La Entrerriana: donde el caballo criollo es un artículo de lujo
Turmo Schaffner es un criador de caballos criollos que tiene su establecimiento en la ciudad de Crespo, donde ocupa a doce personas y su actividad convoca además a veterinarios, productores y abastecedores. Esta semana lo entrevistamos para Paralelo 32 y sus redes. Es arquitecto de profesión, sigue ejerciendo como socio de uno de los cinco estudios más relevantes de Buenos Aires. Ha tenido gran éxito con su segunda ocupación, la cría de caballos criollos genéticamente puros. Se divierte además mostrando sus animales y algunas actividades diarias a sus casi 150 mil seguidores en las redes sociales.
“Te tengo que hablar de pasado, presente y futuro. A principios del siglo XX un grupo de pioneros encabezados por el doctor Emilio Solanet, un zootecnista importante, rescataron del olvido una raza que se había perdido por la evolución y la gran inversión de los productores agropecuarios. Los ganaderos, así como trajeron reproductores vacunos, ovinos, también trajeron caballos al país en su afán de evolución. Claro, nuestro campo mejoró en materia de productos cárnicos, las ovejas, las vacas tenían más leche, las ovejas más lana, y había más carne, los granos lo mismo. Fuimos siempre pioneros en producción de alimentos, pero nuestro campo era muy diferente al campo europeo, que son minifundios, los nuestro son latifundios o sea extensiones muy grandes con explotaciones extensivas y la mestización con caballos europeos no funcionaba, se quedaban sin caballos. Se quedaban de a pie los peones, entonces el doctor rescató esta raza que no estaba perdida sino que había sido mestizada, tenía más resistencia. Había grandes manadas de caballos que no estaban en cautiverio, el doctor Solanet viajó a la Patagonia con otros pioneros y trajeron de Trenque Lauquen (la línea de los fortines) para abajo, estos caballos que eran más rústicos, más longevos, más fértiles y más guapos para el trabajo y las jornadas largas sobre grandes extensiones. Porque ¿qué pasaba?, que los grandes patrones, los fundadores de la Sociedad Rural, no eran gente que montaban a caballo…
–Preferían andar en sus carruajes…
_Por supuesto, entonces trajeron razas de tiro, razas de carreras, etcétera, pero no eran caballos de trabajo. El caballo criollo se rescató como una raza de trabajo, ese es su pasado. Sigue siendo una raza de trabajo pero hoy se ha transformado en una raza de deporte, se la sigue usando con las mismas condiciones pero como raza de deporte nuevo. Tiene 50 años, que no es nada en la historia de una raza, es una raza especializada en deportes, que vienen de las tareas camperas, son deportes que tienen que ver con el rodeo, con el aparte, con las tareas rurales, es una raza muy fuerte”.
–Para el rodeo adquieren esa gimnasia, voy a hacer una mala comparación con el jugador de fútbol; en ocasiones hay que clavar, frenar y volver para atrás.
_Claro, eso es lo que hace el fenotipo de la raza que tiene un centro de gravedad bajo, tiene que tener fuerza sobre el posterior, por eso la equitación es un poco distinta a la equitación del puro de carrera o del caballo de salto o del polo, tiene que tener velocidad lateral, y tiene que tener algo que tienen los jugadores de rugby, un umbral de dolor alto, tienen que ser resistentes y valientes.
–¿Eso es genético?
_Sí totalmente, de hecho la raza criolla tiene más inscriptos en el registro de la Sociedad Rural Argentina que ninguna otra raza. Es la raza más popular de este país y una cosa muy “entusiasmante” es que esta raza es el vehículo de las tradiciones argentinas, de nuestras mejores tradiciones, de hecho, los criollos son los que se usan para los desfiles de emprendados, para ver cómo era el gaucho del siglo XVII al XXI.
–Describime tu establecimiento La Entrerriana
_Bueno, vos sabés que soy hijo de Pedro Schaffner (ex intendente de Crespo. N de R). Nosotros vinimos de Villaguay y de Estados Unidos porque mi papá trabajaba para una empresa americana. Aquí armó la granja San Pedro que era uno de los mejores establecimientos avícolas y más grandes del país, no solo de la zona. Tenemos el registro de Senasa más antiguo de la zona para un establecimiento avícola, una producción avícola emblemática de la década de los 70 y 80 y puedo decir con orgullo que la antigua granja San Pedro hoy es un gran establecimiento de cría de caballos a nivel mundial. A veces la gente de Crespo no sabe, me preguntan cuánto sale un caballito y yo soy un productor de caballos de élite de alguna manera. Exporto reproductores a Uruguay, a Brasil, a Paraguay, donde la raza criolla se desarrolla de forma natural porque son las grandes producciones y extensiones de productores de ganado de Sudamérica. La analogía, la raza que es parecida, es la raza cuarto de milla norteamericano, exactamente lo mismo pero de los cowboys, ellos y los gauchos están entrelazados de alguna manera por el amor a la tierra y las tradiciones, ellos tienen cuarto de milla y nosotros el criollo.
— La cabaña La Entrerriana; la marca de la lechuza como te gusta decir y lo insinúa el logo; tiene solo 23 años, ¿por qué se destaca a nivel nacional y fuera del país?
_Somos muy conocidos porque planteamos las cosas, mi equipo y yo, de una forma profesional. Hoy en día tenemos un centro de biotecnología de reproducción, hacemos embriones congelados de semen e inseminación. Ya no largamos más los caballos a manadas, los reproductores son deportistas, entonces, si una yegua los llega a patear ya no pueden competir. Eso quiere decir que los reproductores son probados en sus habilidades deportivas, porque tenemos un centro de entrenamiento, un centro de cría y recría, y después de recría van a campos que tenemos en Lucas Norte.
–¿El nacimiento y la recría en Crespo?
Si, acá funcionan tres cosas: Biotecnología y reproducción. Doma entrenamiento y presentación. Y ventas. Recría se hace en otro campo en Lucas Norte.
–Sos arquitecto con un estudio en Buenos Aires, que preferís atender por teléfono o por zoom. Has optado por esta vida campera, la de los caballos ¿es una vocación que nació tempranamente?
_No, en realidad tengo dos vocaciones, siempre digo que uno elige su vocación por aptitud y también para complementar lo que le falta en la vida. En mis dos vocaciones no soy el más apto porque las dos son de paciencia. Hacer un proyecto de arquitectura requiere mucha paciencia y el trabajo con caballos es un trabajo lento, 9 años lleva criar un caballo, desde que nace hasta que está en la plenitud de sus aptitudes son 9 años, así que imagináte que el intervalo generacional es alto. Y un proyecto de arquitectura de los que nosotros hacemos en las oficinas de Buenos Aires es lo mismo. Soy socio de uno de los cinco grandes estudios de arquitectura de este país; hay 5 estudios grandes que trabajan para corporaciones, yo soy uno, lo que pasa es que nuestra economía no nos ha ayudado, nosotros no trabajamos en inversiones inmobiliarias, hemos hecho el hangar de Aerolíneas Argentinas, que cubre una manzana, el instituto tecnológico de YPF “Y-TEC”, un proyecto de una torre para Telecom que no se hizo, si no, probablemente tendría que estar ahora en Puerto Madero en el piso 53, y cosas por el estilo. Son proyectos grandes que requieren mucho desarrollo, ahora estamos desarrollando para Coca Cola un proyecto gigante de una planta embotelladora en Corrientes. Tengo dos vidas, una de paisano, que me encanta, que es mi origen, salí de Mojones Norte al final y soy hijo de un suizo de campo que era papá, nacido en el Chaco Santafesino.
Ahora me he vuelto muy crespense, de hecho me radiqué en Crespo, hice cambio de domicilio, soy nacido en el monte pero hoy estoy radicado en Ruta 12 km 404 Crespo Entre Ríos, antigua granja San Pedro, que es cabaña la Entrerriana en realidad. Cuando papá compró en Crespo la ruta estaba en construcción y el lote era un campo arado, arrancó con una granja con criterio moderno para el época, yo tenía 9 años en el año 70 y recuerdo que regábamos con baldecitos los arbolitos que él plantaba, él decía yo planto esto para ustedes porque yo no lo voy a ver, y lo vio, la tierra es tan buena acá que esos árboles crecieron rápido. Después, cuando fue intendente de Crespo, la municipalidad no tenía árboles entonces hizo el vivero municipal y llenó la ciudad de árboles, creo que esa fue la tarea más importante de él como intendente, por más que recuerden el agua de aldea San Juan y otras cosas, pero para mi fue lo de plantar árboles.
— ¿El semen también se vende a terceros?
_Claro, nosotros tenemos un equipo de competencia como si fuera de turismo carretera, que es el equipo de La Marca de la Lechuza que recorre el país y Brasil también compitiendo, o sea presentamos nosotros los caballos, hacemos lo que se llama el ciclo completo, desde la asignación que es… esta yegua va con este padrillo, hasta la presentación en una prueba deportiva, hacemos todo nosotros. Es muy duro y muy demandante en recursos, pero bueno tenemos el apoyo de nuestra gente que es un personal de primera.
— Una vez te dije que un animal de estos debe costar como una camioneta 0 km y vos me respondiste “y más”. ¿Mucho más?
_Los caballos que nosotros producimos son artículos de lujo en realidad. La vez que viene un paisano a comprarme un caballo, yo soy amigo de los paisanos, me encanta charlar con ellos, gente que tiene la tradición del trabajo, con los artesanos, es parte de la raza criolla eso, los trabajadores rurales, a veces les digo: “te doy 4 me domás 3 y te quedás con uno”. Siempre tengo que hacer algún negocio así, porque el costo de producir un caballo de estas características es alto y hay que recuperar la inversión. El promedio de mis ventas es a los dos años, yo no puedo esperar 9 años, vendo embriones, vendo servicios, vendo yeguas con la cría en la panza, y cada uno lo termina a su gusto. La carga genética que tenes es muy importante, ese es uno de los pilares, uno de los tres lujos entrerrianos es la genética que es la mejor del mundo y la que tenemos acá, el otro lujo es el ambiente que vos le provees al caballo no tiene que ver con que le pongas una tranquera bárbara, es el ambiente para que el caballo se desarrolle, física y emocionalmente, el ambiente es tanto o más importante que la genética y para eso hace falta el tercer lujo entrerriano que es el personal, nosotros tenemos trabajando hoy en casa a uno de los mejores entrenadores de argentina que es Hugo Noguera, es de Villaguay como yo, a Daniel Gareis que cuando yo vine a Crespo tenía 9 años y Daniel tenía 4, trabajamos toda la vida juntos, somos como hermanos, hoy también trabaja conmigo mi hermano Mauricio, me ayuda con el parque de papá que lo tenemos que restaurar, así que está ahí plantando árboles, y solo este año plantamos como mil plantas, con una sequía de las peores de la historia.
–Hace 23 años que no había una sequía tan grande, eso indica que desde entonces no hubo una situación parecida, que está acabando con todo lo verde.
_Creo que mucho más. Papá había hecho un tajamar laguna para seguir el agua de toda la granja y hoy está seco, jamás lo había visto seco. Tengo 63 años, significa que estoy acá hace 54 años, y nunca lo vi seco.
–Se establece una relación con el caballo, te ha dolido, ¿se te ha caído una lagrima por tener que desprenderte de un determinado animal?
_De todos, soy como el padre y la madre. Vos pensá que nosotros hacemos el ciclo completo, yo estoy todo el año pensado para cual yegua cual padrillo, les pongo el nombre al nacer como si fueran un chico. Los que nacieron esta primavera ya tienen todos nombre, tienen sus características y tienen ya tres evaluaciones mías por fenotipo, emocional y característica biomecánica, les hago un seguimiento. Tuve de maestro un gran criador de caballos, tuve esa suerte, no soy muy inteligente pero tengo suerte, y la suerte que tengo es haberme encontrado en todo lo que he hecho con grandes maestros, y a este que era el mejor criador del mundo le pregunto: “¿cuantas yeguas hay que tener para tener una buena cría?” y me dio una respuesta sencilla: “las que puedas tener en la cabeza. Vos tenés que tener tantas yeguas como puedas acordarte vos en tu cabeza, no hagas como los demás que tiene mil caballos y no saben ni quienes son, vos tenes que tener las yeguas que vos puedas tener en la cabeza y saber de dónde vienen y adónde van, o sea sus antecedentes genéticos, qué han gestado”. Y cuando vos las tenés en la cabeza las podés combinar como si fueras un cocinero, tu gran caldo genético, para esta yegua me gustaria este caballo, ¿lo tengo aquí o lo tengo que buscar afuera? Porque la gran fuerza de una cría son las madres, no los padres; los padres son la sazón que le dan al puchero o al guiso el punto. Pero el caldo son las madres, yo soy yegüero.
150 mil seguidores
Turmo tiene unos 150 mil seguidores entre Instagram y Facebook, que se deleitan con sus fotos, videos y comentarios sobre experiencias vividas en su trabajo. Por eso llegan personas, también familias, para visitar el establecimiento a veces desde muy lejos, pero ni él ni su equipo pueden atender a visitantes; “nosotros trabajamos 24/7”, se excusa. Tiene mucho para contar y nos deja mucho en el tintero; no solo agradecimientos para personas y empresas de Crespo que siempre colaboran con él, sino un aspecto muy interesante de su trabajo que es su método de amansamiento, o su método para domar al animal, porque nace chúcaro y desconfiado. Queda para la semana próxima.