No hay otra igual, no habrá ninguna
** “Entre las muchas cosas extrañas y maravillosas que hizo Dios Nuestro Señor, hay una que llama más la atención, como lo es el hecho de que, existiendo tantas personas en el mundo, ninguna sea idéntica a otra en los rasgos de la cara, a pesar de que todos tengamos en ella los mismo elementos. Si las caras, que son tan pequeñas, muestran tantísima variedad, no será extraño que haya grandes diferencias en las voluntades e inclinaciones de los hombres. Por eso veréis que ningún hombre se parece a otro ni en la voluntad ni en sus inclinaciones…”.
** “(…) Sin embargo, se parecen en que a todos les gusta aprender aquellas cosas que les resultan más agradables. Como cada persona aprende mejor lo que más le gusta, si alguien quiere enseñar a otro debe hacerlo poniendo los medios más agradables para enseñarle. Por eso es fácil comprobar que a muchos hombres les resulta difícil comprender las ideas más profundas, pues no las entienden ni sienten placer con la lectura de los libros que las exponen, ni tampoco pueden penetrar su sentido. Al no entenderlas, no sienten placer con ciertos libros que podrían enseñarles lo que más les conviene”.
** El texto precedente pertenece a la obra El Conde Nicanor, de don Juan Manuel, y se debe entender que cuando habla de ‘los hombres’ lo hace como concepto de ‘humanidad’ y no merece reproches por parte de los inclusivistas, por cuanto fue escrito en el año mil trescientos treinta y pico cuando la lengua española era respetada. Esto es, 160 años antes de que a un tal Cristoforo Colombo osara hacerse a la mar y joderles la vida a los aborígenes americanos. ‘Coloncho’, como se llamaría de haber sido argentino, solo verificó lo que todos los marinos sabían, que la Tierra es tan redonda como –entre otros- lo había verificado el matemático y astrónomo griego Eratóstenes de Cyrene, dos siglos y medio antes de Cristo. Ya estaba todo inventado ¿vió?
No existe la unanimidad de masas
** Se me ocurre pensar que el autor de El Conde Nicanor fue el primer mangrullero de habla hispana de la historia. Lo confirma en este párrafo: “Por eso yo, don Juan, hijo del infante don Manuel, adelantado mayor del Reino de Murcia, escribí este libro con las más bellas palabras que encontré, entre las cuales puse algunos cuentecillos con que enseñar a quienes los oyeren. Hice así, al modo de los médicos que, cuando quieren preparar una medicina para el hígado, como al hígado agrada lo dulce, ponen en la medicina un poco de azúcar o miel, u otra cosa que resulte dulce, pues por el gusto que siente el hígado a lo dulce, lo atrae para sí, y con ello a la medicina que tanto le beneficiará”.
** No es exactamente lo que hacemos en el Mangrullo, pero sí nos esforzamos por azucarar un poco la realidad presente para evitar la acidez estomacal de nuestros lectores. La vida es hermosa mientras hay vida, pero en cuanto dependemos de ciertas políticas públicas suele traer sus tintes oscuros y reflejos amargos, cuando no huelen a miasmas y deposiciones excrementicias. Y cuando referimos a ‘ciertas’ políticas públicas es porque cada decisión de cada gobierno debe ser evaluada por sus acciones y efectos propios, y no meter palos y a la bolsa a absolutamente todo lo que el tal gobierno haga.
Canal verde para todos
** Más allá de haberlo metido a Coloncho en esta (el de los espejitos de colores ¿lo tenés?), solo para demostrar que muchos famosos no han inventado nada aunque fueran valientes, el razonamiento de don Juan Manuel también nos aviva sobre una variedad de pensamientos tan diversa como las estrellas sobre la noche del desierto, que impide la existencia, o el milagro, de la unanimidad de las masas. No existe ni en las aldeas menores, mucho menos a nivel global.
** De ahí que una comuna o una nación pueden tener el gobierno perfecto y habrá quienes no lo voten, o puede tener un pésimo gobierno y habrá quienes lo idealicen como el mejor o buscarán culpables para sus fracasos. Y de ahí también que algunos gobiernos hacen el esfuerzo de “comprarse” la simpatía de ciertos sectores, actitud que no es exclusiva de nadie porque la tienen todos, desde la ultraderecha hasta la ultraizquierda.
Se entiende por qué hasta los déspotas de regímenes totalitarios tienen su núcleo de fieles; eso sí, generalmente muy favorecidos por su política clientelar.
** En nuestro país, democrático y de eso no hay duda más allá de que tenga flojeras en su republicanismo, también el clientelismo es muy evidente y sería largo de enumerar lo que está sucediendo por estos días. Como botón de muestra está el “bono cultural” de 5.000 pesos para jóvenes, que es parte del Plan recuperación de votos creado un día después de las Paso, que los mal pensados de siempre (los medios, culpables de todos los males) han dado en llamar Plan Platita.
Un cacho de cultura
** El Bono Cultural ofrece una platita (perdón, un dinero) que deben usar los jóvenes que lo reciban, para ir al cine, teatro o recitales, a socializar y culturizarse. Es una plausible idea para un país desarrollado y sin carencias básicas. Y es una especie de regalo de la abuela porque lo paga el PAMI, que ya bastantes gastos tiene con asegurarles a las jubiladas una cobertura del 100% para abortos, colocación de DIU, e igual cobertura para maternidad, hasta el primer año del bebé. PAMI otorga la cobertura del 100% de la atención integral del embarazo, del parto y del recién nacido/a, a afiliadas de hasta 90 años. ¡Cómo ha cambiado el mundo, Señor!
** Esta semana la jueza federal con competencia electoral, Servini de Cubría, atendió el amparo presentado por dos abogados y entendió que el Bono Cultural viola la ley electoral, por lo que debe ser suspendido hasta después de las elecciones. Y vaya uno a saber si no hará lo propio con el subsidio de viajes a Bariloche (por lo menos a este gasto lo consumen los viejos), así que apúrese y manotee el dulce de leche antes que la jueza Vinagre lo revuelva con el dedo.
** Es la costumbre de los jueces de meterse cada vez que un gobierno quiere ofrecerle un fin de semana feliz a alguien, y no se observa en ellos igual rapidez frente a amparos de familias desesperadas, por ejemplo cuando un familiar necesita una cirugía para la cual el Pami le contesta que se ponga hielo donde le duele hasta que tengan el dinero para autorizar la partida.