Una cuenta pendiente que cumple su mayoría de edad
Victoria (Por Nicolás Rochi).- El pasado sábado 22 de mayo coincidió con el 18 aniversario de la inauguración de la Conexión vial con Rosario. Atinadamente, desde diario La Capital, el periodista Adrián Gerber lo trajo a colación el lunes pasado y recordó a propios y ajenos que a pesar de alcanzar la ‘mayoría de edad’, la ruta nacional Nº174 sigue siendo un NN.
Entre los nombres que tira ya en el título de esa nota están algunos con más consenso que otros, desde Piaggio (y su canal homónimo) al propio Urquiza, o Carlos Saúl de Anillaco. Incluso el propio Roberto Fontanarrosa dejó sentada su posición— advierte.
Para los que recién nos iniciábamos en las grandes coberturas, y en el periodismo como tal, aquel 22 de mayo de 2003, a las 11:45, fue un día bisagra dentro del Corredor Bioceánico Central. Lo pusimos en el papel desde un suplemento donde no faltaban detalles de ese cruce por el canal del Río Paraná (59,3 kilómetros con ese puente principal y otros 17 menores), además del conjunto de terraplenes. Mostramos fotos históricas; de los inicios a pico y pala, de esa loca idea que luego fue un gigante camino de oportunidades para cientos de jóvenes y no tanto. Hablamos de Puentes Culturales y nos animamos a cantar, tocar música y pintar ilusiones sobre un lienzo que así lo pedía.
Hablamos de hermandad, de posibilidades a corto plazo, de negocios y trabajo; de inversión y diversión ‘De costa a Costa’. Y en ese flujo de permanente contacto, en determinado momento nos empezamos a pelear por los incendios en las islas, las fiestas clandestinas, las jurisdicciones y los costos de hacer tal o cual cosa en el humedal.
Así como pasa en las familias más consolidadas, siempre hay intereses que se trasladan más allá de su propia potestad. Rosario siempre será un gigante urbano, cosmopolita y que trata de sobreponerse a la lucha contra narcotraficantes como Los Monos, y no lo niega. Tiene un gobierno socialista en el discurso pero se integra al mundo comercialmente a través de esa vía navegable que también hizo posible nuestra vinculación.
Aquí, tenemos nuestros demonios también. Pedimos cambio pero no los propiciamos decididamente; hablamos de trabajo pero no lo generamos más allá de las pocas posibilidades que tenemos a mano. Tendemos puentes pero solo para cruzarlos y volver antes que la cena se entibie.
Por momentos se podría decir que vivimos a espaldas de un gigante, como si la conquista dependiera de no dejarse torcer el brazo. No aceptamos cambiar, y quizás tenga que ver con nuestra idiosincrasia. Pero no somos obtusos, ni negamos el progreso (si es que todavía vale este concepto a la luz de la brutal pobreza en que convivimos, en nombre de este concepto —N. de R.)
¿Qué sería de Victoria sin Rosario? Nos dice algún porteño que ya pasó por otros pueblos cercanos y, con la mirada puesta en la General Paz, intenta ‘despertarnos’ de la siesta panza verde.
Quizás ninguno tenga razón. Tal vez debamos aceptar que si queremos algo del otro, primero necesitamos aceptar esa diferencia. Para los jóvenes, que se adaptan rápido a la vorágine de ‘cruzar’ y ‘volver’, todo es oportunidad. Para los que tenemos algunos años más, ir y permanecer no son sinónimos. Nos gusta disfrutar de lo que no tenemos: una catarata de cultura por donde se mire, shopping, gentío, negocios, bares, y mil etcéteras, pero ellos también deben sentir alguna cosquilla con ese silencio, solamente interrumpido por el canto de los pájaros y el olor a río. ¿Tan cursi sonó? Creo que sí, pero en el fondo, sabemos que nuestro valor no está ligado a la infraestructura, sino a la naturaleza. Tal vez, si aprendemos a cuidarla y proteger ese recurso, abriendo la perspectiva, tengamos un aliado gigante esperándonos. Pero debemos tener en claro las condiciones, porque ellos ya están preparados para dar el gran salto. Nosotros seguimos mirando el horizonte, preguntándonos si es ahora o no.
Podríamos haber hablado de cifras y números, seguramente ya lo hemos hecho y lo volveremos a repetir. Valen para justificar más vías y seguridad en el traslado de una margen a la otra. Pero no me digan que seguimos sin aprovechar a nuestros vecinos y todo lo que tienen para generar, tan sólo si un día se despiertan con ganas de ayudarnos.