Esos otros que también descendieron de los barcos
Por Santiago Minaglia (Paralelo 32 Victoria).- “Escribió alguna vez Octavio Paz que los mexicanos salieron de los indios, los brasileros salieron de la selva, pero nosotros, los argentinos, llegamos de los barcos, eran barcos que venían de Europa”, dijo el presidente Alberto Fernández en conferencia de prensa junto a su par de España, Pedro Sánchez. La frase, cuyo origen y textualidad es discutida, generó un enorme revuelo y desde todos lados del mundo opinaron al respecto.
Más allá de lo que ya se sabe, es decir de la enorme diversidad de nuestro país, en estas páginas nos referiremos a esos otros que también descendieron de los barcos a nuestras tierras. Desarrollaremos, así, la historia de la esclavitud en Victoria.
El profesor de historia Damián Reggiardo Castro realizó una monografía bajo la supervisión y acompañamiento de la licenciada Graciela Chiara, sobre la esclavitud en Victoria (Entre Ríos) en la primera mitad del siglo XIX. En la edición de Paralelo 32 del 4 de mayo de 2019 hemos contado esta historia, y ahora la retomamos.
Aclaramos que la investigación de Reggiardo Castro es amplia, y en este artículo trataremos de resumirlo lo más fielmente posible. En este sentido, nos referiremos al contexto, la evolución de la esclavitud y la conclusión del profesor.
La esclavitud, principio y evolución
La monografía en cuestión analizó la presencia de los negros en La Matanza-Victoria en las primeras décadas del siglo XIX. En el trabajo se aclara que, en un inicio, los pagos de La Matanza-Victoria se encontraban bajo la dependencia de los centros de La Bajada y Nogoyá. Su población estaba diseminada en la campaña, eran familias criollas, provenientes de distintas ciudades como Santa Fe y Corrientes, que se habían radicado luego del exterminio del Charrúa a fines de 1750, al igual que las milicias integradas por libertos y pardos.
Seguidamente, el profesor continúa: “Luego de la revolución de mayo de 1810, continuaron llegando negros libertos a la zona, lo que denotó cambios en la estructura social. Un ejemplo es el caso del negro liberto llamado Juan Romero, de Rincón del Doll, que adquirió su libertad producto de haber participado de las guerras de la independencia o, en otros casos, como consecuencia de las nuevas leyes surgidas con la Asamblea del año XIII, que concluyeron con la abolición de la esclavitud a partir de la sanción de la Constitución Nacional de 1853 (…). Esto respondió al contexto nacional e internacional que se estaba dando a partir de la segunda mitad del siglo XIX”.
Sumado a lo anterior, en la monografía se narra que “Hubo desplazamientos de negros del interior al litoral. Estos mestizos y pardos, se presume que trabajaban periódicamente en faenas rurales y formaban parte de la población, como el caso del pardo Mariano, que vino del Valle de Catamarca y que fue enterrado en la villa de Victoria en 1820. En 1851, la esclavitud subsistía y la libertad era una concesión, un don que se otorgaba como gracia y señal de señorío, como la que le otorgó en dicho año el señor Juan Pío Godoy, hacendado del departamento Victoria, a María Candelaria, su esclava, «(…) que la hubo por herencia de su señor padre Don Pascual Godoy, y éste por compra que hizo de ella a Don Pedro Lucas Espinoza (…)». En dicha acta Juan Pío Godoy «(…) desiste y aparta el derecho de propiedad, posesión, Señorío y patronato en ella adquirido (…)»”.
En el texto del profesor se describe, también, la evolución de la esclavitud en la primera mitad del siglo XIX. Con base en lo anterior, se cuenta: “El censo de 1820 en La Matanza-Victoria reveló 14 personas sometidas al régimen de esclavitud, en una población en todo el territorio departamental de 1.837 habitantes, de los cuales 187 vivían en la villa de la misma. En general, la población estaba formada por blancos, pardos y morenos. En este padrón de habitantes del pueblo de La Matanza-Victoria de 1820, con especificación de sus partidos, aparece en el apartado «profesión» la condición de esclavo, la cual era trasmitida de padre a hijo. Éstos eran censados con el apellido de la familia a la que pertenecían, como María Espinosa, Catalina y Paula Pérez, Dionisio Herenú, Narciso Gaete, Cesareo Echeverría, Polonio Herrera, Bernarda Bordón y Rufina Bordón, observándose que la mayoría era de origen africano, como Juana, natural de Bengala, Margarita Manzo, natural de Mozambique, Ignacio Zalazar, natural de Bengala o Teresa Chavarria, de Angola. Sólo Ignacio Muños era de Portugal”.
Llegado a este punto, Reggiardo Castro sostiene: “(…) estamos en condiciones de afirmar que la población o sociedad de La Matanza a principios del siglo XIX estaba compuesta por distintas etnias, determinando una gran heterogeneidad. Entre ellas podemos mencionar a los blancos, mestizos, pardos, mulatos, aborígenes, negros, y españoles recién llegados, estando los primeros y últimos vinculados a actividades económicas relacionadas con el comercio. En 1825 se realizó un nuevo censo en La Matanza-Victoria, la población disminuyó en toda la jurisdicción a un total de 1.223 habitantes en nuestros pagos. En la villa residían 274 personas entre ellos 187 blancos, 2 negros, 14 morenos, 68 pardos y 5 trigueños, por lo que puede inferirse que el régimen de esclavitud estaba concentrado en gran proporción en las haciendas o estancias. Además, había aumentado el número de pardos libres”.
Participación en la actividad económica de la ciudad
Según Reggiardo Castro, en la primera mitad del siglo XIX, la población de color tuvo participación en las actividades económicas de la sociedad victorense, “destacándose en el trabajo de la hacienda agrícola-ganadera y en las actividades domésticas”. Asimismo, agrega: “Además de estar presente en el proceso de formación del Estado Nacional, participando en las guerras de independencia y en las luchas civiles entre Unitarios y Federales”.
El profesor cuenta que la esclavitud estaba en manos de estancieros, hacendados, funcionarios y comerciantes, y que su número, dentro de la población, no fue masivo. Esto se debió, según Reggiardo Castro, al costo de la misma, entre otros factores. Incluso, en la monografía se indica que la esclavitud empezó a disminuir en los últimos años previos a la sanción de la Constitución Nacional de 1853; año donde desapareció formalmente el régimen de esclavitud en nuestro país.
“Los negros esclavos de nuestra zona, al igual que los que se localizaban en toda la extensión del Río de la Plata, desarrollaron funciones relacionadas con actividades domésticas y pecuarias. En otro orden, se pudo observar que el proceso de migraciones del interior al litoral, que se llevó a cabo por negros libres, pardos, morenos y otros, tuvo repercusión en nuestra zona y colaboró en el incremento de la población local”, destaca. En añadidura, apunta: “(…) se pudo comprobar que en La Matanza-Victoria, la mayor parte de los habitantes fueron blancos, mestizos y pardos, y en un número menor, entre 14 y 15 personas en todo el período analizado, había esclavos, convirtiéndose en uno de los territorios de la provincia con mayor porcentaje, luego de Paraná (hasta 1850)”.
En definitiva, el trabajo de Reggiardo Castro muestra a esos otros que también descendieron de los barcos y el tiempo mezcló su sangre. En las naves no sólo vinieron europeos.