Juan Medel y un sueño incumplido de 1936
No importa si el número carece de simetría decimal. Importa recordar a un hombre que soñó en un país –en realidad un mundo- donde la comunicación por aire estaba controlada, tenía dueños, y no cualquiera podía ocupar el infinito éter con emisiones de música y palabras.
Toda fecha es buena para evocar a don Juan Medel, quien en 1933 se radicó en Capital Federal con su hermana y abuela materna e inició estudios de electricidad y radio en la Escuela Industrial de la Nación Otto Krause. Vuelto a Diamante, instaló un comercio de venta de artículos eléctricos y del hogar que fue su modo de subsistencia, armando bocinas, radios, tocadiscos y prestando el servicio de sonidos para bailes en clubes o sociedades, en zona urbana y rural. “También puso en marcha una propaladora rodante pero no fue el único: autos o camionetas de pequeño porte recorrían las polvorientas calles reiterando avisos publicitarios”, cuenta su hija Norma (Noni). De ella tomaremos una breve biografía que nos ha cedido en publicación.
Él fue más allá –relata Noni-, soñaba con la radio, el vínculo entre la gente y los hechos cotidianos, con el progreso intelectual y el intercambio de conocimientos. Por cuenta propia y con solo 19 años, armó los primeros equipos, parlantes y diagramó una red de altavoces que cubriera, en un principio el Mercado (verdadero centro comercial) y ambas plazas céntricas. Para ello necesitaba autorización municipal.
El 26 de febrero de 1936 presentó una nota solicitando se le otorgara el permiso para instalar en Plaza Independencia (actual San Martín) un transmisor altoparlante -como lo definió- y el Intendente Domingo Dasso concedió el permiso el día 28, determinando que podría funcionar los días jueves, sábados y domingos de 19.00 a 23.00.
En mayo de ese mismo año, agregamos, se construyó la primera cuadra de asfaltado con hormigón armado, en calle Serrano entre Urquiza y Etchevehere.
Camino a la inauguración
Los periódicos “Crónica” y “El Cívico” anunciaban la pronta inauguración de la propaladora. “Crónica” escribía “Con entusiasmo y encomiable espíritu de colaboración, un grupo de jóvenes de la localidad viene secundando la iniciativa del joven Juan Meded (así se apellidaban sus ancestros, con d final), consistente en la instalación en ésta de un transmisor amplificador para la irradiación de música, cantos, propaganda, información general, etcétera”, en una extensa nota laudatoria.
Solo basta con imaginarnos que en ese día inaugural, el intendente municipal, “dirigirá su palabra al público por medio de micrófono”, como señala la crónica, a la que agregamos que probablemente fue la primera vez que el intendente Domingo Dasso se encontró frente a un micrófono oyendo su propia voz amplificada.
El diario Crónica también dijo, en vísperas de la inauguración que anunciaba, que “seguramente otros jóvenes acompañaron, porque Juan fue siempre hombre de escucha y de amistades perdurables, de largas mateadas para filosofar o hablar de política”. Podríamos agregar que fue un amante de la música, tocaba el piano, buen cantante y mejor bailarín, que escribió poemas y hasta la letra de un tango nunca editado.
El gran día
Y el día llegó, fue el sábado 28 de marzo de 1936. La primera transmisión se realizó desde una casa sobre calle San Martín, distante dos cuadras de la plaza y los parlantes estaban apoyados en las columnas. En el acto, Elena Meded de Kadur El Ainie hizo entrega de un ramo de flores al intendente, hablaron varios invitados ante el micrófono y compartieron un lunch.
Crónica publicó el martes siguiente: “Ante gran expectativa y concurrencia se inauguró el sábado el Transmisor Diamante. En la sala de transmisión se llevó a cabo una interesante reunión de caracterizadas personas”.
Dio cabida a los intereses y necesidades de la comunidad, ya sea por sus informaciones, música o la actuación de cantantes, instrumentistas y decidores aficionados que se animaban a enfrentar el micrófono.
Tuvo también un programa infantil y en las calles cercanas a los parlantes, la gente se congregaba por momentos, a fin de escuchar los programas. Además, transmitió actos oficiales y desfiles militares. Desde un local del Mercado Municipal coordinaba mediante señales el cierre de las transmisiones, cuando se le indicaba que comenzaría la actuación de la Banda del Regimiento.
La continuidad
Al Transmisor Diamante continuó El Cóndor, pero no era una actividad rentable. Ya casado y padre de cinco hijos, el comercio tuvo prioridad. Las décadas pasaron y una Radio AM era una obsesión en su vida.
Comentaba con un dejo de amargura que cualquier pueblo o ciudad contaba con una radioemisora y Diamante no tenía interés de gestionar alguna. En 1970 envió una nota a la Dirección Nacional de Telecomunicaciones solicitando que se llamara a concurso para una licencia de una emisora de baja potencia.
Entretanto, decidió reflotar la idea de una Red de Altavoces (para las que bastaba una autorización municipal) con la programación similar a la que ya venía bosquejando para su anhelada radio AM. La primera transmisión de Ecos Emisiones se realizó el 12 de enero de 1971, recibiendo el aplauso del pueblo y algunos medios periodísticos de ciudades cercanas, ya que tampoco Diamante contaba con un diario local. Su primer locutor, permítasenos agregar este dato apenas anecdótico, porque nos apuran los afectos y recuerdos, fue Omar Jacobi, hermano del director de Paralelo 32.
En los archivos que guardan estas memorias se apiñan notas de agradecimiento de vecinos, barrios, instituciones, escuelas, colegios, clubes, instituciones privadas u oficiales, pedidos de empleos, objetos perdidos, pedidos de sangre, llamados a la comunidad, etcétera, cuyos mensajes se difundían gratuitamente.
Juan Medel poseyó carnet de periodista acreditado en Casa de Gobierno, que otorgaba la Dirección de Prensa y Ceremonial de la provincia. “El sueño de la Radio AM no pudo concretarse. En 1972 se llamó a licitación, fue el único oferente con toda la documentación aprobada, pero el llamado se anuló mediante un Decreto de octubre de 1974 del Poder Ejecutivo Nacional”, comenta su hija. Podría decirse que don Juan nació en un tiempo equivocado para el nivel de sus sueños, pero luchó tenazmente por ellos. Falleció en 1984 con 67 años de edad, no mucho tiempo antes de la profusión de frecuencias moduladas comunitarias por todo el territorio nacional. Diamante también las tiene, obviamente, pero no una AM que trascendiera los límites del Departamento, como él creía que debía ser.