Representantes de dos bandas de música alemana hablan del difícil presente
Crespo- Uno de los sectores más golpeados por la crisis sanitaria es el mundo del espectáculo. El 12 de marzo se suspendieron las actuaciones de los artistas en todo el país y todo indica que, aunque la cuarentena se vaya flexibilizando, este sería el sector que más costará reactivar.
“En nuestra zona, por suerte, nadie trabaja exclusivamente como músico, entonces la suspensión de los eventos de todo tipo a quienes hacemos música no nos afecta tanto. La mayoría tiene su actividad principal como empleado, una profesión, un comercio y mucha gente trabaja en el campo y se dedica a la música como hobby generando un ingreso extra” –describe la situación Bruno Chiappesoni, de los Nuevos Waigandt, tradicional grupo animador de bailes de música alemana que cumplió 35 años en plena pandemia, sin poder concretar el festejo previsto en Ramírez.
Coincide en esta definición Pablo Kraft, dueño del grupo Revelación Alemana, propietario de un comercio. “Tengo casi 26 años con la música, jamás se vivió algo así, salvo cuando fue lo de la gripe A, que tuvimos suspensión de actividades uno o dos fines de semana. Los músicos, si bien no vivimos de esto es algo que nos afecta muchísimo, porque es una entrada, un trabajo más, tampoco podemos ensayar”. El conjunto musical que lidera, lleva suspendidas más de once actuaciones es este lapso. “Teníamos varias fechas durante el año porque a los grupos se los contrata a medida que se reservan los salones de fiesta y todo quedó en stand by. No estamos dando fechas porque estimo que la música y las fiestas grandes que fue lo primero que se cortó será lo último que se habilite. Antes de noviembre o diciembre no creo que esto ocurra”- estimó respecto de cómo observa el panorama actual de flexibilizaciones.
“Los grupos –dice Kraft- estamos prácticamente cortados al medio, pero tratando de poner el mejor de los empeños para volver a ensayar, ojalá sea dentro de poco, porque particularmente en nuestro caso estábamos preparando un nuevo material para grabar este año”.
“Nos dicen por qué no ensayan por Zoom –marca Chiappesoni- pero para eso tenés que manejar tecnología. Otra que el Zoom tiene delay, estoy tocando acá y al otro le llega dos segundos más tarde. Así es imposible ensayar”. El músico entiende que al tener un repertorio armado con pocos ensayos antes de la primera fecha, los grupos que sobrevivan no tendrán inconvenientes de ponerse rápidamente a tono. “Uno tampoco tiene que quedarse en la casa y decir hasta que esto no se abra no toco más el instrumento –sostiene-. Eso sería una falta de amor al instrumento. En la casa se puede hacer lo que se hace en el grupo para mantener blandos los dedos”.
Futuro de los músicos y los bailes
“Hablando con gente que va a los bailes –reflexiona Chiappesoni- quiero ver quién de nosotros va a seguir. No estoy en edad de riesgo, pero hasta a mí no me dan ganas de volver así. Tengo compañeros y colegas que están en riesgo. Otra cosa, el público que va a los bailes de música alemana es gente grande. Hay un rango entre los 40 y 60 años, pero la mayoría tienen más de 60. ¡Qué hijo va a dejar a sus padres ir a un baile! Y hay lugares donde no vamos a querer ir a tocar, porque por ganarnos unos pesos, que es más un gusto personal que otra cosa, nadie querrá arriesgarse a pegarse una peste”.
– ¿Crees que esta situación puede llevar a desarmar grupos musicales?
– Está muy brava la continuidad, en el sentido de qué músico va a querer seguir pero que además su familia esté de acuerdo, y quién no.
– ¿Tienen respaldo de Sadaic y Aadi Capif?
– Sadaic paga en base a las obras y la reproducción. Por eso hay un video de los artistas argentinos pidiendo que las radios sí o sí pasen música nacional. Entonces el dinero que recauda se distribuye para los artistas argentinos y no se manda a los artistas de afuera. AADI es la asociación argentina de intérpretes y CAPIF es la recaudatoria. Esos fondos salen de radio, TV y espectáculos donde se pasa música y se distribuye en forma solidaria, por lo tanto también se reclama que se pase música nacional.
También hay un subsidio similar al IFE que se gestiona a través del Instituto Nacional de las Artes y el Instituto Nacional de la Música, pero el artista tiene que certificar que es su medio de vida, facturar, reunir numerosos requisitos.