«Lo tomo como un volver a empezar»
Una frase más que conocida y que se utiliza mucho en redes sociales es: “Si te caes 100 veces, levántate 101”. Algunas personas la tienen como filosofía de vida o frase de cabecera, para decirlo de otra manera; y una persona que está más que autorizada para hablar de esta situación es Betsabé Páez. La exitosa atleta crespense ha tenido a lo largo de su carrera deportiva, muchas lesiones y pese a eso, ha sabido sobrepasar cada obstáculo para lograr cada objetivo que se puso en mente.
Cuando, para la mayoría, los logros más importantes son las medallas que consiguió en sinfín de campeonatos nacionales e internacionales o el diploma en los Juegos Olímpicos de la Juventud de Singapur 2010, para Betsa y su seno más íntimo lo más valioso es levantarse de cada una de las caídas. Y esta vez no fue ni será la excepción. Páez fue intervenida quirúrgicamente del ligamento cruzado anterior de la rodilla izquierda y de ligamentos del tobillo izquierdo, el 20 de mayo en el Instituto Médico Agüero de Buenos Aires por el Dr. Francisco Garate.
Luego de las exitosas operaciones, Betsabé habló con Paralelo 32. “Desde que supe que tenía que operarme sí o sí, todo fue muy complicado. No solo por el contexto de pandemia que estamos atravesando, sino que también por el tema de que hacía unos meses se me había dado de baja la obra social que tenía por parte del ENARD; entonces me agarró en un momento bastante difícil. Es una cirugía muy cara y me llevó muchos dolores de cabeza y frustraciones hasta poder concretarla finalmente. Mi preocupación iba más allá del atletismo, necesitaba operarme para seguir normalmente con mi vida”, contó en el comienzo de la entrevista.
–¿Estaba previsto intervenir el tobillo también?
– No, no. Un día antes de entrar al quirófano, el médico cirujano me citó para hacerme una evaluación de la rodilla y casi finalizando el encuentro le comento rápidamente de mis lesiones de tobillo; me evaluó y la charla quedó ahí. Esa misma noche me llamó y me dijo que se había quedado pensando en mi caso, que él creía que era de extrema necesidad operar el tobillo también. “¿Aceptarías vos?, me dijo”. Y ahí me comentó que era todo un desafío para él ya que no había evidencia bibliográfica de haberse realizado antes una intervención de este tipo, que nunca lo había hecho. Y yo sin dudarlo acepté, sabía que me estaba poniendo en manos de un gran profesional de la medicina deportiva. Así que fue un 2×1 (risas).
–¿Estás dolorida o la llevas bien?
– Estoy sorprendida por mi pre y post quirúrgico. Realmente estaba feliz y enormemente agradecida de que me iba a poder operar, especialmente por el contexto en el que estamos. Entonces no tengo dudas que ese estado de ánimo con el que encaré la cirugía, llevó a que todo salga impecable; sufrí muy poquito realmente, de hecho el médico quedó sorprendido porque al cuarto día logré cosas que normalmente se logran después de los 15 días de la operación. La cabeza y las emociones son muy importantes en situaciones cómo estas, y yo ya venía bien entrenada.
–¿Hasta cuándo tenes que quedarte en Buenos Aires?
– Aproximadamente unos 15 días, hasta que me saquen los puntos. Estoy en un departamento que me prestó un amigo, con una amiga que me cuida y me mima. Estoy muy contenida, mi círculo más íntimo de acá está al pie del cañón por cualquier cosa que necesite, de corazón me siento muy agradecida.
–¿Se habló de un tiempo específico de recuperación?
– Sabemos que es largo el tiempo de rehabilitación hasta estar en una pista de nuevo, de 10 a 14 meses; hablo de un nivel competitivo aceptable. Siendo un poco egoísta, agradezco que me haya tocado esta experiencia en este momento, ya que están todas las competencias paradas y no será demasiado lo que pierda, o eso espero.
–¿En qué momento de tu vida te atraviesa esta operación?
– Esta operación me atraviesa en un momento perfecto, digo perfecto porque eso creo de la vida. Que cada experiencia se da en el momento que se tiene que dar, ni más ni menos. La típica frase cliché del “todo pasa por algo”, en mi experiencia es real. Se dio justo en un gran momento de mi carrera deportiva, no voy a negar que me generó frustración y me permití sentirla un rato, pero rápidamente salí de ahí. Sabía que tenía un problema y que había que solucionarlo, ahí me di cuenta de cuánto había madurado en este aspecto, me agarró fuerte de mente y de alma, con un bagaje de aprendizajes y valores ya forjados en cuanto a lo que de adversidades se refiere; y acá estoy contenta, agradecida por lo vivido y lo aprendido hasta el momento.
–¿Lo tomas como un “volver a empezar”?
– Sí. Justamente esta vez lo tomo como “un volver a empezar”, pero realmente convencida de que es así. Decidí tomar este periodo como una gran transformación, he muerto y he renacido incontables veces en cuanto a lo deportivo; pero nunca con el grado de conciencia y sabiduría que tengo hoy frente a este tipo de obstáculos. Decidí soltar por completo a la Betsabé que se gestó como atleta hasta el día de hoy, para volver a escribir una nueva historia a partir de esta nueva realidad, de esta nueva Betsabé llena de fortalezas y también de debilidades. Estoy trabajando mucho internamente, sobretodo en ese “soltar” ya que implica dejar ir esas expectativas que inevitablemente tendemos a generar, ancladas a quien alguna vez fuimos. Pero con paciencia, perseverancia, respeto y paz, sé que lo voy a lograr.
–Después de tantas lesiones y piedras en tu camino deportivo, ¿te preguntas “por qué a mí”?
– Con cada obstáculo que fui viviendo, aprendí a conocerme. Y por eso les agradezco tanto, cada situación difícil me sacaba de mi zona de confort y me llevaba a hacerme preguntas existenciales, me llevaba a la más profunda reflexión. Todo eso me incentivó a conocer otro tipo de maneras de resolver mis problemas, conocí el mundo de las terapias alternativas que tanto me apasiona y otros tipos de filosofías de vida que me llevaron a transitar este camino terrenal de una manera más linda a mi forma de ver.
Aprendí que el tiempo realmente es una limitación que nosotros mismos creamos, que en realidad lo que vale es el día a día, aprendí a escuchar a mi cuerpo con cada dolencia y cada lesión, a preguntarme qué me quería decir, qué era lo que me llevaba a estar en desarmonía con mi mente y mi alma. Empecé a conectarme con el mundo de las emociones, el poder de los pensamientos, cómo estos nos llevan a crean nuestras experiencias externas; entendí que era responsable de lo que me pasaba, con cada elección o decisión que tomaba, me salí del lugar de víctima para convertirme en una aspirante a maestra de mi propia vida. Así que aunque suene reiterativa, estoy agradecida porque hasta el día de hoy viví una vida intensa por donde se la mire, una vida hermosa llena de regalos y milagros, llena de amor. Realmente valió y vale la pena seguir intentando.
–¿Te pones objetivos constantemente?
– Sí, soy una persona que necesita objetivos. Los desafíos son mi motor en la vida, estoy en una constante búsqueda de superación personal no solo en el deporte, sino en todos los aspectos: sea estudio, arte, cocina, hasta albañilería que la practiqué en casa en cuarentena (entre risas). Estoy continuamente poniéndome desafíos que me saquen de la zona de confort.
–¿A qué apuntas ahora?
– Apunto a seguir siendo feliz, a conectar con el propósito de mi vida, a generar una transformación en cada lugar que Dios y la vida me vayan colocando, a seguir persiguiendo sueños y también acompañando a otros a cumplir sueños desde el lugar que humildemente pueda colaborar. Apunto a devolver en cierto modo toda la ayuda que recibí en pos de mis objetivos, a seguir creciendo como persona, como profesional, como hija, como amiga, como todo; pero especialmente a ser coherente con lo que siento y hago.
“Siento realmente que no hay gesto que pueda tener, que esté a la altura de los gestos que han tenido conmigo en este momento difícil de mi vida tantas personas, y de eso me aferro. De esa bondad y esa entrega, de la solidaridad, del amor, agradezco infinitamente a mi familia que es incondicional y creo que hasta esa palabra queda chica, agradezco a mi entrenador que lo amo con toda mi alma por protegerme no solo como atleta sino como ser humano, al médico que me operó que se merece un monumento porque tuvo un gesto grandísimo de atenderme sin cobrar prácticamente honorarios, a mis amigos que estuvieron cuando mi familia no pudo por el tema de la pandemia, a Silvia Decoud y Clari Mildenberger que me acompañan en la rehabilitación junto con Compex Sudamérica, a todos los que se tomaron un momento para mandarme fuerzas. Gracias a todos. La vida es una rueda y estoy segura que a esas personas les volverá algo bueno”.