Si no le gusta, búsquese otro país
Por Luis Jacobi (Paralelo 32)
Para los inversores transnacionales que analizan a la Argentina desde el exterior como plaza para la inversión, salvo excepciones como la de hacer negocios con el poder –entre otras cosas para explotar minas beneficiados por leyes de excepción–, no parece ser muy atractivo nuestro país. En cualquier estudio preliminar encuentran que:
– Tenemos la 3ª inflación más alta del mundo.
– La 2ª presión tributaria más alta del mundo.
– Nuestra moneda es una de las que más se desvalorizan.
– Tenemos cepo cambiario que impide convertir los pesos en moneda fuerte, salvo en el mercado marginal.
– El inversor puede repatriar solo el 30% de sus ganancias (por ahora), lo que no está tan mal para nosotros pero sí para el que viene a invertir.
– Precios cuidados sobre 310 productos (de los cuales solo 5 son saludables)
– Déficit fiscal crónico. En los últimos 120 años, solamente en 10 años hemos gastado menos de lo que recaudamos.
– Nuestras leyes laborales son de 1976, no contemplan el nuevo mundo laboral y últimamente rige la doble indemnización, en un momento en que miles de empleadores están en convocatoria o directamente en cierre.
– Sindicatos regidos por monarcas cuyos mandatos son hereditarios.
– La exportación, tan necesaria como deseada por todas las naciones del orbe, en Argentina es castigada con impuestos (retenciones de aduana).
– Inestabilidad política; lo que un gobierno autoriza el otro lo desautoriza.
La lista sigue pero nuestro espacio es limitado, y explica en cierta forma por qué cuando nos jactamos del capital extranjero que ingresa al país, después nos enteramos que es capital especulativo que viene solo para la rapiña financiera. Solo faltaría poner cartelería en los aeropuertos internacionales comunicando: “Señor inversor, éstos somos nosotros, si no le gusta búsquese otro país para invertir”.