Los 32 del 32 Victoria/Nogoyá
En un tiempo cuando se suponía que los medios gráficos desaparecerían, seguimos reafirmando nuestro compromiso con la sociedad en cada aniversario, como lo hacemos hoy, en el día de los 32 años de vida periodística en Victoria y un poco menos en Nogoyá. Sorprendidos porque, hallándonos ya en los años en que se suponían casi extinguidos los diarios y periódicos, se comienza a decir, y con mucho énfasis, que son indispensables porque el papel es el lugar simbólico que legitima muchas cosas. No será el medio principal de aquí en adelante pero sí el de legitimación.
Simplificando el concepto, digamos que la enorme desconfianza que se han ganado las noticias en redes sociales, son cada vez más las personas que acuden a los medios gráficos, con periodistas y patrones debidamente identificados y suficientemente responsables, para confirmar la noticia o descartarla.
El papel hace que la realidad se vea desde otra perspectiva, se lo lee reposadamente en un momento elegido, la publicidad está en su sitio esperando ser vista, no es invasiva, no se interpone entre el lector y el texto, no se la puede bloquear. Estudios relevantes sobre el tema determinaron que, el receptor siente menos rechazo por la publicidad y además –esto es importante pero nos interpela a los medios–, no se puede separar la confianza en la publicidad de la confianza en el medio soporte. Así lo percibe la sociedad.
Hoy la mayoría de los medios masivos de comunicación compiten por la atención, ese golpe de efecto y segmentación de audiencias, altera los contenidos, los adapta, exige y desacredita con la vara de la instantaneidad y la novedad.
Sin embargo, el periódico, y éste en particular, se sobrepone a una semana de todas esas opciones, y lanza su porción de verdad, la que construyó en la medida de sus certezas, con sus periodistas.
Sería una gran mentira afirmar que no le tememos al final, tal vez le atribuyamos el mismo miedo que a la página en blanco, a ese archivo que todavía no es pero debe, y tiene que salir hoy. Cómo sea, con lo que tenemos en el momento, sin la confirmación, y a veces sin la aprobación de ese que insiste: ‘no me nombres’; ‘ponelo como algo tuyo’; ‘yo no te lo dije’; y el nunca bien ponderado: ‘no me grabes’.
Quien va en busca de un periodista, o de un medio donde trabajamos los que defendemos este oficio/profesión, encuentra apretones de mano pero no abrazos, alguien que escucha y si es necesario repregunta; y es que un medio gráfico deja entrever cuando no se cumple esa suerte de indagación curiosa y casi detectivesca de ‘viniste a contarme algo, pero voy a intentar que digas más’. Quizás hablemos de eso que incomoda, y luego buscaremos trasladarlo al papel, de manera tal que el lector sepa que estamos de su lado.
No tenemos todas las respuestas a lo que vendrá, sí podemos anotar algunas preguntas, de lo que estamos seguros es que seguiremos intentando ser fieles a un estilo que se parece a lo que profesamos en nuestras vidas, porque seguimos creyendo en que es posible.