Posteo en las redes, luego existo
** Sea como fuere, y se aborde desde la perspectiva que se aborde, hay un mundo fuera de Google, Instagram, Twitter, Facebook y sucedáneas, y eso es demostrable por la reductio ad absurdum que tanto esfuerzo les costó a nuestros profes de matemáticas hacernos entender.
Billones de mortales alrededor del mundo entienden que si almuerzan en un restaurant, arman un ‘big sánguche’ en casa, se enamoran, rompen con su pareja, empiezan a salir con alguien, les nacen nietos, salen a trotar, piensan mal o bien de algo o de alguien… nada de eso será real si no lo hacen constar en la red social preferida.
** Razonemos. En los últimos cuarenta siglos los seres humanos hacían todo eso e Internet no había sido inventado. En consecuencia, por ‘reducción al absurdo’, el mundo analógico, entendido por no digital, existe, porque es anterior. Ergo, Internet y las redes sociales son totalmente innecesarias al objeto de confirmar que estamos vivos y activos. Lo afirmo frente a esta sociedad cegada por la digitalidad, a riesgo de clasificar como un teórico tan absurdo como los que sostienen que la tierra es plana.
** La psicóloga española Rosa Armas se preguntó y respondió sobre este mundo digital ¿por qué hay personas que lo publican todo en las redes sociales?, incluyendo lo que hasta hace unos años formaba parte de la vida privada de una persona, o a lo sumo se compartía con los más cercanos. Hoy en día ese tipo de información ha pasado a formar parte del dominio público.
** Este fenómeno tan actual –dice el texto circulante– ha llegado a ser objeto de estudio de psicólogos y sociólogos, “¿Por qué se publica, por ejemplo, una frase casi lapidaria que leerán todos los contactos pero dirigida puntualmente a un o una ex? ¿Por qué alguien pone una foto de un plato de comida, si no es cocinero?
Da la impresión que si haces algo y no lo publicas en Facebook, si no se entera todo el mundo (tu mundo), es como si no lo hubieras hecho”.
Un espejo al mundo
** La aparición de las redes sociales ha sido una estupenda manera de estar en contacto con la gente conocida; de conocer noticias casi en tiempo real, y de enterarnos de cosas curiosas e interesantes. Sin embargo, hay mucha gente que las utiliza como si de un diario personal se tratara.
Podríamos decir que cada uno tiene sus preferencias a la hora de hacer publicaciones en sus redes sociales. Están esas personas que no paran de publicar selfies. Casi no publican nada más, sólo fotos de ellas mismas (dice Armas y lo hacemos nuestro).
** Usuarios de redes que prefieren contarnos qué están haciendo en cada momento, incluyendo, claro está, lo que desayunan o cenan. Hay quien publica cosas para que las lea su ex, y así se sienta fatal por lo que ha hecho. Y hay quien publica fotos de de su espera en la cola de la farmacia, en mesa del bar, un perfil escondiendo la panza, una selfie que te hace narigón porque acercaste mucho la lente. Hay quien publica frases para que otros aprendan a controlar las emociones que él o ella no puede controlar, o para conseguir la cantidad suficiente de likes que mejore su autoestima, porque los likes (me gusta, me encanta, me divierte) terminan siendo el metro de la valoración social.
** Ni hablar de los comedidos y descomedidos (vale para femenino) que cotidianamente desafían, atacan, propagandean a un gobierno o partido político, mientras otros lo defenestran, ridiculizan, atacan. Es un tiroteo cruzado donde también ligan los que ya fueron. La opo y la prepo.
** Este tipo de posteos proceden de dos grupos característicos: Los que consiguen enemigos a costa de defender a políticos que en nada los benefician y están en el poder para su propia gloria y beneficio propio, de su familia y amigos, y los que pastan en los dulces alfalfares del Estado y necesitan mostrarse agradecidos con sus beneficiarios. Otros dicen que lo hacen por afinidad con una ideología, lo que resulta poco creíble en un país de personalismos donde cada gobernante (demagogos en general) gobierna con su propio librito, intereses o circunstancias.
¿Me das un ‘me encanta’?
** Volvemos a Armas: “Se ha demostrado que cada vez que obtenemos un like en una de nuestras publicaciones, nuestro cerebro libera una pequeña cantidad de dopamina. Ya la hemos nombrado alguna vez, la dopamina es la hormona de la recompensa y activa en nosotros una sensación placentera. Una persona que publique contenido en las redes continuamente, puede llegar a desarrollar adicción a la dopamina y a la sensación que le produce”.
** Pero –digamos lo obvio- el señor Mark Zuckerberg no mastica vidrio, por algo llegó a ser uno de los tipos más ricos del mundo con su creación de Facebook, red en la cual no existe (en las otras tampoco) el botón ‘no me gusta’; lo que sería lógico habiendo ‘me gusta’ y ‘me encanta’. Esto tiene una explicación y es que un estímulo negativo como podría ser un ‘no me gusta’, tiene un impacto emocional mucho más intenso que el positivo, lo que podría provocar que mucha gente dejara de utilizar las redes sociales. Tío Mark jamás escupiría sobre su negocio.
Un psicólogo y experto en redes sociales, José Manuel Garrido, afirma que, lo que publicamos en las redes sociales, dice mucho de nosotros y de las carencias que tenemos.
Veamos. Según el cusifai, las personas que publican muchas fotos con su pareja, tienen la necesidad de demostrar continuamente que hay alguien que les quiere y les valora. Por otra parte, aquellas personas que constantemente publican sus selfies, tienen la necesidad de ser aprobados y admirados por los demás y podrían tener ciertos rasgos narcisistas. Aunque, las selfies donde una persona exhibe su cuerpo, que puede aparentar una gran seguridad en sí misma, en realidad no tienen una buena autoestima y necesitan reforzarla con los comentarios y reacciones de los demás.
Qué nos aconsejan los sabiondos
** Vió que siempre hay expertos para todo. Los que entienden de esto aconsejan utilizar las redes sociales de una forma saludable, y esto implica no necesitar la aprobación ni la aceptación de los demás para sentirnos bien con nosotros mismos. Tampoco tendríamos por qué necesitar que todos sepan lo que hacemos en cada momento, ni la necesidad de enviar una indirecta a través de las redes. Dicen que cuando se tiene esas necesidades, es probable que sea porque hay algo que trabajar, desde el punto de vista psicológico. (Estamos a la sartén: no alcanzarían los divanes). ** Es importante diferenciar entre lo que es personal y lo que es privado. Lo personal se refiere a cómo somos, qué nos interesa, qué opinamos de algunos temas, qué “te gusta”, o qué es lo que “te divierte”. Lo privado es otra cosa, y quizás no sea necesario publicarlo en las redes. Ya sabes, tu privacidad, si la pones en internet, deja de ser tuya y deja de ser privada. Pero… gustos son gustos dijo tía Coca y le puso dulce de leche al pollo.