Mis afanes no es igual a mis afanos
** Nadie puede comerse dos bifes a la vez. No se me ha olvidado esta frase de reflexión que alguna vez me dijo un hombre al que recuerdo como un buen consejero. Vuelve a mi memoria cada vez que leo que algún funcionario robó cientos o miles de millones de pesos, que no podrá disfrutar en una vida tan efímera. Hay cosas que no entendemos los argentinos (por ejemplo por qué siguen pasando por televisión la serie El Zorro), pero hay otras que no se entienden en ninguna parte del mundo desarrollado.
** Con el producto de sus afanes una persona puede hacer grandes cosas, en cambio al producto de sus afanos solo puede mantenerlo oculto. El dinero de la corrupción tiene el tizne de la clandestinidad, se lo puede guardar muchos años pero al tomarlo de nuevo mancha la memoria y la yema de los dedos.
** Usted puede fundar empresas con guita de la corrupción, como lo hizo Cristóbal López, pero solo le producirán hastío por no producir tanto como se acostumbró a robar. Véalo a Cristóbal, construyó sobre la arena y se le está resquebrajando el castillo.
** Solo en Santa Cruz a Lázaro Báez le detectaron 55 estancias; como no puede estar en dos partes a la vez, para permanecer una semana en cada una necesitaría un año completo de vida nómade. Para peor, el frío sureño es más áspero en ellas porque les falta el calor de los amigos y la familia, a quienes les bastan 55 minutos de afecto cercano.
Para lo que sirve
** Si con cincuenta millones una persona puede comprar tranquilidad y darse todos los gustos menos el de gambetear a La Parda, ¿no es insensato robar quinientos o cinco mil millones y comprarse con ellos la intranquilidad o el miedo?
** Como sea, ya era tiempo que nuestros dirigentes (políticos, sindicales, sociales, judiciales) vayan entendiendo, por la experiencia de otros, que las camionadas de plata robada solo alcanzan para comprar un monoambiente de tres por tres en el penal de Batán, o el de Ezeiza. Muchísimo más caro que en Puerto Madero o en la Avda. Libertador (en la capi), y no tiene el mismo confort, por más privilegios que se tenga. A Dios gracias eso se está demostrando por estos tiempos.
Mascando sal en el desierto
** Don Leoncio es un hombre sencillo que despertó tarde a la vida. Se enteró que en el mundo se hablan otros idiomas el día que su tía Aurora lo mandó a la farmacia a comprar un polvo para el cutis, de Angel Face. La farmacéutica lo quedó mirando y le dijo cortésmente: “Ah, sí, Enyel Feis”, y él se incomodó creyendo que la chica le estaba cambiando la bocha. Después, en su casa, le explicaron. Para él, que leía revistas de historietas (bueno, ponele comics para que nos entiendan todos), Gene Autry era Gene Autry. Nadie por acá era tan iluminado como para leer Gene Autry y decir Chin Ouzdri, o parecido.
** Hablando con él este asunto de los chorros que ya están a la sombra y los que todavía faltan, busqué una metáfora para calificar el apetito insaciable por la guita. Dije algo así como: cuanto más comen estos tipos más hambre les da, ‘la guita es como el dulce de leche’.
¡Al contrario!, me interrumpió don Leoncio; la codicia es muy salada.
** Por cierto, lo dulce empalaga. Quizás, si a este hombre que se enteró a los catorce años que en el mundo se hablan otros idiomas, le pregunto quién es Spinoza, o Schopenhauer, me responderá que supo conocer a un tal Espinoza del lado de Chilcas, pero que al gringo ese nunca lo oyó nombrar.
Ni falta que le hace. El segundo de estos filósofos definió a la riqueza material como el agua salada; cuanto más se bebe más sed da. Don Leoncio lo supo por deducción del absurdo.
Pagar a mostrador o a futuro
** Es bueno saberlo, pero no es imprescindible para don Leoncio, que ha vivido mucho y contempla el comportamiento humano desde el umbral de su hamaca paraguaya. La codicia es insaciable por naturaleza. Un veneno que corroe el corazón y ciega el entendimiento. Es como una locomotora, que corta derecho hacia el objetivo y nada la detiene. Y el que paga la coima es igualmente insaciable; da para recibir por izquierda lo que no recibiría por derecha.
** El asunto parece haber llegado al tribunal celestial, donde un cónclave de barbados debate si es más culpable el corruptor que garpa la coima y comulga, o el corrupto que comulga y la recibe. No vaya a ser cosa que De Vido (por ejemplo) pague sus culpas con unos añitos de calabozo en la Tierra y luego sea recibido limpito en el Cielo, mientras los corruptores no tengan oportunidad de purgar acá (hasta ahora todos libres) y les toque saldar la cuenta en el Cielo, donde las penas parecen eternas.