Más allá de los mitos, la caña con ruda tiene su efecto terapéutico según la fitomedicina
Cada 1º de agosto, tomar caña con ruda es una tradición que no pierde adeptos con el paso del tiempo. Todos escuchamos alguna vez que cumplir con este ritual trae salud, suerte y aleja la envidia y las cosas malas. Se dicen muchas cosas alrededor de esta práctica, como por ejemplo que se toma de a tres tragos o en uno, en siete sorbos, un vaso grande, uno chiquito. En lo que la gran mayoría coincide, es que se hace en ayuno.
Hay diversas formas, rumores y mitos sobre la costumbre milenaria que nació gracias a que los pueblos originarios de América reconocían la ruda como una hierba con muchas propiedades medicinales. Cuenta la historia además que como en agosto se producían grandes lluvias que junto al frío causaban muertes en la población, crearon este remedio natural donde se mezcla la caña con la ruda para superar esos problemas.
Para que nos ilustre sobre los beneficios reales que tiene la maceración de caña con ruda, Paralelo 32 habló con Jaime Dubner, farmacéutico especialista en plantas medicinales y quien maneja el laboratorio Fitofarm de Crespo.
“Desde la fitomedicina le doy lugar a las plantas medicinales y si bien contemplo todo lo cientificista, también las costumbres populares. El ser humano responde a emociones, energías, a muchos estímulos y dentro de eso están las tradiciones. Más allá de que la caña con ruda sea una creencia, tiene su efecto terapéutico y funciona muy bien. Tiene su sentido. De hecho nosotros hacemos ruda, paico y romero, que es un antiparasitario, y funciona. Después está la creencia de cada uno, que es súper respetable”, dijo al comienzo de la entrevista.
Sumó luego: “Los guaraníes fueron los que introdujeron la costumbre, porque ellos entendían que en el cambio de época la gente se moría o se enfermaba. Eran muy perceptivos, quizás no podían interpretar pero se daban cuenta que sucedía. Entonces empezaron a buscar cosas que tenían a mano y a prueba y error encontraron que la maceración de una hierba como la ruda dentro de un extracto que es la caña, daba resultado”.
-¿Sería bueno tomarlo más seguido?
– Lo ideal sería tomarlo todos los días durante el mes de agosto, o puede ser cada dos días. Tomarlo como un tratamiento de limpieza, como tienen por ejemplo los hindúes que se desparasitan y se desintoxican dos veces al año, cosa que acá la gente antes lo hacía pero ya no. También se limpia el alma.
-¿Este año elaboraste caña con ruda?
– No, no hicimos esta vez. Porque lleva mucho tiempo y nosotros estamos trabajando a full en otro proyecto que es la reedición del wunderbalsam, y no queremos desbordarnos. No obstante tenemos preparados con ruda y la ruda para que cualquiera que tenga caña venga a buscar. Además eso se puede incorporar en el té, en el mate, incorporarlo como algo habitual. Sumar las hierbas medicinales a la vida diaria es algo maravilloso porque es una medicina de la tierra, de la Pachamama en este caso.
-¿Por qué te iniciaste en las hierbas medicinales?
– Por pasión, porque me di cuenta de que en las hierbas está todo. Yo vengo de una formación ortodoxa, donde se ve que lo que no está en una cajita en la farmacia o que no lo hacen los laboratorios, no funciona. Pero tuve la suerte de encontrarme con otros amigos y colegas que también están en esta iniciativa, con quienes nos dimos cuenta que en la formación académica no nos dieron otras formas que siempre funcionaron. Si uno va a la historia, los egipcios ya curaban con hierbas y preparados, es decir que la fitoterapia siempre existió.
Me entusiasmó todo eso, encontré en la historia una medicina que está intacta y en la cual trabajo día a día para rescatarla.
-¿Cómo es la respuesta de la gente de Crespo?
– Buena, hay muchas personas que se inclinan por la fitoterapia o terapias alternativas. Se dan cuenta que existen otras maneras de sanarse. Leen, se informan y se interesan. Acá en Crespo, una ciudad descendiente de alemanes, la gente entendía ya porque los alemanes trajeron mucho la fitoterapia y el uso de las hierbas.
La mayoría tiene en su casa burrito, cedrón, ruda u otras hierbas. El wunderbalsam es el claro ejemplo, ¿quién no lo conoce? Está prendido en la cultura.
“Además siempre que puedo agradezco a los profesionales que no se negaron a la existencia, porque se dieron cuenta que también es medicina y funciona. Hoy estamos avanzando y evolucionando un montón, de hecho hay muchos médicos con los que trabajamos en forma conjunta desarrollando tratamientos. Nuestra medicina es integrativa, apunta al cuerpo, mente y alma. Incorporamos la medicina germánica de Hamer, de la biodecodificación de las emociones. La emocionalidad influye mucho y se hace carne, entonces ahí están los desequilibrios. Y respetamos la figura de la autosanación, cada uno toma conciencia de sí mismo y quiera o no, toma la decisión de sanarse y después tiene un resultado curativo del cuerpo físico”, agregó Dubner.
-¿Vos hacés todo en el laboratorio?
– Hago la dirección técnica, el seguimiento, las formulaciones; y tengo gente trabajando porque tenemos varias aristas. Nos encargamos de diversos medicamentos que abarcan todas las patologías que existan. También hacemos hierbas que no son sólo para infusiones, pueden ser tinturas madres para dosificarla en gotas y esa misma hierba puede ser en polvo que va en cápsula, en crema, en gel o shampoo; depende para qué sea digamos.
-¿Con la pandemia creció la demanda?
– Sí, hubo mucho más demanda.
-¿La gente joven se interesa en las hierbas medicinales?
– En principio eran adultos, pero hoy los jóvenes también se interesan. Van, preguntan, observan, prueban. Es como que se amplió la gama del grupo etario.