Que no decaiga el show
** Días pasados se cumplió un año desde que nos mandaron a ponernos en cuarentena por 15 días, experiencia apasionante que, mientras corría el tiempo y seguíamos viviendo por Zoom, nos hizo cada vez menos gracia, como rutina del Gato Peters oída con excesiva repetición. Cuando el caldo se nos empezó a poner amargo cambió nuestro humor, pero por suerte ahí estaba y sigue estando la creatividad que nunca nos faltó a los sojamarquinos, que no nos aburrimos ni en los recitales de Arjona.
** La siguiente analogía puede molestar, pero déjeme decir que para los que ya éramos adultos en 1982 y vivimos dos semanas de euforia y festejos con revoleos de banderas cuando nos anunciaron –el 2 de abril– que el tosco y alcohólico general Galtieri había mandado a un grupo de suboficiales y soldados a recuperar las Malvinas, también estuvo lindo mientras duró, es decir, hasta que supimos que la Thatcher había despachado hacia los mares del sur a la mismísima Task Force de la OTAN.
** Ahí comenzamos a decaer, aunque nuestro ánimo mejoraba hasta la exultación ante cada gol de la Selección Argentina, que el 14 de abril jugó un partido preparatorio frente a Rusia y luego dos partidos más. Hasta que el 13 de junio, un día antes de la rendición de nuestras tropas, la Selección debutaba en el Mundial 82 de España, frente a Bélgica. Igual, no cometimos la falta de respeto de gritar, después de todo ya teníamos 649 combatientes muertos y además Bélgica nos ganó 1 a 0.
** Tampoco se detuvo durante aquella guerra el fútbol Metropolitano. Ayer como hoy, el show siempre debe continuar, aunque sea en pandemia y aunque más no fuera con un presidente en cadena nacional para decir que serán vacunadas dos millones de personas más, que el único detalle es que todavía no tenemos las vacunas y no sabemos en qué plazo podremos completar esa remesa.
En busca del medallero
** Con una mano en el corazón y la otra en la razón, ¿qué tiene de heroico esto de transportar vacunas?, ¿cuál es la gesta? Viene al caso porque cuando salió el primer avión de nuestra aerolínea nacional con destino a Moscú cargando la bolsita de las compras para el Spuntnik V, el despegue de la aeronave fue trasmitido con fingida emoción por Víctor Hugo Morales como un gol maradoniano del 86. Está en YouTube: “Arranca el avión, ahí va a levantar vuelo. Buen viaje comandante, ahí estamos todos. Lo vamos a levantar con nuestra mirada, podemos jugar a eso. Todavía falta un poquito de velocidad…”, como si saliera con la misión de bombardear el Fondo Monetario.
** Hubo dos vuelos más y el acarreo minorista continuará, como quien compra en el autoservicio del barrio en vez de ir a un híper y cargar el camión. Y en aquel viaje del 28 de enero para traer 240 mil dosis de las cuales 20 mil fueron para Bolivia, el presidente de Aerolíneas Argentinas, como buscando entrar en el medallero, declaró: «Es un honor para nosotros y un orgullo poder traer las vacunas”
¡Recórcholis! ¿Qué nos perdimos? ¿Mandaste el Airbus 330 a plantar una celeste y blanca en las Malvinas? ¿Dónde quedó el honor y el orgullo de tantos héroes de la aviación o camioneros, que salieron en los últimos setenta años a buscar vacunas que evitaron muertes por papiloma humano, sarampión rubeola, meningitis, hepatitis, polio…?
Como jugando a la mancha
** Para que el show no decaiga, es parte de la estética argentina darle a todas las acciones posibles un sentido épico, heroico (que es lo mismo), aunque se trate tan solo de poner la nalga para que nos vacunen. Nos han vacunado desde chiquitos y al llegar a grandes (cuando también se nos suman los vacunatorios de Afip y tantísimos otros) nos mandan a la fila para ponernos la antigripal y la de neumonía. ¿Qué pasó que en éstas y todas las anteriores nos largaron siempre sin aplausos, ni felicitaciones, ni selfies para compartir en las redes?
** ¿Qué cambió?, que de pronto vacunarse contra el Sars es un juego nacional donde metemos un gol de chilenita cuando nos aplicamos la primera y luego ponemos en vilo a toda la tribuna hasta meter el segundo golazo a los veinte días, si es que nos llega la pelota. ¿El show es solo porque así somos de frívolos, o lo impone alguna fuerza superior para que el plan no decaiga? ¿Quién colabora tanto para que así sea? ¿Quién nos dijo que debemos celebrarlo tanto; nuestro propio miedo o el que nos imponen de afuera?
De bueyes perdidos
** Abordando temas más prosaicos. Mejor que cualquier inversión financiera es comprar nafta y gasoil para venderlos tres meses más tarde. Aumentaron 50% en 7 meses y aumentarán 5% más en abril y 5% en mayo. Allí los consumidores podríamos tener una tregua hasta después de las elecciones.
** Las calles ardían de caucho y llovían piedras cuando el dólar estaba a 40 y la nafta a 52, no deja de ser una tranquilidad que aquellos mismos activistas no le hayan prendido fuego a Buenos Aires ahora que el valor del dólar ni se sabe y la nafta Premium está a casi cien mangos, creciendo. Gracias muchachos y chicas por su repentino pacifismo. Si bien Buenos Aires nos queda lejos, el humo siempre nos llega.
** Ni lo suelten a D’Elía, que años atrás anduvo queriendo quemar estaciones de servicio Shell por el precio de las naftas. No vaya a ser que nos quiera quemar algunas de YPF que son bien nuestras, creo, y de Chevrón, a quien le encantaría que la echemos de la petrolera estatal porque al socio español que tuvimos antes y lo rajamos (Repsol) le fue más que fantástico con la indemnización de Kiccilloff. No les quedó ni un chiquito de rencor con él, solo agradecimiento, y ya sabemos lo generosos que pueden ser cuando se sienten agradecidos.
Hambre de gloria
** Mientras tanto grupos activistas recorren supermercados porque no creen que el peso argentino esté perdiendo su valor cada día, ni que los aumentos de la energía y materias primas tengan incidencia en los costos, sino que los comerciantes remarcan solo por joder al gobierno. No es gracioso, es para que se lo crean algunos, pero también confirma que en nuestro país el show nunca se acaba.
** Si es correcto el dato sobre subsidios destinados a organizaciones, agrupaciones, cooperativas sociales y otras estructuras cuyos jefes cada mes se llevan miles de millones de pesos del Estado para repartir entre los suyos, habría 700 mil personas bajo esa cobertura en Sojamarca. Mano de obra de sobra para reemplazar en su tarea inquisidora a la Secretaría de Comercio.
** Pero no cerremos esta columna sin responder a los ¿qué pasó? que dejamos pendientes. Si algo cambió es que el Covid nos empujó fuera de nuestra zona de confort y anhelamos tanto, pero tanto, volver a la “normalidad” pre pandemia, que esperamos a un salvador o un hecho mágico que lo produzca. Vemos en la vacuna esa posibilidad, entonces, desde el gobernante hasta el obrero que empuja las cajas refrigeradas, quieren un reconocimiento porque suponen que nos están salvando la vida, y no tan solo cumpliendo con su deber.