogo alemán Walter Otto afirmó en su libro ‘Los dioses griegos’ que la figura materna era muy resaltada en esta mitología, razón por la que los griegos adoraban a esta diosa. Desde ahí empezó parte del festejo del Día de la Madre, pero a los pobres griegos los escuchamos tanto cuando un periodista llamado Mariano Grondona los citaba reiteradamente en sus columnas, que a muchos nos quedó la sensación que rozaba el manoseo. Mejor los dejamos a su libre albedrío esta vez.
Sí parece que antes de la reforma del Concilio Vaticano II, el 11 de octubre se conmemoraba el amor hacia la Virgen María, que actualmente se celebra el 1° de enero, en el calendario litúrgico de la Iglesia Católica, y con el objetivo de garantizar que todos pudieran agasajar a sus madres, se pasó el festejo del Día de la Madre para el domingo anterior o posterior, por ser un día en el que no se trabaja.
Así vamos rumbeando y encontramos que después ya fue el 11 de octubre, y ahora quedó definitivamente establecida: el tercer domingo de octubre. Los motivos no están escritos en ningún lado, pero sí perdió su sentido religioso. Se cree que se fijó así para garantizar que todos hubieran cobrado sus sueldos para comprarles un regalo.
Sin sentimentalismos
Una tía que ya no está entre nosotros siempre me decía: “Madre hay una sola, padre vas a encontrar en cualquier lado”, y a los cinco o seis años esa frase era tan vacía como impactante, y es que la pronunciaba en cualquier momento, pero se acentuaba cuando las macanas que me mandaban superaban la media diaria.
A quienes tenemos la suerte de disfrutarla aún de adultos, nuestra madre no abandona ese rol, y nos dice: M’ijo, cuídese, ¿comió?, Abríguese… inundan la memoria emotiva de lugares donde uno vuelve a sentir amor sin que eso signifique una caricia. En una sociedad que cada vez menos valora a los viejos, la madre se resiste a ese puñal de los años. Madres solteras, madres ‘luchonas’ como les dicen ahora por la falta de compromiso de sus parejas, madres que no reciben la cuota alimentaria de sus hijos, madres que salen a trabajar y dejan a sus pequeños con la vecina, esa que con el tiempo le terminamos por decir tía/o, abuela/o pero no lo fueron nunca. Eran quienes miraban cómo esa mujer se sobreponía a todo y con entereza salía a enfrentar el mundo del trabajo.
Hoy la mujer trabaja a la par del hombre y lo supera, por suerte para nosotros, hemos abandonado esa idea de mejor que lo haga un hombre, y quien escribe se siente tan hombre como el más. Pero me crié en un ámbito donde la mujer hizo la diferencia, y no sin miedo a repetir la historia, he aprendido que las historias de otros no condicionan la propia. Que una buena madre enseña a querer, y como dicen los que hacen posible este periódico, entre ellos su director: “Desde el odio nada bueno se construye”.
Quizás en este ámbito de escribir de otros, desnudando la propia historia (como decía el gran Gabriel García Márquez —N. de R.) nos debamos un momento para tantas abuelas que hoy están en residencias o geriátricos, tal vez, sólo tal vez, leyendo estas líneas que arrojamos al viento y se quedan grabadas en el papel, para ellas también vaya nuestro saludo de hijos, nietos y tantos afectos que añoran abrazos y caricias de un tiempo donde no había riesgo por exceso de mimos.
Un pequeño gato ha llegado a la familia, las gurisas le dicen ‘mi bebé’, y lo acurrucan como si fuera un hijo más. Mi mujer dice que ‘el perro está celoso’, porque también se siente hijo de los humanos. Interesante teoría, veremos qué dice la ciencia al respecto. Esa se las debo.
Así las cosas, nos metimos en un berenjenal en el que será difícil salir, no sin riesgo a quedarnos aquí entre lo que pensamos es solamente una historia de miles, y en las que muchos ni siquiera se sentirán identificados con esta. Pero así son las experiencias, tan vívidas para unos como tan intrascendentes para otros. Susan Sontag habla de ello en su libro ‘Ante el Dolor de los demás’, quizás porque marca como el extrañamiento nos ha ganado.
Mañana seguramente veremos millones de fotos de ‘Te quiero Mamá’, ‘Te extraño’, a los que conservan esa imagen del ser que ya no está, pero también puede haber un Te perdono, o Te necesito, Disculpá, y el clásico: ‘Qué te vas a preparar de rico’.
No nos pongamos sentimentales, al menos eso prometimos en el subtítulo que ya quedó tan atrás como nuestra promesa. Feliz Día a todas las madres, a esas que siendo adolescentes lo van a intentar, a las que buscan lograrlo con tanto esfuerzo como les es posible, a las que disfrutan de ese día con sus hijos, en patota, con nietos que tiran cosas y no acusan recibo. Dicen que no hay sentimiento más genuino, es instintivo hasta en los animales, y tan complejo en el ser humano que el psicoanálisis se debate entre sus corrientes de pensamiento, nosotros vamos a los bifes, porque si no la vieja se enoja, y ya nos llamó para los fideos. Feliz Día, las queremos de corazón. Atte: Un hijo.