FNA: El día que un gobernador y un ministro de la nación almorzaron mortadela
Quedan unos pocos memoriosos que repiten aquel episodio de la Fiesta Nacional de la Avicultura de 1972, pero creo que hasta hoy no se ha contado bien la historia, al menos públicamente. Vamos a ubicarnos en el momento… Cuando una autoridad venía al pueblo, gustara o no, era atendida con cortesía, y cuánto más si había sido invitada, como el caso que nos ocupa.
Hablamos del día en que el gobernador y un ministro de la nación almorzaron mortadela. Por años se dijo que el Presidente de la Asoc. Crespo Capital de la Avicultura, que en ese momento era Marcelo Fontana, no supo entender como corresponde a una autoridad cuando llega como invitada especial a una fiesta. Quedó y se repitió en el tiempo, la versión que surgió del enojo de varios miembros de la Comisión que se abochornaron por ese hecho, con el que no estaban de acuerdo. Pero la historia es otra. Aquel fue un admirable acto de protesta que debe ser registrado por la historia oficial.
Pongámoslo en contexto. Meses antes de la Fiesta los avicultores, acosados por las deudas y una política que no incluía la producción de carnes alternativas y mucho menos del huevo, marcharon en histórica caravana hacia la casa de Gobierno de Paraná, que ese día era visitada por el presidente (de facto) de la Nación, Gral. Alejandro Agustín Lanusse.
Marcelo Fontana y la mayoría de los manifestantes regresaron enojados porque fueron corridos con gases lacrimógenos mientras se hallaban pacíficamente frente a Casa de Gobierno durante algunas horas. Habiendo sido yo uno de esos manifestantes por la avicultura, me permitiré un paréntesis para discrepar en este punto. En el sector donde me encontraba, sobre calle Santa Fe, irrumpió por la tarde un grupo de estudiantes universitarios de Paraná, con los que se coló también un grupo de la Federación Juvenil Comunista, que irrumpieron en la misma plaza al grito de “Por corrupto y por ladrón, Lanusse al paredón”. Y esa fue la causa de los gases y el desbande. Por si hiciera falta, para escribir esta nota hemos corroborado ese dato con un estudiante crespense que fue parte de aquella manifestación.
Una delegación de cuatro o cinco personas, entre ellas recuerdo a don Juan Federico Schmidt, habían sido recibidos esa mañana por el Presidente Lanusse pero meses más tarde cuando se realizó la Fiesta nada había cambiado para los avicultores, ocasión en que vino el Ministro de Agricultura y Ganadería de la Nación, Dr. Agustín Lanusse, sobrino del Presidente, y el gobernador (de facto) Brigadier Ricardo Fabre. Otro detalle; los manifestantes llevaron (llevamos) gallinas viejas que soltaron frente a la Casa Gris y también huevos que algunos se atrevieron a arrojar cuidando de no irritar a la sólida guardia de policías bien pertrechados que se apostó estratégicamente.
En la autobiografía que don Marcelo escribió solo para su familia, hace referencia al menú de protesta que ofreció a estas dos altas dignidades y sus acompañantes:
“Cuando se hizo la Fiesta (de 1972) ordené que al mediodía se hiciera un picado nomás, con mortadela, queso común y vino común, porque nunca tuvimos eco a nuestros reclamos. Todos los otros miembros de la comisión se enojaron conmigo porque no estaban de acuerdo. Nos sentamos a la mesa, el intendente don Antonio Seimandi, el gobernador, Brigadier Ricardo Favre, y el ministro de Agricultura de la Nación, entre otros. Cuando vieron “el picadito” quedaron con las caras serias. ¡No querían creer lo que estaban viendo! Entonces les expliqué que nosotros no protestábamos con bombas o con guerrillas –En esos momentos estaban los Tupamaros en Uruguay y acá en la Argentina ya se comenzaba a poner algunas bombas– y que protestábamos de otra forma, pacífica, y que “el picadito” era una forma original de realizar nuestra protesta, y culminé con un: ‘pero quédense tranquilos, porque a la noche vamos a comer unos buenos y ricos pollos’. Esto, indudablemente, bajo el clima un poco tenso que se había formado. Y así fue. El gobernador no dijo nada, al contrario, dijo que respetaba nuestra protesta, y pasó… bueno, eso creí yo”.
El gran desquite
Continúa don Marcelo su relato reservado a su toda su descendencia:
“Pero un día nos invitó el gobernador a todos los avicultores, y fuimos. Nos reunimos con él y hablamos sobre algunas medidas que nosotros pedíamos. Entonces nos dijo, “los invito a cenar acá esta noche”. Nosotros contentos, aceptamos, y resulta que fue la noche de su revancha.
Cuando estábamos todos sentados en el comedor de la gobernación, vemos con extrañeza que el mozo se acerca con unos tazones humeantes. ¡Cuando nos sirvió! Nos mirábamos unos a los otros, el gobernador estaba sentado al lado mío y me decía muy serio: “sírvase Fontana, sírvase”. Yo no quería creer lo que veían mis ojos, ¡caldo de gallina!, ¡inconfundible, por el fuerte olor!
Bueno, todo el mundo se recuperó del primer impacto, tomamos la cuchara y tomamos el consomé, o caldo de gallina. Nadie dijo nada, algunos creyeron que era una entrada, que quizás en las altas esferas se acostumbraba, pero las dudas se nos disiparon cuando llegó el mozo con el segundo plato: ¡Huevos pasados por agua! ¡Huevos duros! ¡Solos!
Nos empezamos a mirar y a mirar los huevos. A esta altura ya nadie entendía nada. Entonces el gobernador nos dijo: “bueno muchachos, coman, que nosotros también estamos en crisis y los pude invitar gracias a que ustedes tiraron y nosotros recogimos. Sírvanse”.
Pasado este sofocón, según cuenta don Marcelo en sus memorias, el mozo cayó con pollo al champignon y remató al final con postre helado.
Luis Jacobi (Director Paralelo 32)