Los sabios no inventan cosas ricas
** Un niño al que se le dan unas acuarelas para pintar, o témperas, quizás mezcle por primera vez el azul con el amarillo y se sorprenda, anunciando al mundo que acaba de inventar un color nuevo, el verde. Su madre solo sonreirá y con lógica materna pensará que ese color ya existe. Los intelectuales teorizarán sobre la certeza de que no hay dos colores iguales, que todo depende de cuánto reflejo o absorción de ondas lumínicas tiene un cuerpo, que siempre tendrá alguna diferencia entre millones. Será declarado el hallazgo, pero nadie pagará por él.
** Este primer párrafo ya anticipa que hemos vuelto al tema tratado en El Mangrullo la semana anterior: inventos argentinos. No nos referimos al invento del mejor pelapapas del mundo para entregarlo a los incautos solo por hoy a tres por uno a bordo de un tren, sino inventos patentables nacional o internacionalmente.
** Tampoco al dulce de leche, cuya fórmula –digámoslo de una vez- se halla en un museo de Moscú datada en el siglo XIV y sabe Dios en cuántas partes más. El manjar que se come preferentemente a cucharadas y a escondidas de los que nos cuidan de la obesidad, llegó a Chile antes que a nuestro país y cruzó la cordillera veinte años antes que San Martín, que lo disfrutó antes de que Rosas copara el poder porteño.
Por cierto, se necesitaba azúcar, que existe desde la época del imperio persa (550 a C hasta el 330 a C) pero a nuestra América la caña recién llegó en los barcos de Colón a fines del siglo XV, y también los esclavos para cultivarla.
** Resulta difícil pensar que a nadie se le haya quemado la lechada (leche de vaca con azúcar) antes que a la criada que cocinaba en la estancia El Pino, de Juan Manuel de Rosas, el 24 de junio de 1829, durante la visita de su hermano de leche Juan Galo de Lavalle. A ella le atribuye el imaginario popular la casual invención del dulce de leche. Vaya a saber cuántas cocineras del mundo lo supieron antes. Si, cocineras, porque los sabios no inventan cosas ricas.
Usurpadores del ingenio ajeno
** En materia de inventos y descubrimientos se han instalado versiones que los investigadores históricos desmienten, pero ya tienen el aura del mito. En un concurso de preguntas y respuestas, por ejemplo, si se pregunta quién inventó la radio hay que responder Marconi; no hay por qué saber que Marconi fue un impostor que le robó el invento a Nikola Tesla. Si el que pregunta no acepta como respuesta a Marconi parecería una pregunta truculenta.
** Tesla descubrió también la corriente alterna pero fue ninguneado y humillado por Thomas A. Edison, que no quería perder su millonario negocio de corriente continua. El genial Tesla inventó la comunicación inalámbrica justo cuando las grandes corporaciones habían fabricado millones de metros de cable de cobre para cablear el mundo. No podés escupirle el asado al gran capital.
** Edison fue proclamado padre de la electricidad y Marconi inventor de la radio. Pero ambos, sin Tesla, no hubiesen sido nada. Especialmente Marconi, quien utilizó 17 patentes de Nikola para su primera retransmisión en 1901, atribuyéndose el mérito. Este hurto fue subsanado por la Corte Internacional en 1943 que declaró a Tesla único inventor de la radio. El genio falleció ese mismo año a la edad de 87.
Por casa cómo andamos
** Los tiempos aceleraron el caudal de inventos en el mundo entero. De acuerdo con la ‘Orga’ Mundial de la Propiedad Intelectual (Ompi), en 2013 se presentaron 2,6 millones de solicitudes de patentes en todo el mundo, de las cuales el 81 por ciento se concentraron en China (825.136), Estados Unidos (571.612), Japón (328.436), Corea (204.589) y la Unión Europea (147.987).
** En el top ten de países solicitantes aparece Brasil, con 30.884; mientras que Argentina tuvo 4.772 presentaciones en ese año; un guarismo que puede mejorarse considerablemente e impactaría de lleno en la actividad económica. Sólo para que sepamos para qué sirven, en la UE la propiedad industrial representa 56 millones de puestos de trabajo directos y más de 20 millones indirectos.
** De un tiempo a esta parte, en Argentina, el Conicet viene realizando una tarea tendiente a la generación de patentes. De acuerdo con datos oficiales, en 57 años de existencia el organismo tiene 435 inventos patentados, la mayoría de los cuales se solicitó en los últimos años a raíz de la creación de una nueva área dedicada a la propiedad intelectual.
Patentes e innovación
** En 2015, la misma Ompi dio a conocer el Índice Mundial de la Innovación (IMI). A través de este índice, se miden las políticas públicas de 144 estados con el fin de recabar datos referidos a su nivel actual y potencial de desarrollo en innovación. Elaboraron un ranking mediante el cual clasificaron a los países según el nivel de innovación alcanzado ese año, y su estado de desarrollo.
** A ese ranking lo encabezaron Suiza, Reino Unido, Suecia, Holanda y Estados Unidos. Y entre los países en desarrollo, el ranking de innovación está encabezado por Kenia, Mozambique y Uganda (¿te quedó claro?). En Latinoamérica los estados con mayor índice de innovación son Chile, Costa Rica y México. En tanto, Argentina se encuentra en el puesto 72 a nivel mundial y en el puesto 10 en el continente.
Un grito de corazón
** Nosotros vendemos soja a China pagando a EE.UU un canon por la invención del transgénico; Microsoft vende al mundo tecnología. Basta ya de recordar que hemos inventado el colectivo (otra historia distorsionada que habría que explicar), el sifón Drago o la alpargata de matar cucarachas. Hoy se siguen creando muchas cosas nuevas, pero nos faltan esas investigaciones de alto costo que cuando resultan bien se pueden patentar internacionalmente y cobrar un canon al mundo.
** El nuestro es un país que no tiene guita para la investigación científica; la mayor masa de dinero se va en ayuda social a los desamparados (enhorabuena) y a los que han hecho del desamparo un curro; otra parte se fue siempre en corrupción de Estado, sindical y empresarial. Un Estado que siempre gastó muy por encima de sus ingresos, pero no destinó ese dinero a infraestructura (educación, innovación, puertos, rutas, ferrocarriles, flotas fluviales) sino a prácticas demagógicas.
** Por otra parte, al no invertir lo suficiente en educación nuestra Nación cuenta con una enorme masa de ciudadanos con capacidad de empleo extremadamente baja. Hoy siguen fracasando miles de chicos en el secundario, ¿qué trabajo les ofreceremos en el nuevo mundo que ya está aquí?
** Menos mal que mientras millones de miopes discutimos si la Porota o el Gato, un puñado de científicos y algunos locos de la azotea o del garaje se esfuerzan en crear para innovar. Ojalá se apuren (usted me entiende).