Lo que el agua nos dejó
Nogoyá (Por Mirko Reynoso).- Una vez más nuestra ciudad sufrió el embate de las aguas del arroyo Nogoyá y sus afluentes de la región. La situación se repite desde antaño, tanto que los cultores populares han realizado obras musicales que en cada lluvia copiosa vuelven a tener vigencia cuando debería ser en cambio, un recuerdo con el pasar de los años.
Lo decía Rafael Juárez décadas atrás: “llovió mucho por el norte, va a crecer el Nogoyá, hay conciertos de mugidos por los campos de lo Mihura, si el vasco junta su hacienda va a crecer el Nogoyá. Se reúnen los vecinos, calculan que a la tarde, la creciente llegará” y si no se hubiese aclarado que estas frases fueron escritas tiempo atrás, tranquilamente podríamos decir que su creación data de la semana pasada.
Con las copiosas lluvias del viernes anterior, se dispararon las alarmas y obligó al despliegue de las fuerzas que componen Defensa Civil de la ciudad. Comenzaron a monitorear el registro de lluvias en “el Nogoyá de arriba” aquel arroyo que nace en la zona de Crucesitas Séptima, en límites cercanos al departamento Paraná, como así también se siguió de cerca el comportamiento del arroyo Don Cristóbal, ya que fue la primera vez que una copiosa lluvia pasó por los nuevos puentes y el sistema de defensas de los mismos sobre la Ruta Provincial 34 a 20 kilómetros de la ciudad.
En Crucesitas Séptima se registraron 295 milímetros, fue una de las máximas marcas tomadas entre las jornadas de viernes y sábado, en tanto que en el resto de la región las precipitaciones promediaron los 200 milímetros, eso conllevó a que el domingo los niveles del arroyo en la zona del paseo los puentes comenzaran a crecer de manera notoria hasta alcanzar el pico máximo de 7.65 metros desbordando hacia la zona este de la ciudad, donde hubo que evacuar de manera oficial a cinco familias haciendo una totalidad de 17 personas evacuadas en el polideportivo municipal, aunque muchas otras se autoevacuaron y se trasladaron a viviendas de familiares y amigos hasta que bajen las aguas del arroyo.
Según el municipio, fueron alrededor de 300 personas afectadas, asegurando que desde la Subsecretaría de Desarrollo Social trabajaron en la asistencia y la realización de un relevamiento, “para la construcción y ejecución de acciones, optimizando los recursos pero con el dinamismo que la situación demanda”.
En medio de la crítica situación, se vieron reflejadas diversas situaciones. En primer lugar la solidaridad de toda la comunidad que colaboró en las evacuaciones, acercó donaciones, cocinaron para los evacuados y asistieron en toda acción posible.
Ahora que el agua se retiró, queda acompañar el regreso de las familias afectadas que perdieron sus precarias viviendas, muebles, ropa y los pocos bienes que tenían. Como así también quedó a la luz el reiterado rebusque político de las posibles soluciones para que el arroyo Nogoyá no continúe significando un problema.
Por un lado, un intendente que pide maquinaria a la provincia para dragar el arroyo desde el año 2018, afirmando que hasta el momento no tiene respuesta de su solicitud. Tras ello, desde la UCR criticaron la falta de respuesta oficial de la provincia, pidiendo al gobernador atienda el reclamo presentado.
Por otro, más ambicioso, Daniel Koch afirma que ya tiene aprobación y presupuesto el proyecto de la defensa costera de Nogoyá, donde solo mostró un video de una especie de costanera en la zona este de la ciudad, sin más detalles técnicos de la obra, sobre todo en lo que respecta al curso del arroyo desde el norte del departamento hasta la desembocadura en Rincón de Nogoyá.
Ahora el debate gira en que obra es la más adecuada, quien se va a adjudicar la posible solución al problema del desborde del arroyo.
Sin restar importancia a la crítica situación por la que pasaron unos 300 vecinos de la ciudad, queda el interrogante si esa cifra de afectados merece una obra extraordinaria como tienen otras ciudades que cuentan con un río, o de lo contrario bastará con realizar una correcta limpieza del cauce del arroyo.
Lo que es seguro, es que la ciudad no puede quedar a la espera del resultado de la pulseada política y merece una solución concreta a un problema histórico, que tiene más anécdotas que intervenciones de infraestructura.