“La pandemia impactó enormemente en la educación”, dijo Martín Müller
Crespo.- El presidente del Consejo General de Educación, profesor Martín Müller, dialogó con Paralelo 32 sobre el retorno a la normalidad en el sistema educativo entrerriano, las falencias a superar y las fortalezas que deben restaurarse.
– ¿Cómo fue el cierre de la etapa de pandemia para el sistema educativo entrerriano?
— Al margen de las apreciaciones sobre la gestión, la pandemia fue una tragedia, una catástrofe humanitaria. Hoy estamos vivos, pero impactó enormemente en la educación. Estamos atravesando los resultados de esa situación, sobre todo los resultados que marcan una desigualdad en el impacto. No fue de la misma manera para quienes tenían posibilidades culturales, equipamiento tecnológico, acompañamiento de la familia; frente a aquellos que no lo tenían. Hoy, afrontamos las consecuencias en una situación que se ha normalizado, con la decisión del gobernador Bordet de poner como prioridad desde 2021 la recuperación educativa. Nos ha servido esta tragedia para ponernos al día en materia de infraestructura educativa, con una inversión histórica. Se está expandiendo en cantidad de horas la escuela primaria, se está pensando en cómo hacerlo en el nivel secundario. Todo, para revertir los resultados pedagógicos que nos dejó la pandemia. Muchos venían de antes, pero las Pruebas Aprender nos dan cuenta de ello (Entre 2018 y 2021, Entre Ríos atuvo una grave caída en la aprobación de los estudiantes, tanto en lengua con -22,6% como en Matemática -7,6%, N. de R.).
Problemas de convivencia
Müller también sinceró los problemas de convivencia en la escuela, además de los resultados pedagógicos negativos: “Por otro lado, hay problemáticas de violencia, de salud mental, muy graves. Lo hemos visto en materia de educación, en el Senado Juvenil vimos en instancias donde jóvenes se expresan que en el centro de sus preocupaciones quedaron situaciones de mucha angustia, de mucha violencia en las aulas, y afuera también. Cuestiones que son reflejo de lo que pasa en la sociedad y que la escuela lo magnifica porque pasamos mucho tiempo conviviendo diariamente. Es una dificultad que tenemos”.
– ¿Y los docentes? ¿No viven esa situación también?
— Obviamente, creo que los docentes están atravesados también por la difícil tarea que deben realizar. Son seres humanos que vivieron las consecuencias de la pandemia y que hoy deben trabajar sobre una diversidad de situaciones en el aula, que no son fáciles de atender. Muchas veces desde afuera, hay una sobre exigencia. Pero hay que comprender lo que significa estar en el aula. Nosotros los vamos a acompañar con capacitación y presencia, pero creo que la receta es formar equipos y romper la lógica de la escuela que siempre significó el trabajo en soledad de un docente con un grupo de alumnos en un aula. Esa gramática, como decimos en Educación, no se rompe de un día para el otro, hay que ir hacia un espíritu colaborativo pensando la escuela como una sola institución y no aulas donde cada uno hace su propia historia.
Virtualidad vs. presencialidad
– ¿Qué quedó de la virtualidad, que fue un instrumento importante para sostener el sistema educativo durante la pandemia?
— Creo, en primer lugar, que la contracara de la virtualidad es el valor que se le da a la presencialidad. La escuela es presencial, debemos instar a que los chicos vayan todos los días a la escuela, instar a la responsabilidad de las familias. Muchas veces, los chicos no van continuado, faltan el lunes u otro día de la semana. Eso interrumpe la posibilidad de mejorar la calidad educativa. Allí hay un rol de la familia y la responsabilidad que debemos asumir como sociedad. Por otro lado, el potencial que deja la virtualidad para pensar en modelos híbridos. Que la tecnología sea un aliado para romper los tiempos y los espacios de la escuela. Pensar que ya el profe de Matemática de las secundaria no solo tiene las cinco horas de segundo año, donde ve a sus alumnos, sino que hoy tenemos un tiempo extra con las herramientas de la tecnología, para tener más tiempo y otros espacios, no necesariamente el aula, donde los gurises aprendan. Estamos en ese camino, abriendo más esa ventana-oportunidad que nos dio la pandemia, estamos lanzando el proyecto IDEAS que, en Crespo, tenemos escuelas, que se suman a esta lógica de pensar como extender la jornada de la escuela secundaria, en un formato híbrido, usando la tecnología y con educación en el aul.
Educación emocional
– ¿Cree que hay de incorporar la Educación Emocional como propuesta concreta para enfrentar los conflictos que dejó la pandemia?
— No la pensamos como una materia. La salud mental o emocional de todos los que hacen la escuela tiene que ser una serie de herramientas que se apropien y se apliquen durante toda la jornada, no pensando sólo en situaciones puntuales de conflicto. Es la necesidad de tener habilidades a desarrollar, empatía, convivencia con el otro, respeto y comunicación. Después, hay que dar herramientas puntuales a los docentes, algo que hoy se está trabajando mucho. Saber el funcionamiento de nuestro cerebro, las mejores condiciones para el aprendizaje. Eso va a ir cambiando la lógica y las formas, para mejorar el clima en el aula, pensando también que la familia no puede desentenderse de la educación. En la escuela no puede haber un clima emocionalmente sano si en la casa no nos respetamos, sin gritar, si no dejamos menos tiempo a los chicos con el celular, si no estamos acompañando la crianza. La educación emocional debe ser una alianza entre la familia y la escuela.