Tres jóvenes cuentan sus experiencias como tripulantes del barco Logos Hope
Crespo– Estuvieron en Crespo tres integrantes del Equipo de Avanzada que prepara la llegada al puerto Rosario del barco Logos Hope, conocido como la librería flotante más grande del mundo. Ruven Klunk (24), de Alemania; Steph Jemphrey (26), de Irlanda del Norte y Nikolaé Beckford (24), de Jamaica, hablaron sobre su experiencia en el barco, que no solo trae literatura a muy bajos precios, sino también una tripulación de alrededor de 380 voluntarios internacionales, de 60 países diferentes, que están dedicados a compartir conocimiento, ayuda y esperanza a las personas de los lugares que visitan.
Steph está próxima a cumplir dos años en el barco y lleva recorridos unos diez países, Ruven visitó 25 países en casi tres años. “Estuve en Africa –cuenta- cruzamos el Atlántico al Caribe, pasamos el canal de Panamá, después recorrimos todos los países del Pacífico, el sur del continente y subimos a la Argentina. El barco después irá a Brasil, al Caribe nuevamente y cruzará el Atlántico a Europa”- detalla el itinerario.
A este alemán, bioquímico de profesión, le gusta la Argentina y la cultura latinoamericana. No le alcanza con disfrutar de los mates tereré de los tripulantes paraguayos. En nuestro país decidió comprar su propio equipo para tomar el tradicional mate caliente de nuestra cultura.
Quienes forman parte de esta experiencia deben tener más de 18 años, un nivel básico en inglés, y como el barco es una forma para compartir la palabra de Dios, los tripulantes son cristianos evangélicos, tienen autorización de su iglesia y pastores y entrevistas previas con la organización. Su misión puede ser por tres meses, con posibilidad de extenderlo a seis. “La tripulación normalmente está por uno, dos o más años. No hay un límite. Algunos están 5 o 6 años.”- dice Ruven en un castellano que domina casi a la perfección.
“El barco llegó a Belfast hace muchos años y mi iglesia fue allí, una chica que conocía estaba en el barco, compartió su experiencia conmigo y cuando más o menos a los 18 años decidí ir por tres meses. En ese momento el barco estaba en Filipinas y viajé 14 horas en avión, por primera vez sola y para fue una experiencia muy impactante”- cuenta Steph (26). “Fue la primera vez que hacía algo por mí misma. La meta del barco es compartir el conocimiento, el saber, la ayuda y la esperanza”- agrega.
El conocimiento se comparte a través de la librería flotante donde todas las personas son bienvenidas; la ayuda se comparte de una forma práctica, poniéndose al lado de las organizaciones o las iglesias que saben cuál es la necesidad que hay en la comunidad. “Por ejemplo –relata- donamos filtros de agua porque hay comunidades que no tienen acceso al agua potable”. También comparten la esperanza en Dios.
Steph volvió a Irlanda del Norte, estudió diseño gráfico y decidió volver al barco por dos años más.
Nickolee, es de Jamaica, lugar que los barcos habían visitado muchas veces. “Quería tener la experiencia de ayudar a la comunidad, pero no sabía adónde ir”- señala. “Hubo una oportunidad de ir a una conferencia a bordo del barco y estaba buscando ir a otra conferencia en otro país, pero sentía que Dios me impulsaba a inscribirme en la conferencia en el barco. Tenía dudas porque pensaba que no era para mí ese ministerio, terminé llenado el formulario y fue realmente una experiencia maravillosa, ver personas de diferentes culturas cómo interactúan una con otra y comparten, realmente fue grandioso” -cuenta.
Ella estudió Marketing, hace un año que está en el barco y su compromiso es por dos años más.
Por su parte, Ruven trabajó durante cuatro años en un laboratorio como bioquímico, siempre con la idea de hacer un voluntariado a favor de los animales, algo que lo hiciera sentir feliz. “Compartí ese plan con algunas personas y me dijeron, tenés una historia de Jesús que impactó en tu vida y me alentaron a compartir la Palabra en el mundo. Empecé a ver dónde ir, en eso tuve un sueño de un barco que me emocionó mucho, tanto es así que al otro día firmé con la organización. Medio año busqué patrocinadores, porque en este servicio nadie recibe salario y fue una gran bendición tener el apoyo de mucha gente, y algunas personas desconocidas son los mayores patrocinadores.
Ruven transita el último año de este ministerio.
Compartir con otras culturas es la mayor riqueza para los tripulantes. Las habitaciones son pequeñas y allí conviven cuatro personas. “Esto cambió mucho mi visión de cómo funciona el mundo. Que no hay una manera mejor, porque cada persona trabaja de una manera, y esa es la mejor manera en su país. Hay que adaptarse a todos y ese trabajo es único”- dice el tripulante alemán.
Nikolaé, sostiene que todos llegan a la cultura del barco y deben hacer un ajuste. “Se aprende a aceptar a cada uno y a ser flexible. Uno acepta a las personas por lo que son y solamente los ama porque son”.
El barco Logos Hope anclará en Rosario del 1º al 23 de junio con 5.000 títulos de variada literatura
Logos Hope
El Logos Hope comenzó su servicio en 2009 y es operado por GBA Ships, una organización sin fines de lucro basada en Alemania. Da continuidad al trabajo de los barcos anteriores Logos, Doulos y Logos II fuera de servicio, que visitaron a más de 160 países y territorios desde 1970. “GBA –dice Ruven- significa buenos libros para todos, en inglés o en alemán”.
Además señala que “las personas mayores están muy emocionadas con la llegada del barco porque conocen el ministerio de los anteriores. El Logos I no existe más, tuvo un accidente en el canal de Beagle y se hundió quedando a salvo la tripulación; el Logos II tampoco existe, terminó su tiempo en servicio y fue desmantelado, y Doulos es un hotel en este momento en Indonesia”.