Para el año que comienza, tengo esto por decir
Para el año que comienza tengo mucho que pedir, comienza la cadenciosa canción del Negro Rada que aún suena en muchos oídos. No conozco una canción, ni una oración o rezo, ni un discurso de candidato, que hable de dar. Debe ser porque lo único que nos ha quedado para dar es la voluntad.
Pertenezco a esa generación a la que en cada crisis se nos recordaba el ideograma japonés Kiki, el primero corresponde a la palabra “peligro” y el segundo a la palabra “oportunidad”. Después vino la era del couching ontológico y las charlas motivacionales donde se nos enseñaba que toda crisis es un aprendizaje. Lo cierto es que si ambas son verdad, en la historia del mundo somos el país con mayores oportunidades y con tanto aprendido que ya deberíamos ser todos doctores y masters en superación con cada crisis, sin embargo esto le ocurrió a un 5% de la población ¿y al restante 95% de hombres y mujeres de la clase media activa habrá que aplazarlos por no haber aprendido nada? Hoy no pueden ni cambiarle los neumáticos ni pagar un buen seguro, o la patente, por el automóvil que compraron cuando aún era posible. En todo caso, y en beneficio de los capacitadores, lo que han logrado fue ayudar a que miles de los que los escucharon hoy no estén mucho peor.
Terminamos un año donde no escuchamos otra cosa que la deuda con el Fondo Monetario, donde no se explica que el endeudamiento interno del Estado, en pesos, es una especie de esquema piramidal o Esquema Ponzi, donde cada vez se le paga más al ahorrista para que no retire sus pesos de los bancos para correrse al dólar blue. Y el 90% de los depósitos bancarios es tomado por el gobierno, que está quebrado y por la única razón por la que no se le nota es por tener la facultad de emitir cada vez más billetes, papel pintado del que pronto necesitaremos llenar una mochila para ir de compras para una provista del día.
Vivimos un largo ciclo de la historia argentina donde al que habla de estadísticas se le quiere responder con ideología y desacreditar al opinante mediante frases aprendidas; pero la estadística, siempre tan delatora, nos dice que la pobreza y su primo hermano el hambre han crecido hasta cifras intolerables. La clase media, gran dique contra la pobreza, está en una pendiente interminable que por momentos corre por las vías del tren fantasma.
La realidad no solo nos dice, también nos recuerda que los que conformamos hoy la generación que se está yendo, pudimos edificar nuestras casas, comprar el automóvil y educar a nuestros hijos trabajando. Tra-ba-jan-do. Si, hubo una Argentina donde eso era posible para quien estuviera dispuesto a esforzarse.
Es doloroso que hoy se nos reconozca como la generación que se va muy triste porque no ve futuro para sus nietos, que no podrán elegir escuela y aunque pudieran hacerlo la decadencia educativa es un agua playa que se expande hasta abarcarlo todo bajo la premisa ‘nivelar para abajo’.
Los que estamos de salida venimos de un país donde al docente se lo respetaba tanto como a las normas del establecimiento donde se educa, donde el corrupto era corrupto, el que se ocupaba de no buscar trabajo era llamado haragán, el delincuente era delincuente y el que robaba y mataba no salía más del encierro, usurpar propiedades era un delito y plantar otra bandera en la Patagonia un ataque a la soberanía nacional. Hasta el ladrón callejero tenía límites porque no mataba. La droga era cosa de unos pocos y no negocio que involucra a los poderes públicos. La vida tenía un precio mucho más alto que hoy y la familia era una institución. Hasta el amor parece haber sido más sólido y verdadero, o más responsable. Ah, y en los hospitales no faltaba nada, porque eran una de las prioridades básicas.
No pediré disculpas por no ser optimista frente al nuevo año y los siguientes, porque también el optimismo nos fue planteado como obligación. Me gusta llamarme optirealista. Seamos lógicos; cuanto antes sepamos que éste es el nuevo estándar de vida de la mayoría de los argentinos por muchos años más, antes rearmaremos nuestras fuerzas para mejorar nuestro entorno.