Los ‘barcos de piedra’ y el proyecto que no fue
El sitio Pueblos y Leyendas de Entre Ríos subió recientemente una serie de fotos y detalle de estos llamados ‘Barcos de Piedra’, nombre que adoptaron al no estar construidos en acero, sino en cemento, hecho que les daba ese aspecto grisáceo propio de este material.
Paralelo 32 dialogó con fotógrafos locales, en este caso Diego Núñez y Pía Maiocco, quienes nos comentaron lo difícil que es llegar a los restos de esa embarcación que permanece encallada en la zona de la Boca de la Batea, brazo del riacho Victoria que pertenece al distrito homónimo, “Para llegar desde costa hasta el lugar donde está encallado demanda unos 30 minutos de lancha”, añadió Núñez.
Hace casi veinte años, nuestro colega Sebastián Firpo entrevistó a otro fotógrafo, Cristian Ávila, quien se fue hasta allí para hacer algunas tomas del barco de 60 metros de eslora que habría sido comprado por Nicolás Sfeir, y traído hasta aquí en 1965, aproximadamente.
Según dijo, la intención era montar una fábrica de harina de pescado con la cual se haría fertilizante, pero no se consiguió la habilitación y el proyecto literalmente naufragó. También se sumaron versiones un tanto inverosímiles, como las de una participación en el desembarco de Normandía o que fue traído por Perón al país.
Volviendo a la publicación de Pueblos y Leyendas, donde su autor Luciano García se documentó a partir de Histamar – Historia y Arqueología Marítima; Guía Náutica Argentina y Patrimonio Unido, este habla de una historia “Que te sumerge en los dominios del misterio. Y sumergirse parece el término más apropiado para hablar del ‘barco de cemento’ o ‘barco de piedra’, como se conoce a la extraña nave…”.
Según García, el barco llegó desde Buenos Aires a remolque, ya que no contaba con propulsión propia, y aparentemente allí se lo utilizaba para transportar carbón o estaba como depósito carbonero en la Boca del Riachuelo, y menciona nuevamente a Sfeir como su comprador.
“La finalidad, era montar en él una fábrica de harina de pescado con la cual se haría fertilizante. La maquinaria para dicho proceso se trajo desde Mar del Plata, contaba con un horno rotativo de 7000 u 8000 kilogramos automático, una moledora, una secadora, y un sinfín de 8 metros por donde se transportaba la harina para su embolsado y un grupo electrógeno”, también recupera este impedimento de la habilitación y que una noche de tormenta naufragó al cortarse sus cadenas de amarre.
Además se detalla que el barco cuenta con varios compartimientos y se estima que tendría unos 60 metros de eslora. “Las lluvias y las inundaciones hicieron que el barco se llenara de agua por lo que intencionalmente se le habría realizado una fisura para desagotarlo”.
Por difícil que resulte imaginar un barco de cemento—continúa García — esta reliquia con la que suelen toparse los pescadores no es el único, existen otras embarcaciones de similares características (compartimos imágenes de uno que está en Colón, Entre Ríos —N. de R.) , hundidas en otros sectores de la islas tambien en la región y el pais , que se dejan ver en tiempo de bajantes pronunciadas y una se encuentra en las costas de la isla frente al Monumento Nacional a la Bandera , que es muy visible con estas bajante del río .
Por último, esta publicación nos sitúa en este momento en que el caudal del riacho deja percibir el barco en su total dimensión. “Varias piezas de hierro han sido robadas, en tierra firme todavía se pueden encontrar restos del emprendimiento frustrado”.
Historia
Los Barcos de Hormigón son barcos cuya estructura principal está construida en hormigón armado, es decir, hormigón (o concreto) y barras de acero además de usarse otros materiales tradicionales como la madera. La principal ventaja de construir barcos con hormigón armado es que los materiales son baratos y fácilmente accesibles, mientras que las desventajas son que los costes de mano de obra de construcción son elevados, así como sus costes operativos (los barcos de hormigón precisan gruesos cascos, lo que significa masa extra que empujar y menos espacio para la carga).
Durante la I y II guerras mundiales, debido a la escasez de acero, los mandos militares de EE.UU. ordenaron la construcción de pequeñas flotas de barcos de hormigón para ultramar. Pocos barcos de hormigón se completaron a tiempo para operar durante la I Guerra Mundial, pero durante 1944 y 1945, barcos y barcazas de hormigón fueron utilizados para apoyar la invasión anglo-americana en Europa y el Pacífico. Desde finales de 1930, se utilizó también el hormigón para construir barcos de recreo.