¡Que lo tiró con los Low Cost!
** ¿Vio que se ha puesto de moda este asunto del Low Cost? Traducido al criollo significa bajo costo. Es casi un reflejo de nuestro día a día, donde nos vemos obligados a bajar el costo personal o familiar hasta límites irritantes.
Esto de achicar costos para ofrecer servicios más baratos empezó con las compañías aéreas, siguió con algunas empresas de ómnibus, pero… el que paga menos no puede andar con muchas pretensiones.
** En los aviones Low Cost se puede volar con la mitad de la guita y con muy pocas diferencias en el servicio. Las líneas aéreas tradicionales te sirven un sangüichito, una barrita de cereal y un vasito de gaseosa, en cambio en las Low Cost las azafatas recorren el pasillo para preguntarles a los pasajeros si trajeron algún sanguichito o una manzana en la mochila, para que lo compartan con la tripulación.
** De paso te dejan un vasito descartable para el caso de que tengas sed y te indican dónde está el dispenser de agua fría y caliente. Otra pasará más tarde para dejar un saquito de té por línea de asientos; al que le toca, debe pasarlo al pasajero de al lado cuando lo desocupa. En caso de desacuerdos (si se arma un “me lo entregaste re sobado”, por ejemplo), estas empresas tienen todo previsto; interviene un comisario de a bordo, un joven teñido de rubio, alto en plataformas de calzado, ojos indescifrables tras sus lentes oscuros, y arregla todo con un par de empujones. Puede resultar incómodo, pero usted vuela bien barato.
Es bueno, salvo detalles
** En los vuelos largos le hacen un lugarcito al chocolatero, que ya tiene todo calculado. El Low Cost sale desde Buenos Aires hacia Miami sin escala y cuando sobrevuela Perú, el hombre se calza la chaqueta verde y sale a trajinar el pasillo con su proverbial discurso de bondi puesto en modo avión:
“¡Alfajores, turrones, maní salado… Un momentito caballero ya estoy con usted… Hoy tenemos un Black Friday de garrapiñadas, al precio de uno le entregamos dos sobrecitos. ¡Qué mejor que obsequiar esta dulzura a un ser amado y -por qué no- a una tierna madrecita anciana que lo aguarda en el aeropuerto!”…
** Más tarde el sujeto se cambiará la chaqueta, se pegará un bigote sobre el labio superior y guitarra en mano cantará una zamba de esas que sabemos todos, para entretener al pasaje de una aeronave que no posee televisores en los respaldos de los asientos traseros. En eso los Low Cost buscan parecerse a los nuevos modelos de Boeing (los High Cost), que han eliminado ese equipamiento de televisión reemplazándolo con el WiFi más rápido que existe en el cielo a través del satélite ViaSat-1.
** Con el potente “guaifai”, los pasajeros podrán ver lo que quieran y con alta calidad usando sus dispositivos móviles (smartphone o Tablet) e incluso streemming con acceso a juegos y opciones varias.
¿Quién no te dice que las Low Cost no estén pensando en lo mismo y en el futuro el chocolatero pueda volver a lo suyo? Quizás no tienen televisores en el respaldo de los asientos porque están pensando en el WiFi, lo que sería un incordio, porque en la situación actual los argentinos llevamos algunos años sin cambiar el maldito Smartphone y la batería no aguanta mucho más de una hora. ¡Shit!
Recortando modestas pretensiones
** Nos hemos familiarizado con esas dos palabrejas inglesas porque representan una modalidad que se extendió al consumo de los argentinos, que también pasó a ser tipo BCO (de bajo costo obligado). Otros dirán que es al revés, de alto o muy alto costo porque todo está cada día más caro. Como sea, el hecho es que empezamos recortando nuestros gastos para poder pagarlos, y mientras esperábamos la reactivación que nunca llegó, terminamos recortando hasta nuestras más modestas pretensiones.
** Otro Low Cost famoso fueron las carnicerías de Alberto Samid (¿no sé si lo ubica? La interpol sí lo ubicó, en Belice). Conocido también como “El Rey de la carne”. Era muy difícil competir con sus precios. Su método para bajar los costos pasaba por evadir impuestos y tener 80 empleados en negro en uno de sus frigoríficos, donde, sobre un total de 82 laburantes, tenía solo a 2 en planilla (registrados).
** Afip lo denunció a Samid por primera vez en 1996 pero el hombre tenía impunidad, estuvo políticamente blindado mientras fue útil defendiendo al gobierno de turno en todos los canales posibles y portando pancartas partidarias cuando bailaba con Tinelli. Fue vicepresidente del Mercado Central hasta que en 2016 lo sacaron de un boleo por hacer negocios propios en nombre del Mercado. Amasó una fortuna y estaba sospechado de ser también el Rey del Abigeato (carnear ajeno, como le llaman en el pago). Afip le reclama U$S 23 millones (la friolera de 1.000 millones de pesos criollos). Hoy se considera ‘preso político’, ¿no sería más bien un político preso?
** Pero no funciona así el Low Cost. ¡Chicos, no hagan estas cosas que hacen los grandes! Si nadie pagara impuestos no cobrarían sus sueldos ni aquellos que protegen a los evasores amigos.
¿Cómo se vuelve a esto?
** Bajo presión de la crisis económica, habrá que volver al modo de vida Low Cost, con el que nos criamos los de la generación Baby Boomers (nacidos entre 1946 y 1964), y muchos de la Generación X (1965 a 1979). ¡Nosotros sí que vivíamos con bajo costo!, como hoy se vuela (según nuestra parodia en esta columna) en los aviones que cobran poco.
** Mientras a las madres jóvenes se les va un cuarto a medio sueldo en pañales, los Low Cost de nuestro tiempo eran de tela barata e infinitamente reusables, sin más que volcar la cacona y lavarlos a mano. La mejor leche para bebés y la gurisada en crecimiento era la única que se conocía: leche de vaca sin pasteurizar que tomábamos en mamaderas de vidrio. Precio al pie del ordeñadero más un plus de reparto en carretón, que no consumía combustible.
** La energía eléctrica también era muy cara pero la televisión (cuatro o cinco canales) empezaba a transmitir a las 17 horas, cortaba a la medianoche y era gratis. No se conocía Nike ni Adidas, ni acondicionadores de aire. Los lavarropas lavaban y punto, con un jabón en polvo único que no necesitaba de un instructivo; el enjuagador y escurridor era tu vieja, que no consumía electricidad. Teníamos prohibido abrir la heladera, que era potestad de mamá y su gran desafío era mantenerla cerrada el mayor tiempo posible para que no gastara luz el foquito de adentro. ¿Cuánta energía podías gastar?
** Fin del monólogo. Viaje tranquilo con las compañías Low Cost que no son tan malas como las pintamos aquí, y no olvide practicar cada día ese acto sublime que se conmemora justo hoy sábado 13, Día Internacional del Beso. ¿Si en el Día del Trabajo no se trabaja, en el Día del Beso no se besa? …use esta alternativa como mejor le sirva.