Lucia sigue disfrutando del patín artístico mientras vincula su profesión de psicopedagoga con el deporte
Las personas que tienen pasión por algo, son contagiosas. Nos damos cuenta quienes tienen ese don, porque al momento de hablar, esa pasión se puede observar a simple vista.
Uno de estos casos, es Lucia Kindebaluc, una verdadera apasionada por el patín artístico.
En Seguí FBC comenzó a disfrutar de la disciplina a los 4 años. A los 17 pasó a Echagüe de Paraná, donde todavía se encuentra. Hasta el momento participó en 6 mundiales y en centenares de torneos.
La patinadora de 29 años, que también tiene una vinculación con Sarmiento de Crespo, sigue disfrutando del deporte y a pesar de su recorrido mundialista, siempre mantuvo los pies sobre la tierra con una humildad y un amor inalcanzable con aquellos que la ayudaron a llegar a cumplir todos esos objetivos.
A los 10 años tuvo su primera competencia, desde los 17 pasó a ser deportista de alto rendimiento. A los 22 viajó a su primer Mundial en España, luego llegó Colombia (donde fue medallista), Italia, China, Francia y Barcelona el año pasado completan el historial mundialista.
Además es Licenciada en Psicopedagogía, y lleva su profesión al deporte brindando clases de patín adaptado. Lu, como le dicen los más allegados, dialogó con Paralelo 32.
-¿Cómo llevas el aislamiento?
– El primer día quise utilizar la cuarentena para descansar, pero no me duró mucho porque el segundo día ya estaba desesperada por hacer cosas. Por suerte tengo el apoyo de una Psicóloga Deportiva que me está ayudando, y la primera medida que tomé fue venir de Paraná a mi casa, que está en la zona rural, entre Crespo y Seguí; acá tengo la oportunidad de salir a correr y tener más espacio.
-¿Cuán importante es la parte psicológica en el deporte?
– Siempre que entro a la pista me siento acompañada por mi entrenadora Carolina Pacher, que pueda viajar a los torneos o no, ella siempre está. Y ese apoyo es muy importante para sentir confianza en uno mismo. Sin apoyo, creo que no lo podría hacer. No tenemos un equipo que aguante y entienda la situación. Todo lo que se mueve a la hora de entrar a pista es muy lindo y único, pero también tiene momentos donde aparecen los miedos y las presiones, que a pesar que pasen los años siguen estando; y uno va aprendiendo a sobrellevarlas. Es ahí cuando aparece el trabajo de la parte psicológica, donde te da herramientas para saber cómo identificar qué sensación se te presenta y de qué manera actuar.
-¿Disfrutas más las competencias ahora?
– Soy consciente que mi carrera está cerca del punto final, y eso me ayuda a que más allá del puesto que termine, logre disfrutar de la competencia. Termino entendiendo que lo verdaderamente importante es la posibilidad de estar ahí en ese momento, ya sea un Torneo Provincial o un Mundial en otro país.
-¿Siempre tuviste a Caro Pacher como entrenadora?
– Desde los 4 años está conmigo. Todo lo que yo sé, me lo enseñó Carolina. Siempre digo que ya es parte de mí ser, es como una hermana. Hay épocas que la veo más allá que a mi propia familia. Pasamos mucho tiempo juntas, y nos queremos mucho. Obviamente mi familia es muy importante para que esto se dé, pero también tengo en cuenta que sin Caro, no lograba nada. En pocas palabras, es una persona que me genera admiración.
-¿Cuál es tu vínculo con Sarmiento?
– Cuando Caro se fue de Seguí FBC, empezó a dar clases en Sarmiento y yo iba y patinaba; por lo cual siempre voy a estar agradecida al club porque me prestaban la pista. Después llegó la oportunidad de sumarme a dar clases a Iniciales durante dos años, y luego tuve que renunciar por la facultad y el deporte de alto rendimiento. Hace dos años, nuevamente apareció la oportunidad de trabajar en Sarmiento y no dudé en ningún momento. Me gusta mucho trabajar en Crespo, las chicas tienen muy buena onda y eso hace más fácil todo.
-¿Te acordas de tu primer campeonato?
– Si, no me voy a olvidar más. Fue algo muy gracioso, porque antes de viajar a Paraná, hice lugar en la luneta del auto porque iba a volver con un trofeo muy grande. Gané y cuando me dieron el trofeo, era muy chiquito y me agarró como una decepción (entre risas). Recuerdo que también estaba muy perdida en la pista, Caro no sabía qué hacer conmigo, hasta que me acomodó un poco y salí.
-¿Con cuál de todos los mundiales te quedas?
– Todos tienen una parte importante para mí. El primero obviamente por ser mi debut, el segundo fue muy especial porque obtuve el segundo puesto. En Italia fue importante porque fue en grupo, y lo disfrute más. El cuarto fue hermoso por el lugar, pese a que en China se nos complicaba comunicarnos. Después, en Francia fue algo raro ya que Caro no pudo acompañarme pero estuvo siempre a través del celular. Y el que más me gusto fue el del año pasado, en Barcelona.
-¿Tomas dimensión de todo lo que has logrado?
– Quizás en el momento no te das cuenta, creo que todo fue posible gracias a mi familia y a Caro. Por eso siempre tengo los pies sobre la tierra y siento que tengo que repartir cada una de las medallas que gané, entre todo el equipo de trabajo y mis papás.
-¿Hay alguna medalla más especial que otra?
– Si, son cuatro muy especiales que tengo conmigo en el departamento en Paraná. Una es la Medalla de Plata del Mundial de Cali, Colombia. La otra es del Nacional del año pasado, porque quedé última del corto que fue un sábado y al otro día tenía que competir de nuevo en el largo y no me quedaba otra que revertir la situación; entrené lo que restaba del sábado y el domingo terminé primera, por eso es muy especial, por poder revertir el lugar, que no es nada fácil. La tercera medalla fue también de un Nacional en 2019, donde competí el sábado y el lunes rendí la tesis; fue una semana de andar corriendo para todos lados. Y la última que guardo, es la del Panamericano de Bogotá, Colombia, donde Caro no me pudo acompañar y recuerdo que cuando la vi en la pantalla me largué a llorar.
-¿Por qué elegiste la psicopedagogía?
– Cuando iba a los torneos veía chicos con discapacidad, y era una de las cosas que más me gustaba, terminaba llorando de la emoción. Ahí me di cuenta que quería dar clases de patín adaptado, y por eso comencé a estudiar, y me terminó encantando, porque es una carrera muy humana. Ponerse en el lugar del otro para saber qué le pasa y ayudarlo a lograr lo máximo que pueda hacer. A veces, un aprendizaje que para uno es sencillo, para otro es una montaña rusa y le cuesta mucho. Creo que puede ayudar a mejorar muchas vidas esta carrera.
-¿Hay un crecimiento de la inclusión en el deporte?
– Sí, verdaderamente se nota un gran avance y está buenísimo. Los chicos pueden lograr muchas cosas, siempre y cuando nos adaptemos a la situación que ellos viven. En lo personal, a las chicas de patín adaptado las exijo hasta donde pueden dar, de la misma manera que a las demás chicas, con respeto, buena onda y cuidando las formas.